Dirán que la parte más sensible es la piel; otros dirán que la cara y
algunos más, que la punta de los dedos. En este escrito que envuelve ideas y
emociones opino que, la parte más sensible del ser humano es el bolsillo. Pues
la gente entiende y aprende las cosas
cuando le tocan el bolsillo. No es necesario estudiar en la Universidad de Harvard. Se aprende a
través de diversas fuentes, métodos y no solo donde al cabo de varios años le
entregan el grado de doctor, pero no le otorgan el título de "Señor".
Antiguamente “señor” era quien ostentaba un alto rango o posición
de autoridad o influencia en la sociedad. El
vocablo “Señor” era asociado a la nobleza, al poder y al prestigio, utilizado
para transmitir respeto y deferencia. En tiempos antiguos de Popayán se le
decía "buen señor", a un hombre respetuoso, de admiración por revelar cualidades y
buenas costumbres, hoy son muy pocos. Retrocedimos
en cultura, por la pérdida o declive en valores, conocimientos, costumbres
o expresiones, revelada en el deterioro del pensamiento crítico, disminución
del respeto por la diversidad, abandono de tradiciones, baja calidad en la vida
cultural, derivada de políticas públicas inadecuadas e imposición de valores
ajenos: cultura traqueta, producto de las subculturas del narcotráfico
y del paramilitarismo, que en poco tiempo se
convirtieron en el símbolo distintivo de la sociedad.
La cultura se aprende, no se hereda.
Afirmo que son comportamientos aprendidos. Son “culturas” adquiridas a través
de interacciones sociales con la familia, los amigos y la sociedad.
Desaprendimos la cultura ciudadana porque es un concepto que cambia
constantemente, no es estática. El cambio cultural se refiere
al movimiento que impulsa la transformación de la sociedad mediante
la invención, el descubrimiento o el contacto con otras comunidades. En estos
tiempos de incertidumbre, las tradiciones
en Popayán ya no son tan comunes como hace cuatro décadas, en la medida que las
personas ignoran las costumbres del pasado.
¿Qué pasa si no hay cultura? Una ciudad sin cultura es una sociedad sin futuro, es una sociedad
dócil, manipulable que termina siendo fácilmente secuestrada por la incultura
en la lucha por el poder. Se nos agotó la
cultura. Cambiar es difícil porque nos acostumbramos a hacer cosas
diferentes, adquiridas de gente inculta, carente
de inteligencia, sin preparación, sin conocimiento necesario para ejercer
autoridad de manera efectiva. En Popayán no hay cultura ciudadana. Reina la
anarquía, referida a la erosión de comportamientos y actitudes, como el
respeto, la empatía y la solidaridad, esenciales para la convivencia pacífica y
la transformación social. Carencia que se manifiesta en el desacato de las
normas, poca atención al bien común y la ausencia del compromiso con la
sociedad, afectando directamente la calidad de vida urbana y el desarrollo
sostenible. La incultura reflejada en la falta de conciencia sobre la
importancia de la convivencia pacífica, irresponsabilidad individual y
colectiva en el entorno social que impide reconocer y actuar en bien de los
intereses comunes.
Al hacer y rehacer este escrito, opino
que estamos a tiempo, porque todavía afloran nuestras
viejas historias y porque nos hallamos entre la angustia y la incomodidad. Para
corregir la pérdida debemos agotar el ambiente en que vivimos. Se requiere una cruzada para conducirnos hacia una
sociedad consciente, donde las mentes inquietas, a través del pensamiento
crítico, sean capaces de cuestionar la realidad de estos momentos de tanta
zozobra. La “subcultura del vivo” se extiende a
diario, bajo el facilismo del atajo. Este subyace
en quienes sobornan para robar el dinero de la salud, la educación y la
alimentación de los niños. Llegamos al cinismo de expresar, que los gobernantes
antes “robaban, pero hacían”. Se
quebrantan las leyes por doquier. Entonces, el cambio de conciencia
es de largo aliento -20 años, cuatro alcaldes- para entonces yo seré un sueño,
porque son estructurales. Los principios no
se negocian, los deberes ciudadanos construyen cultura ciudadana. Por eso,
el proceso de construir cultura
ciudadana empieza en los primeros años escolares y la familia. Si
bien tienen que participar múltiples sectores, debería ser liderado por los
educadores. Infortunadamente, la educación en Colombia todavía no aborda el
cuidado, el conocimiento y la comprensión de sí mismo, de los otros y del
contexto.
En todos los periodos históricos, la educación ha tendido a ser una
combinación de las concepciones presentadas, aunque en la modernidad, a causa
de las políticas de libre personalidad, presentan serias inconsistencias para
promover el respeto. Nadie puede ignorar que una población educada es la base
indispensable de una democracia auténtica. El Min-Educación, las secretarías y
muchos docentes descuidaron temas fundamentales asociados al desarrollo
integral y la formación de competencias éticas. Como quiera que perdió fuerza
la transformación voluntaria; “tocar el bolsillo”, con multas económicas puede ser una medida complementaria
para infracciones específicas. Un enfoque efectivo de cultura ciudadana implica
comprender las motivaciones humanas, fomentar el aprendizaje, la participación,
el trabajo en red y la capacidad de los ciudadanos para generar cambios
sostenibles en la convivencia.
Civilidad: Mientras tanto, van ganado
las mafias y, los políticos de toda laya que se nutre de la corrupción con
marrullas buscando el beneficio personal a toda costa.

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