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domingo, 12 de enero de 2025

La Fundación de Popayán

 


Este repaso histórico es un extracto de las obras del historiador Diego Castrillón Arboleda, sobre la fundación de la Asunción de Popayán. Ubicada en el valle de Pubenza, entre la Cordillera Occidental y Central.  Es una de las ciudades más antiguas y mejor conservadas de América, reflejada en su arquitectura y tradiciones religiosas, reconocida por su arquitectura colonial y el “cuidado” de las fachadas. Popayán tiene uno de los centros históricos coloniales más grandes del país y América, con un total de 236 manzanas de sector histórico.

El nombre de Popayán, procede de una transgresión fonética al vocablo emitido por los indígenas aztecas traídos como intérpretes cuándo fueron consultados por el nombre de estas tierras. «Pop-Pioyá-n», donde Pop traduce «Gran Cacique», Y «Pioyá», hace referencia al Cacique que gobernaba las tierras y «n», terminación que los aztecas dan a las palabras que representan lugares como por ejemplo Yucatán, Teotihuacán. Entonces, la palabra que fue proclamada por los Aztecas, expresaba que se hallaban en las tierras del «Gran cacique Pioyá».

El 24 de diciembre de 1536, el capitán Juan de Ampudia ocupó con sus soldados un sitio llamado la loma de El Azafate, donde habitaba el cacique o yasgüén, para que el Adelantado don Sebastián de Belalcázar viniese posteriormente a fundar una nueva ciudad. Después de haber sometido a los nativos, Popayán fue entonces declarada fundada el 13 de enero de 1537 por Belalcázar nacido como Sebastián Moyano, quien pasaba por estos lares en busca del mítico tesoro de El Dorado. Belalcázar fue también el fundador de otras ciudades importantes como San Francisco de Quito y Santiago de Cali. Contrario a lo que algunas fuentes históricas sugieren, Belalcázar no fundó la ciudad de Pasto, villa que en realidad fundó uno de sus lugartenientes, Lorenzo de Aldana.

El 15 de agosto de 1537, una vez alcanzada la conquista total de Popayán, se llevó a cabo la ceremonia de fundación solemne de «la nueva villa», conservando el nombre indígena de «Popayán» y anteponiendo el nombre de Asunción en Honor a la Asunción de María festividad que se celebraba este día. La ceremonia consistió en una misa cantada por el presbítero García Sánchez, en un humilde templo levantado como Catedral sobre el costado sur de la futura plaza. En esa misma ocasión se instaló el primer Cabildo y Don Pedro de Velasco y Martínez de Revilla, compañero de Belalcázar, vistió por primera vez la túnica de la Hermandad de los Caballeros de San Juan de Calatayud, de allí, parte la tradición religiosa de Popayán.

En 1540, Sebastián de Belalcázar fue nombrado Primer Gobernador de Popayán. Desde ese momento se instauró el sistema político español en cada ciudad, que incluía regidores del cabildo, alcaldes y alguaciles y una participación permanente de la Iglesia a través de un cura párroco. Belalcázar también se preocupó por dejar una huella duradera en los territorios conquistados, trayendo desde España semillas de cebada, trigo, caña de azúcar, así como numerosos animales domésticos, especialmente ganado vacuno, caballar y porcino, herramientas y muchos elementos más. A Belalcázar le seguirían otros gobernadores como Gómez Cerón de Moscoso, natural de Málaga, quien ocupó su cargo en 1561.

El auge minero y comercial, así como la posterior llegada de familias españolas de linaje hicieron de Popayán una ciudad muy importante en el Virreinato de la Nueva Granada. En la ciudad residían los dueños de las minas de oro de Barbacoas y el Chocó, quienes con sus riquezas crearon haciendas, construyeron grandes casonas y dotaron a la ciudad de enormes templos con imágenes traídas de España.

El auge minero en Popayán desencadenó una nueva dinámica a través del comercio de esclavos, al punto que, podría hablarse de la sociedad esclavista de Popayán, con gran significado para la época. Popayán compitió con Cartagena, Bogotá y Tunja con el número de nobles titulados domiciliados en ellas. Así mismo, fue la única ciudad junto con la capital, Santafé, en servir de sede a una Casa de Moneda erigida por la Corona española en todo el territorio de la Nueva Granada. Con ello se explica, el esplendor que la ciudad vivió durante la época colonial y los primeros asomos de República, todo ello, sumado al orgullo genealógico de las familias fundadoras, que basaron la conservación de sus riquezas en una estructura endogámica muy propia de las élites en diferentes culturas y sociedades.

Civilidad: Pese a las hazañas, de este héroe o villano y analfabeto, Sebastián de Belalcázar, su estatua, ha sido maltratada, olvidada y, escondida, esperando la orden indigenista para su reinstalación. Y, como todos los años, la administración local, sacará pecho colocándole una corona ¡Vaya hipocresía!

 

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