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sábado, 13 de diciembre de 2025

El juego de aguinaldos

 


Los aguinaldos tienen su historia, pero como toda tradición se pierde. En la mitología de Popayán, ese conjunto de mitos cuando la ciudad, era un pueblo con su propia cultura, se desvaneció en la noche de los tiempos bellos. Esta costumbre, posiblemente perduró hasta muy cerca de la década de los 80. Tal como si fuera abolida y desterrada se fue desvaneciendo quedando solo las reminiscencias como si hubiese sido, definitivamente prohibida con todo rigor.

Las dinámicas sociales, cambiaron la genuina manifestación popular de jugar durante esta temporada a los aguinaldos y, que ahora se convirtieron en la interacción de dar y de recibir regalos de Santa Claus o Papá Noel. Reemplazaron las reuniones familiares por conexiones virtuales. Las redes sociales alteraron la forma en que las personas interactuaban durante las festividades.

En viejos tiempos, “Jugar a los aguinaldos”, era una costumbre muy singular, para apostar niños en edad escolar y aún más pequeños y, los adultos que esperaban estos días con gran ilusión aquella práctica de juegos alegres y de espíritu festivo durante las vísperas de las festividades navideñas.

Jugar al ´sí y no´ y ´hablar y no contestar´, era tan divertido, que llenaban los hogares con risas y camaradería, que ahora se ven eclipsadas por la comodidad de los dispositivos electrónicos. Por eso los niños de ahora tienen esa adicción que se caracteriza por una necesidad compulsiva de usar dispositivos, lo que lleva a comportamientos como ansiedad, irritabilidad, aislamiento. Como resultado de la modernidad, se perdieron esas tradiciones en los niños que antes corrían emocionados para enfrentarse cara a cara para participar de la diversión, sin complicaciones en los juegos de aguinaldos; ahora permanecen cabizbajos obsesionados con las conexiones digitales.

Recordemos, que estos juegos eran de concentración y, tenían como objetivo integrar a la familia de manera divertida en Navidad. Eran actividades más que simples juegos, pues, se convertían en hilos que tejían memorias y gran sentido de comunidad.  Pues, quien ganaba un punto, debía gritar: “mis aguinaldos”. Y se hacía merecedor de su regalo, quien más puntos tuviera durante el tiempo que acordaran jugar el aguinaldo.

“Hablar y no contestar”, era otro juego por demás simpático que se debía eludir cualquier pregunta o dialogo con el fin de evitar una conversación con el contrincante. Así que, el que contestara, perdía el aguinaldo.

 

Otro juego como un desafío para personas educadas, era el llamado: “con permiso me siento”.  Por lo que, se debía pedir permiso para sentarse y, perdía quien se sentara sin haber pedido permiso si sus competidores lo descubrían.

“El beso robado”, era un juego solo para parejas: hombre-mujer, desde luego cuando había respeto, confianza y un gusto recíproco. El juego estaba ligado al círculo de confianza.  Estando la otra persona completamente descuidada, se aprovechaba para darle un beso en la mejilla, la frente o la boca de acuerdo a la apuesta. De paso, así resultaban los amoríos.

Otro aguinaldo de pura concentración era, apostar: “al sí y el no”, cada persona debía de elegir una de las dos opciones para responder siempre, de esa manera ante cualquier pregunta que se le hiciera. El objetivo consistía en que, si la otra persona contestaba equivocando la respuesta, perdía. 

“Palito o pajita en boca”, este era uno de los juegos más populares. Se trataba de tener siempre algo en la boca: un chicle, un dulce, un palito o pajita, para que cuando alguno de los participantes dijera: “pajita en boca” el otro participante debería abril la boca y mostrar el contenido. De no cumplir con la exigencia, perdía.      

Tiempos hubo, en los que la gente de enantes, también seguían esta costumbre. A los 'millennials' hay que explicarles detenidamente lo que era el juego de aguinaldos, ya que, con seguridad, ni siquiera tienen el recuerdo perdido en un rincón de su infancia. A lo mejor les suena la palabra, como sinónimo de regalito en metálico de escasa cuantía entregado en Navidad, o porque ese vocablo o término aparece en la letra de algún villancico. Pero NO, el aguinaldo era otra cosa, era un entretenido juego afectuoso que se jugaba una vez al año. Era una tradición muy positiva porque ayudaba a que la familia compartiera y se uniera en esta época de amor. Incluso servía para el reencuentro de esas personas que sólo se ven en estas festividades.

