Este repaso histórico es un
extracto de las obras del historiador Diego Castrillón Arboleda, sobre la
fundación de la Asunción de Popayán. Ubicada en el valle de Pubenza, entre la Cordillera
Occidental y Central. Es una de las
ciudades más antiguas y mejor conservadas de América, reflejada en su
arquitectura y tradiciones religiosas, reconocida por su arquitectura colonial
y el “cuidado” de las fachadas. Popayán tiene uno de los centros históricos
coloniales más grandes del país y América, con un total de 236 manzanas de
sector histórico.
El nombre de Popayán, procede
de una transgresión fonética al vocablo emitido por los indígenas aztecas
traídos como intérpretes cuándo fueron consultados por el nombre de estas
tierras. «Pop-Pioyá-n», donde Pop traduce «Gran Cacique», Y «Pioyá», hace
referencia al Cacique que gobernaba las tierras y «n», terminación que los
aztecas dan a las palabras que representan lugares como por ejemplo Yucatán,
Teotihuacán. Entonces, la palabra que fue proclamada por los Aztecas, expresaba
que se hallaban en las tierras del «Gran cacique Pioyá».
El 24 de diciembre de
1536, el capitán Juan de Ampudia ocupó con sus soldados un sitio llamado la
loma de El Azafate, donde habitaba el cacique o yasgüén, para que el Adelantado
don Sebastián de Belalcázar viniese posteriormente a fundar una nueva ciudad.
Después de haber sometido a los nativos, Popayán fue entonces declarada fundada
el 13 de enero de 1537 por Belalcázar nacido como Sebastián Moyano, quien
pasaba por estos lares en busca del mítico tesoro de El Dorado. Belalcázar fue
también el fundador de otras ciudades importantes como San Francisco de Quito y
Santiago de Cali. Contrario a lo que algunas fuentes históricas sugieren,
Belalcázar no fundó la ciudad de Pasto, villa que en realidad fundó uno de sus
lugartenientes, Lorenzo de Aldana.
El 15 de agosto de 1537, una
vez alcanzada la conquista total de Popayán, se llevó a cabo la ceremonia de
fundación solemne de «la nueva villa», conservando el nombre indígena de
«Popayán» y anteponiendo el nombre de Asunción en Honor a la Asunción de María
festividad que se celebraba este día. La ceremonia consistió en una misa
cantada por el presbítero García Sánchez, en un humilde templo levantado como
Catedral sobre el costado sur de la futura plaza. En esa misma ocasión se
instaló el primer Cabildo y Don Pedro de Velasco y Martínez de Revilla,
compañero de Belalcázar, vistió por primera vez la túnica de la Hermandad de
los Caballeros de San Juan de Calatayud, de allí, parte la tradición religiosa
de Popayán.
En 1540, Sebastián de
Belalcázar fue nombrado Primer Gobernador de Popayán. Desde ese momento se
instauró el sistema político español en cada ciudad, que incluía regidores del
cabildo, alcaldes y alguaciles y una participación permanente de la Iglesia a través
de un cura párroco. Belalcázar también se preocupó por dejar una huella
duradera en los territorios conquistados, trayendo desde España semillas de
cebada, trigo, caña de azúcar, así como numerosos animales domésticos,
especialmente ganado vacuno, caballar y porcino, herramientas y muchos
elementos más. A Belalcázar le seguirían otros gobernadores como Gómez Cerón de
Moscoso, natural de Málaga, quien ocupó su cargo en 1561.
El auge minero y comercial,
así como la posterior llegada de familias españolas de linaje hicieron de
Popayán una ciudad muy importante en el Virreinato de la Nueva Granada. En la
ciudad residían los dueños de las minas de oro de Barbacoas y el Chocó, quienes
con sus riquezas crearon haciendas, construyeron grandes casonas y dotaron a la
ciudad de enormes templos con imágenes traídas de España.
El auge minero en Popayán desencadenó
una nueva dinámica a través del comercio de esclavos, al punto que, podría
hablarse de la sociedad esclavista de Popayán, con gran significado para la
época. Popayán compitió con Cartagena, Bogotá y Tunja con el número de nobles
titulados domiciliados en ellas. Así mismo, fue la única ciudad junto con la
capital, Santafé, en servir de sede a una Casa de Moneda erigida por la Corona
española en todo el territorio de la Nueva Granada. Con ello se explica, el
esplendor que la ciudad vivió durante la época colonial y los primeros asomos
de República, todo ello, sumado al orgullo genealógico de las familias
fundadoras, que basaron la conservación de sus riquezas en una estructura
endogámica muy propia de las élites en diferentes culturas y sociedades.
Civilidad: Pese
a las hazañas, de este héroe o villano y analfabeto, Sebastián de Belalcázar,
su estatua, ha sido maltratada, olvidada y, escondida, esperando la orden indigenista
para su reinstalación. Y, como todos los años, la administración local, sacará
pecho colocándole una corona ¡Vaya hipocresía!
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