El 27 de diciembre de 2024 será
recordado como la mejor manifestación de grupos ancestrales de nuestra región.
Ese día como nunca, escuchamos aires, bambucos y toda clase de música que sin
cesar entonaron las chirimías. A “motu proprio” se dieron cita en el parque de
Caldas en acción y efecto por el tiro equivocado de desalojo de la sala de
recibo de Popayán.
No hay que desconocer la
chirimía caucana es un grupo de música tradicional de nuestros antepasados,
los “pubenenses” que interpretaban instrumentos básicos como la flauta y la
tambora que, dependiendo del territorio cambia, al introducir elementos
musicales como la charrasca, redoblante, mates, maracas, caja, triángulo y
quijada de burro. Nuestros aguerridos indígenas, también entonaban aires
marciales durante combates, para darle a los guerreros, animosidad en la pelea
y ardor ofensivo en la contienda. Así ocurrió aquel 27 de diciembre, dándole
con todo brío a sus tamboras retumbantes frente al palacete municipal, para
responder en desagravio musical al grupo folclórico Chirimía. Allí entendimos la
ternura del blanco, diferente a la ternura del indio, diferencia que debemos disminuir
ese abismo de piel, de sangre y, del mundo para que florezca la paz. En
realidad, fue un grandioso espectáculo musical de conjuntos de niños, jóvenes y,
de mayores, demostrando nuestras raíces, dándose a la tarea de proteger con
mucho amor lo que nos pertenece y, porque, “no nos vamos a detener en ello”,
sentida expresión de uno de ellos.
Desde la montaña, de las
goteras de la ciudad, llegó esa expresión armoniosa de campesinos e indígenas que,
narraron a través de sus instrumentos, bellos pasajes musicales de bambucos,
pasillos, sin que faltara la
música popular de Colombia, entendida como el conjunto de prácticas sonoras que
despiertan añoranzas y profundos sentimientos de identidad nacional. La
chirimía fue la gran protagonista de ese inolvidable 27 de diciembre.
Para la muchedumbre amante de
Popayán, la música caucana tiene una resonancia especial porque muestra las
costumbres originarias de la región y la concepción propia del territorio. Ese
día explotó el verdadero amor desde nuestras raíces que no morirá mientras
existan verdaderos cultores de la música tradicional, de nuestros antepasados,
que es un legado para mantener siempre.
Ese lenguaje musical, aunque
aún no ha sido reconocido como patrimonio de interés cultural en el Cauca,
todavía se conserva gracias a la transmisión de esa pasión, como una obligación
que se lleva en la sangre. Esa expresión sigue viva, gracias a quienes se han
dado a la tarea de ser auténticos cultores musicales, resistiéndose a dejar que
este género musical desaparezca.
En ese sentido, destaco probados
gestores culturales de Popayán, a Don Hugo Laureano Chaves Espinosa (q.d.e.p.)
fundador de la chirimía, “Aires de Pubenza”. A su hijo Luis Felipe Chaves,
quien con “aliento “chirimero” y, con gran decoro sopla la flauta. Felipe, nacido
y criado en el legendario barrio el Cadillal, dirige hace 50 años la “Fundación
aires de Pubenza”. Es él, un auténtico cultor musical dedicado a la
preservación de la chirimía, a la fabricación de sus propios instrumentos de
madera, y carrizo. Con presentaciones en recintos y escenarios difunde las
expresiones artísticas: danzas, bailes y demás características de nuestra
región. Ese legado artístico, heredado de su padre, lo sostiene, hasta ahora, a
través de la fundación- escuela, donde prepara los nuevos músicos de hoy,
verdaderos profesionales como, Jhon Edwar Balanta Quintero, quien desde sus dos
primeros años, aprendió a tocar la tambora. Ese chico, hoy interpreta la música
tradicional con varios instrumentos. Para su “modus vivendi”, conformó su
propio grupo interpretando varios géneros musicales. Igual, a muchos niños de
la barriada, los convierte en músicos, entre ellos: Andrés Caracas, Jorge
Cortés, con relevancia en la sociedad, como hombres de bien, demostrando con
alegres y nostálgicas melodías su aptitud musical.
Estas líneas, para adentrarme hasta
los escritorios de las esferas del poder gubernamental, nacional, departamental
y municipal, en momentos cruciales de guerra para que con experimentos sonoros se produzcan actos
de paz. Y para que posibiliten la inclusión en la lista de apoyo a
quienes, conservan y mantienen ese talento musical. Que el Ministerio y las
secretarias de cultura no se detengan un solo momento, para lograr la
trasmisión del conocimiento artístico a las generaciones presentes y futuras.
Civilidad: La
chirimía es la vida emocional de Popayán, conservémosla.
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