Civilidad: Lástima desapareció esta tradición divertida y, solo quedó para la posteridad en la letra del villancico.

 

sábado, 6 de diciembre de 2025

Las Navidades no son iguales

 


El 7 de diciembre seguirá siendo el “día de las velitas” como vísperas de una festividad religiosa dedicada a la memoria y servicio de la Virgen María. Es una fecha que marca el inicio de las festividades navideñas. Pero, no todas las navidades son iguales. Ha cambiado mucho, no son iguales debido al relevo   generacional, que es la evolución gradual de una generación a otra. Es lógico porque afecta, comportamientos, actitudes, tradiciones, expectativas sociales, influencia de los medios y la forma en que cada generación vive la celebración. De todas formas, la percepción de que las navidades son diferentes puede deberse a la presión social por ser feliz en Navidad, que es un sentimiento común.

Sin embargo, es la corriente consumista, la que cada año trata de acercar más la Navidad con luces, anuncios de perfumes, juguetes, gente que se muestra muy feliz.   Aunque, realmente no estamos obligados a entrar en esa tendencia sociocultural de comprar bienes y servicios en exceso, más allá de las necesidades reales, impulsada por la publicidad y la creencia de la felicidad. Hay que tener en cuenta que existen muchos motivos y experiencias que difieren de las vivencias personales de cada persona, por lo que también, podemos sentir tristeza o rechazo a estas fiestas. Angustia por la ausencia de algún ser querido o porque está lejos de casa; porque toca trabajar o porque no tiene trabajo; por una enfermedad o simplemente, porque no comulgas con lo que nos quieren vender como “Navidad”. Claro, algo de esto es un problema, que, combinado con la presión social, nos puede sumir en un leve estado depresivo. Por eso, las navidades nunca serán iguales porque cada año trae circunstancias, experiencias y personas diferentes, y nuestras propias percepciones cambian a medida que envejecemos. Factores como la evolución de las tradiciones culturales, las expectativas sociales y las situaciones personales influyen en cómo se vive la festividad, haciendo que cada celebración sea única. La forma en que vemos la Navidad se altera con la edad, las experiencias y los cambios en nuestra vida. Lo que antes era felicidad infantil se transforma en una reflexión adulta, y los gastos reemplazan la ilusión de los regalos.  No todo el mundo vive la Navidad de la misma manera. Para algunas personas puede ser una época de alegría y celebración, mientras que para otras puede ser un periodo de tristeza, ansiedad o conflicto debido a diversas circunstancias de la vida. La presión por "aparentar felicidad" y las representaciones idealizadas en los medios pueden dificultar la experiencia individual de la Navidad y hacer que se sienta diferente a lo que "debería" ser.

En todo caso, las celebraciones navideñas en el mundo no son iguales y, reflejan diferencias con las tradiciones locales. Por lo que, es posible adaptar o dejar de lado ciertas tradiciones para crear experiencias más genuinas y significativas. Algunos ven los cambios como una pérdida,  otros la ven como una evolución. Las celebraciones adultas pueden carecer de la magia infantil, pero ganan en significado, de gratitud, conexión consciente con los seres queridos y la alegría de crear nuevas tradiciones. A medida que maduramos, la Navidad puede pasar de centrarse en los regalos a centrarse en el tiempo de calidad, la reflexión, la solidaridad o la simple paz y el descanso. 

Concluyendo, es totalmente cierto que cada Navidad es única y diferente a la anterior porque la vida misma es un proceso de cambio constante. Lo importante es aceptar la evolución, no hay más remedio. Valoremos los recuerdos del pasado sin dejar que eclipsen el presente, encontrar la alegría y significado en la forma en que se viven las fiestas ahora, creando nuevas tradiciones, disfrutando de las personas que están presentes hoy.

Civilidad: La Navidad es la oportunidad para reflexionar sobre lo que realmente importa, recordando, lo afortunados que somos, valorando lo que tenemos.

 

 

sábado, 29 de noviembre de 2025

Gregorio Eljach, hombre grato

 


“Hasta las banderas”, me valgo de esta expresión usada en arte de la tauromaquia y, acuñada por los reporteros taurinos para indicar de esta forma, que la plaza de toros estaba llena. Así mismo, vimos colmada, la fascinante y representativa aula máxima de la Universidad del Cauca, “el Paraninfo Francisco José de Caldas”. Allí se congregaron, familiares, amigos y miembros de la sociedad payanesa para acompañar al Dr. Juan Gregorio Eljach Pacheco en la imposición de la “Medalla Universidad del Cauca en la denominación de exalumno eminente”. Recibir esta medalla es un gran honor, porque es considerada como la más elevada “distinción que confiere la Universidad del Cauca a personas naturales y jurídicas, que estén o hayan estado vinculadas a la Institución como docentes, alumnos, exalumnos y funcionarios administrativos y, otros que, en nombre de ésta, hayan contribuido al desarrollo político, económico, cultural, técnico y científico de la sociedad”.

