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sábado, 25 de enero de 2025

Huellas del pasado para errantes patojos

 


Preocupado por la realidad del conflicto armado que libra Colombia y por la probabilidad de la erupción de la cadena volcánica del majestuoso volcán del Puracé, dedico este artículo a internautas paisanos que emigrantes en el exterior añoran volver a la tierrita. En especial, para quienes por aquello de la “viola”, de esa trágica época, les tocó huir montados en la vieja máquina de combustión de carbón recorriendo la paralela vía.

He vuelto mi memoria evocando, las chapuzadas en los ríos: Molino, Caracol, Dos brazos, y en el Cauca, cruzando a nado el remolino de la Cabaña. Me veo entre los equipos: granadino y el Piel Roja dándonos leña en los “picados” domingueros del “Achiral” donde llegaba la “Ciudad de Hierro” (hoy, parque Benito Juárez).

Hago memoria de los madrugones a misa en la Catedral, con uniforme de la escuela que la señorita Simona dirigía con implacable disciplina. Retorno a los recreos jugando “zumbo”, “un cojín”, “la lleva”, etc., comprando en el “caspete” (tienda), caucharina, melcochas y cholaos. Y las “capadas” a clase para ir a coger moras, michinches, guayabas, moquitos y guindas en los llanos largos de Chune-abajo.

He ido a parar a la “Alhajita” en Cajete, donde recorrimos los acantilados del río Cauca. Volví a pasear con la imaginación “La Cueva del Indio”, colindante de la finca de los Ávila. Evoco los porrazos por “ñucos”, aprendiendo a montar en cicla. Recuerdo el teatro Bolívar, el “pulguero” que exhibía las mejores películas mexicanas en blanco y negro: Invasión a Mongo, Invasión a Marte con Flash-Gordon y el Capitán Maravilla; la serie de Santo el enmascarado de plata, las películas de Tin-Tan, Clavillazo, Cantinflas y las cintas de los “charros” Jorge Negrete, Pedro Infante, Luis y Antonio Aguilar, etc.

En el declive de su vida conocí a Vicente Idrobo, Maestro de la Banda de músicos del Batallón Junín No.7 a quien elogiábamos con: “ánimo Cocorote”, “arriba chupa-cobres”. He soltado lágrimas por: Rosarito, Ratón de Iglesia, “Sancocho”-Sánchez el de los Misereres, Zócalo, Pate guaba, Miel de Abeja, el Boquinche Efraín, personajes queridos que dieron alegría y sustos a más de uno cuando éramos muchachos.

 Todos estos recuerdos se agolpan desordenados en mi memoria como si apenas esta mañana los hubiese visto y tratado. Repaso, las propagandas que se oían en los pocos radios que había en la ciudad, como: “Hasta el gato quiere que lo bañen, pero con jabón Varela”; “Mejoral, Mejoral es mejor y quita el mal”; “Píldoras de vida del Dr. Ross, cuando yo las tomo me siento mejor”. La voz de Belalcázar con su baja frecuencia, radiaba sólo hasta puente chiquito del río Cauca. Desentierro la Vitrola, del perro lelo de la RCA Víctor, que los surcos de los discos carbonados comían cajas de agujas para reproducir el sonido.

Estos recuerdos son imborrables para el disfrute de los pocos veteranos que aún quedan en Popayán y para otros tantos errabundos y dispersos “Patojos” por el mundo que con regocijo me leen.

Civilidad: Nostalgia como refugio al estado de angustia presente.

 

 

 

 

 

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