Bien merecida la tiene el Dr. Eljach Pacheco, graduado en la Universidad del Cauca en Popayán, con  especializaciones de gestión de entidades territoriales, derecho público, derecho constitucional y parlamentario y derecho urbano en la Universidad Externado de Colombia. Con maestría de gobierno municipal en la misma universidad. Y próximo a obtener un doctorado. ​ Sus títulos bien obtenidos, son testimonio de su perseverancia y pasión por las leyes.

El Dr. Eljach Pacheco, es un hombre grato y brillante en el arte de hablar con elocuencia. Goza de habilidades verbales como la modulación de la voz, pausas efectivas y un lenguaje claro, congruente, que deleita a la audiencia. Con la inspiración del óleo “Apoteosis de Popayán o Canto a Popayán” hizo su magistral exposición, manteniendo un ritmo constante para referirse a la Universidad del Cauca, diciendo: “gracias por abrirme las puertas y brindarme la oportunidad de avanzar en mi carrera profesional”. Y, señalando a los dos costados, mostró las firmas de Bolívar y Santander de ideas distintas, antagónicos debido a profundas diferencias políticas y de visión sobre el futuro de la Gran Colombia, manifestadas en visiones opuestas sobre el gobierno. Es un hombre grato porque evocó apartes de la cátedra de historia sobre las “dos fundaciones de la Universidad del Cauca”. Una cuando la fundó en 1827 Francisco de Paula Santander y, la otra, durante su nacionalización  mediante la Ley 65 de 1964, bajo la rectoría del Dr. Benjamín Iragorri Diez y el gobierno del Presidente Guillermo León Valencia. “De no haber sido así, no tendríamos Universidad” resaltó. Para quienes asistimos a ese evento, sentimos sus palabras cargadas de gratitud, moviéndonos las fibras más intensas del corazón porque ser "unicaucano" significa representar a la Universidad del Cauca con orgullo, con responsabilidad social y, conocimiento profesional para enaltecer su nombre.

Juan Gregorio Eljach Pacheco, es un hombre grato, porque la gratitud es la memoria del corazón. No olvidó el origen de su carrera política, que empezó como asesor técnico de Aurelio Iragorri Hormaza, quien siempre fue su mentor. Como servidor público, siempre ha sido guiado por sus valores de honestidad, respeto, compromiso, diligencia y justicia en pro del bienestar ciudadano. Gracias a ello, hizo tránsito por el congreso durante 30 años como secretario general de la Comisión Especial de Seguimiento. Y, entre 2012 al 2024 fue secretario general en el Senado de la República, hasta el momento en que asumió el alto cargo de la Procuraduría General de la Nación elegido por la mayoría (95) congresistas.

Ahora, todas las bendiciones para que le dé la fortaleza suficiente en los momentos de dificultad. Rogando al Altísimo por su sabiduría para que guíe a las autoridades hacia lo que es justo. Orando para que le de fuerza y claridad al tomar decisiones, y para que al final de su labor el Dr. Juan Gregorio Eljach P. sea bien recordado.

Civilidad:  "La Paz Electoral que impulsa la Procuraduría busca garantizar que el ciudadano pueda votar sin miedo y sin coacciones". 

 

sábado, 22 de noviembre de 2025

El semáforo en rojo

 

¡Pare a allí! Primero que todo, digamos que la red semafórica de la ciudad es obsoleta. Es una verdad innegable y por demás alarmante. Mirando hacia atrás, los semáforos de Popayán tienen un atraso de más de 30 años y, muchos más, porque cuando los instalaron en Popayán, estos ya eran remasterizados. Así que estamos llenos de semáforos viejos, muchos dañados, y algunos no aguantan “pañitos de agua tibia”, -inspecciones técnicas ni mantenimiento-. Todo en su conjunto, de ninguna manera contribuye a solucionar el problema de movilidad en la ciudad. Es una situación grave con la que los conductores respetuosos deben lidiar a diario para no poner en alto riesgo la vida de los ciudadanos. Cuando esos destartalados semáforos no funcionan se convierte en un peligro latente.

Charlatanes en todos los tiempos, se valen de los votos ilusionando sobre cambios. Ya elegidos, pierden la vergüenza; en tanto los electores malgastan el respeto. El progreso importa poco, pues hasta ahora, ninguno ha dado paso a un sistema inteligente de tráfico.  Y en esas seguimos desde hace varios años

Hay momentos en la vida de los políticos que cuando hablan de cambios, se traduce en emoción humana, sensación a nuevos aires de renovación y grandeza. Pero, cuando hablan mucho, que gran desilusión, porque tarde despertamos a la realidad con la idéntica verborrea, seguimos con los mismos semáforos del siglo pasado. Detrás de tantas promesas hay muchas obras históricas pendientes para con Popayán. Y este tema de los semáforos sí que es una deuda que urge solucionar. De verdad que en materia del sistema de semáforos da pena. Popayán pide ajustarla a la modernidad, convertirla en una ciudad inteligente. El tráfico automotor, en las calles cada día es peor el caos, sumado a la insoportable incultura vial de muchos ciudadanos.

Y, es que, además de la obsolescencia semafórica y, del parque automotor de servicio público colectivo y taxis, es ejercido por conductores "daltónicos", o sea que, padecen daltonismo, cuya condición genética causa dificultad para distinguir ciertos colores, principalmente entre el rojo y el verde. Sin duda alguna, los indisciplinados conductores, no diferencian los colores en absoluto, o los ven de manera diferente a como les conviene en la “guerra del centavo”. La afección es eminentemente económica y afecta en la vida de los peatones.

Pasar un semáforo en rojo en Colombia, es considerado una infracción grave, de acuerdo con el Código Nacional de Tránsito (Ley 769 de 2002), conducta que puede acarrear una multa económica que actualmente asciende a $1.145.029 pesos (equivalente a 30 salarios mínimos diarios legales vigentes) Desde luego, esto, dentro de las normas del código de tránsito, en el papel todo es plausible. En esta culta ciudad nadie la aplica, dejando de percibir grandiosos ingresos.  

Si Popayán tuviera una buena autoridad de Tránsito, ayudas tecnológicas y el compromiso definitivo por el cambio “otro gallo cantaría” ¡Modernidad o atraso!

Por ahora, mucha resiliencia para seguir en las mismas, incluso utilizando prácticas de viejas épocas, donde resulta mejor apagar los semáforos, apelando a la falacia anecdótica, donde el argumento parece correcto, porque se sostiene con la práctica de dirigir el tráfico con el dulce abrigo rojo de la mano de venezolanos, tal como lo muestra la fotografía que ilustra este escrito. 

Y si, se revisara el convenio de colaboración, firmado en 2017 en que se entregó a la empresa Quipux el 60% de los ingresos por multas, dejando solo el 30% al municipio de Popayán, podría reinvertirse en un plan urgente de modernización para mejorar las necesidades públicas como reducir la accidentalidad y optimizar la gestión del tránsito en la ciudad.

Civilidad: La tarea de retirar los semáforos inservibles es un enorme reto y todos los saben, menos la autoridad del tráfico vehicular.

 

domingo, 16 de noviembre de 2025

¡Si tuviéramos el ferrocarril!

 



Un claro ejemplo de lo que es un yerro, podría ser el equivocado levantamiento del tendido de las vías férreas en Colombia. Los medios de transporte a través del ferrocarril, lastimosamente se perdieron por la falta de visión y despreocupación de los gobernantes de turno. Pero no fue por disposición de una sola persona que acabara con los ferrocarriles.  La realidad del fracaso del ferrocarril en Colombia, fue un proceso con la combinación de varios factores:  geografía montañosa, falta de inversión y modernización; administración deficiente con corrupción y altos costos laborales; dependencia de las exportaciones, y a la competencia de la red vial con la llegada de los camiones.

A la ciudad de la eternidad  y el olvido, el ferrocarril llegó el 26 de junio de 1926, marcando el primer viaje inaugural entre Cali y Popayán. La llegada de este tren se dio durante la gerencia de Alfredo Vásquez Cobo, y contó con la presencia del presidente de la república. Durante su inauguración asistió el presidente Pedro Nel Ospina, cuya presencia permitió construir una anécdota corta, pero tan real, que se mantiene hasta la fecha. Todo lo que cuentan, incluidos los detalles, ocurrieron, más o menos, como se explica; aunque el paso del tiempo, siempre borra o altera la memoria.

Aquel día, en Popayán cuna de diecisiete presidentes colombianos, fue tanta la concurrencia que, el presidente Pedro Nel Ospina, se sintió incómodo con la actitud de los payaneses porque casi ni atención le prestaban; entonces uno de los ciudadanos que se encontraba a su alrededor le respondió: “En Popayán estamos acostumbrados a ver presidentes, pero es la primera vez que vemos un ferrocarril.”

Dentro de la historia de los ferrocarriles de Colombia las vías férreas se tendieron en la década de los años veinte en búsqueda de soluciones al transporte masivo de carga y de personas. Pero como todo en Popayán, aquí llegaron tarde. En el país había pasado la hora de la mula de hierro y, después de la década de los cincuenta una a una se fueron desmontando. Tan lamentable fin, refleja problemas de liderazgo político y falta de planeación a nivel nacional y local, cuyos responsables no concibieron un sistema de transporte a largo plazo. Fue así como entre 1930 y 1954, las políticas del Gobierno nacional prefirieron las carreteras y una a una, las viejas locomotoras desaparecieron.

Cien años después, ni los vestigios quedan. En la actualidad el sistema de transporte es una necesidad sentida. Retrocedió la ciudad. Sin embargo, esa hermosa estación del ferrocarril de Popayán, prevalecía como un referente arquitectónico, un auténtico icono, que marcó tendencia estilística en la ciudad, que fue construida en 1924, ya no existe, fue demolida en 1975. Para derrumbarla tuvieron que meterle cientos de kilos de dinamita, ya que era una construcción de concreto reforzado, con gruesos muros y reforzadas columnas. Ha sido una de las tantas pérdidas lamentables que ha tenido la ciudad. Hoy solo los recuerdos quedan. Y entonces, el último tren que marcó el fin del servicio ferroviario, llegó a Popayán, hasta 1967 cuando se demolió la estación.

Si tuviéramos esas líneas férreas activas, los beneficios serían múltiples:  reactivación económica, generación de empleo y conexión de regiones. "Si existiera el ferrocarril, otro gallo cantaría", frase propicia para lamentar diciendo que, si hubiesen tomado una decisión distinta, la realidad hoy sería mucho más favorable. Hoy, la falta del ferrocarril, -como medio más rápido y eficiente de transporte en su época- es vista como la razón de una situación negativa actual. Entonces, la frase insinúa que, si se hubiera implementado o mejorado el ferrocarril, las cosas serían mucho mejores. 

Hoy día, viajar a la sucursal del cielo desde la hidalga ciudad o viceversa, se demora varias horas, convertido en un calvario. No hay derecho, ni cuerpo que lo resista. Los peajes son una tortura, no venden los prepagados, ni ponen más empleados. Impotentes ante la seguidilla de camiones, tracto-mulas obstaculizando el paso. ¡El tráfico vehicular, en manos de Dios!

Civilidad: viajar por tierra es un martirio, no es una metáfora para describir el viaje por tierra. Extremadamente agotador, desagradable, una tortura, además peligroso.

 

sábado, 8 de noviembre de 2025

Hablemos claro y sin tapujos

 

Cada domingo me valgo de este espacio para reflexionar, explorando temas relacionados con la “semidormida ciudad” en medio del bullicio. Hace 16 años iniciaron el plan de movilidad urbana, hoy inconcluso. Así que hablemos sin rodeos para explicar algo complicado y desfavorable para Popayán. Se trata del incumplimiento y la tardanza de las obras que no parecen tener un destino final sino fatal en “el túnel del tiempo”. Son obras metafóricamente, detenidas como el reloj de la Torre.
Era un proyecto de construcción, para producir un resultado en un tiempo determinado, con un comienzo y un fin determinado, desde luego, con recursos establecidos por la máxima autoridad de planeación en Colombia Conpes. Pero la finalización tardía, es un riesgo que trae consecuencias, como: sobrecostos, mala calidad o fracaso. El caso de Popayán, es sui generis caminando a paso de tortuga. Desde la colina del “Morro” percibo la ciudad adormilada, donde el lento atardecer da paso a la oscuridad, para que sus calles sean absorbidas por el cielo, mostrando la siguiente radiografía: 
 
 El Sistema Estratégico de Transporte Público (SETP) de Popayán es un proyecto de movilidad iniciado en el 2009, que buscaba mejorar el servicio de transporte colectivo, haciéndolo más eficiente, seguro y sostenible a través de la adopción de tecnología como el sistema de recaudo centralizado y el control de flota, con un nuevo esquema institucional para el mejoramiento de la infraestructura vial.
 Para ello, crearon la empresa” Movilidad Futura S.A.S., encargada de planificar, coordinar y ejecutar la implementación de este sistema”. Celebraron con la Universidad del Cauca, el Convenio Interadministrativo 2.3.32.6/150 de 2010 para la elaboración de los diseños para la adecuación de la infraestructura urbana requerida por la fase 1 denominado “Sistema Estratégico de Transporte Público, estableciendo las actividades de obra contempladas en el proyecto correspondiente.

En 14 de octubre de 2016 expidieron el decreto municipal, estableciendo en el Art. 1°, la adopción de “El Plan Maestro de “Movilidad para el Municipio de Popayán”. Y en el Art.2° la Protección del Centro Histórico. Para la implementación del Plan de Movilidad en el sector antiguo de la ciudad de Popayán, al ser un bien de interés cultural del ámbito nacional se cumplirá con el plan especial para su manejo y protección, establecidos establecido (sic) mediante resolución 2432 de 2009 del Ministerio de Cultura”.

Hoy la lentitud en las obras, demuestra que Popayán padece esa incurable enfermedad hereditaria: “pachorra administrativa”, 16 años demorando un problema técnico-financiero, costoso, complejo y arriesgado en esta construcción.  Ahondando cada vez, las preocupaciones del establecimiento municipal con altos pasivos económicos. Situación que da paso a la distribución de responsabilidades entre las partes reclamantes y defensoras. Solo hasta septiembre de 2025, el Concejo Municipal de Popayán, se permitió monitorear el avance real del proyecto, comparándolo inoportunamente con el avance planeado, determinado dentro del presupuesto y los tiempos estipulados en la planificación del Sistema Estratégico de Transporte Público (SETP). Solo allí, los concejales expresaron profundas y tardías preocupaciones frente al futuro del sistema, señalando atrasos estructurales, falta de ejecución, poca articulación institucional y creciente incertidumbre financiera.

No les sobra razón, pues el transporte público no puede seguir en la incertidumbre. Sobran diagnósticos, pero no hay soluciones. Es hora de exigir respuestas y resultados positivos, en la ciudad que impide la capacidad de caminar del peatón porque es una trampa para él. A paso de tortuga, con retrasos para obtener un transporte moderno, eficiente y operativo. El objetivo principal del Sistema Estratégico de Transporte Público para el municipio de Popayán estaba enmarcado dentro de las políticas y estrategias del Gobierno Nacional para apoyar a las ciudades intermedias en el desarrollo de un sistema de movilidad eficiente y autosostenible. Así que las obras están paralizadas o suspendidas y todavía sin conformar legalmente el Operador del Sistema de Recaudo Centralizado para el Sistema Estratégico de Transporte Público -SETP- Entonces, el transporte público colectivo se transformó en un símbolo del abandono colectivo. El municipio de Popayán sufre la dolencia financiera, porque tanto a nivel nacional como acá existen dificultades económicas.

¿Por qué tanto atraso? es un galimatías que nada tiene de fácil. El Estado sometido al Estado. La contabilización de sobrecostos y la ausencia de flujo de caja, significa que no hay dinero suficiente para cubrir los gastos y obligaciones a corto plazo. Hay mucha incertidumbre, seguida de muchos fracasos, -para las ruedas salvajes- ante el incumplimiento de la duración acordada. ¿Otro “elefante blanco? En lengua castiza: “la olla está raspada”.

Civilidad: “La Ciudad Blanca”, entre la mudez de quienes han ejercido el reinado entre los hombres, sigue soñando con resiliencia del espíritu, resistiendo la agonía material y humana.

 

sábado, 1 de noviembre de 2025

La ciudad maldecida (Así estamos)

                                                                           


El título de este escrito duele mucho, pero duele más, callar lo que quiero decir.  Aguantar las ganas de escribir no va conmigo, aunque enmudecer es lo más fácil. Trago saliva, mientras todos callan hasta que el problema pasa. Mucha gente cree que quedarse callado evita complicaciones, menos discusiones, menos riesgos. Es que se volvió intolerable tanta contrariedad, una tras otra. La ruina se adueñó de la ciudad, que hoy carece de títulos de propiedad. Cae a pedazos en manos muertas.   Los tiempos cambian, derriban lo viejo y, surge “el progreso” entre las reliquias.

La decadencia ha llegado al punto de rayar la historia de varias generaciones. No hay duda sobre “la ciudad maldecida”, relacionada principalmente a la leyenda de la Cruz de Belén.  Maldición que se remonta desde cuando desterraron al arzobispo Carlos Bermúdez Pinzón, quien maldijo a Popayán antes de su partida en 1877, pronunciando estas palabras: "Maldigo a esta ciudad, cuna de masones y enemigos de Dios. El día que la cruz de la iglesia de Belén caiga, los muertos saldrán de su tumba y Popayán se acabará". Menos mal, la ruina no ha sido total, porque la cruz, contiene inscripciones que rompen el mito de esa leyenda, con oraciones espirituales que protegen la ciudad.  

Las maldiciones son creencias no comprobables, aunque existen las coincidencias que, desde la perspectiva estadística, son probables, conectadas por causalidad, pues el cerebro humano tiende a buscarles un significado. Los hechizos del mal, han sido parte de la humanidad desde tiempos inmemoriales y, subsisten. Desde la antigüedad, hasta las culturas modernas, el sentido de ciertas palabras, rituales o incluso, “las ojeadas”, que suelen desencadenar en desgracias. Han sido recurrentes en la historia humana y siguen provocando impacto en el comportamiento de las personas que las creen, en su percepción de la realidad.

Quien esto escribe, no es nada supersticioso, distinguiendo las maldiciones como habladurías. Sin embargo, en contemplación intensa, repasando hechos perturbadores y redundantes en Popayán, me hacen juzgar que la maldición se ha adaptado al contexto contemporáneo.  

En el caso de Popayán y su "maldición", se amolda a mi propia cosmovisión desencadenada en verdaderas fuerzas negativas que aturden la ciudad. En una primera lectura, leo la fecha de su fundación, con una diferencia de solo un año con Cali el 25 de julio de 1536 y, Popayán el 13 de enero de 1537. Sin pretender hacer una descripción minuciosa, sino una tentativa de presentar a los lectores una reseña muy general del desarrollo de la progresista Cali, comparada con la decadencia de la "hidalguía" y la “pureza de la colonial” Popayán, como consecuencia de una combinación de factores: corrupción estructural y política, que resultan de malas decisiones gubernamentales. Entre ellas, demoras en obras, generadas por la mala planeación, la falta de coordinación con otras entidades y empresas de servicios públicos, males económico-sociales y el empleo exagerado de trámites. Son muchos ejemplos convertidos en paisaje: la perdurable invasión del espacio público, bloqueo de vías, incultura ciudadana, infraestructura deficiente y congestión del tráfico, atraso digital - semáforos-, vandalismo grafitero, delincuencia y violencia…

Levanto los ojos del teclado, meditando sobre el atraso de la ciudad. Me invade el escalofrío, la veo desconectada de la realidad. No existe la urgente necesidad de paliar el atraso. Desdichadamente no se nota que haya remedios institucionales contra el atraso. En el aterrador contexto que vive Popayán, aparece de nuevo la desoladora distancia que separa las palabras de las vicisitudes. El uso débil de autoridades locales, no permite el medio para corregir las prácticas incivilizadas. Urge sanar la herida en la compostura de hombres y mujeres, con noción de valores, principios y conciencia cívica, que permita la formación de un “pueblo culto” para retornar la dignidad y la decencia.  

Nuestra “Alma Mater” perdió su rumbo. En siniestro “viernes cultural”, enfocado al salvajismo, quedó demostrado que la juventud está perdida con ideas baratas. Que un grupo de muchachos malcriados viven encadenados, metidos en una cueva, dentro de una visión limitada de la vida, a espaldas de la realidad, creyendo únicamente en las sombras proyectadas en la pared por objetos y personas que pasan detrás de ellos, infundidos por una hoguera.

Civilidad: Entretanto, los deseos de la gente vagan por encima del oscuro abismo de la resignación silenciosa que nos hace aceptar lo inaceptable.

 

 


domingo, 26 de octubre de 2025

Desde la banca del parque



 

Turbado por la tristeza, espero que la musa me acompañe para escribir esta columna dominical. Que mis ojos no se empañen porque cuando se aleja para siempre un amigo, me digo: -que pena no pude verlo la última vez- Hoy siento esa rara sensación porque con el correr de los días, resulta inevitable que el culpable del naufragio de la vida de tantos amigos, sea el paso del tiempo.

Se muy bien por qué me van quedando pocos buenos amigos, pero no quiero decirlo, porque en los últimos años he perdido casi todos mis mejores amigos. Creo que muchos de ellos aún siguen vivos, pero cuando me dan una luctuosa noticia, cabizbajo y meditabundo, siento la vergonzosa satisfacción de haberlos sobrevivido.  Pues, es un gesto de generosidad del Altísimo de los Cielos ¡Gracias Dios mío!

Hay amigos que se despiden pronto y hay amigos que continúan vivos; pero es como si ya se hubiesen ido. A menudo los busco, porque me entristece la falta de presencia de viejos amigos en la antigua banca del parque. Por obra de Dios, ya no va nadie, donde a veces coincidíamos en ella. Angustiosamente duele tanto el estado de los amigos que aún siguen vivos confinados en sus cuarteles de invierno, como la de los que de verdad cerraron sus ojos para siempre. En cualquiera de los dos sucesos, es inapelable que, el otoño llegue a nuestras vidas, trayéndonos valiosas lecciones: amigándonos con nuestra oscuridad, para ganarle horas al día. Y es que, nadie está a salvo de esa fila. Por ello, es inevitable deshacernos de lo que no necesitamos, al igual que el árbol se desprende de sus hojas; parece cierto, hay que alivianarnos de lo terrenal y mundano para valorar el momento presente.

Su alma se ha despojado de la vida de mi amigo, el abogado de la Universidad del Cauca, Álvaro Grijalba Gómez. Sentí pena por no haberlo visitado, porque habría sido doloroso para ambos, pues sentía que no aportaría ni paz ni alegría sino sufrimiento. Así que, como católico practicante, preferí incumplir la obra de misericordia de visitar a los enfermos. Mi amigo se adelantó en el camino de la vida. Hoy, para sobrellevar el duelo, honro su memoria narrando que tuve la suerte con el de compartir como los más antiguos columnistas del periódico local impreso, hoy “Nuevo Liberal” digital. Por su autoexigencia, por problemas de salud, meses atrás dejó de deleitarnos con su pluma. Fue una acumulación de amistad de largos años. Ejercimos la función pública con decoro, como corresponde a los servidores públicos. Actuamos con honestidad, dignidad, rectitud y respeto, priorizando el interés general, por encima de los beneficios personales, cuando la conducta ética y profesional incluía la honestidad, además la moderación en su trato con los ciudadanos y compañeros. Álvaro fue un noble amigo, religioso, amigo de Dios. Compartimos momentos de amistad valiosa, de esas que suelen requerir tiempo y esfuerzo. El “Grigo” le llamábamos en sus años de juventud, cuando se deleitaba como aficionado en el arte de lidiar toros, aunque le iba mejor como comentarista radial.

Álvaro, tu partida entristece. Espero que tu pluma siga volando en lo alto para que tus escritos sigan tocando corazones. Mientras Dios me obsequia un trozo de vida más, no te digo un sentido adiós, solo me atrevo a decir: ¡Nos veremos en la próxima página!

Civilidad: Una oración, en memoria de Álvaro Grijalba Gómez, para que quienes informan, lo hagan siempre con la realidad.

 


sábado, 18 de octubre de 2025

La cara bonita de Popayán


 

En mi libreta de apuntes, figura siempre la colección de tributos que debo rendirle a ese espacio otrora maravilloso. Sin embargo, mis escritos de amor como hijo de esta ciudad, seguirán siendo francos, aunque a diario le cambien su cara bonita, o le cambien de menú, con ruido, color y sabor.  La ciudad, tal y como la encontramos en la historia no es la misma ¿a Que fue de ese lugar donde se situaron el templo, el mercado, el tribunal y la academia? Sustituyeron sus signos vitales, símbolos, patrones de conducta y sistemas, todos en medio del tsunami que causa la anomia.

He vuelto varias veces, en algunos escritos míos, a esos procesos eleccionarios que se oyen en boca de muchos promeseros en su fingido amor para ponerle orden a la ciudad y transformar su imagen. De allí que, ese sonsonete histórico que le da vida a la ciudad, es el mismo que le permite resistir. A lo largo de treinta y siete años desde 1988, cuando por primera vez, los alcaldes de Colombia fueron elegidos por voto popular. Es simplemente otra fecha histórica, en el escenario de la competencia entre políticos. Esa interacción social con la ciudad, es restringida y sin garantías, porque no hay interés colectivo en las instancias de -intermediación entre la comunidad y el gobierno- por sus vacías e incumplidas promesas, que en la práctica siempre se incumplen. De allí que derrumbar paradigmas en la conciencia ciudadana va más allá del voto. Por ello, la fiscalización al poder público, es otra actividad ciudadana que debemos realizar hasta hacer entender que, sin la ciudad, muere la política y no es concebible la democracia. La ciudad, justamente, es nuestra primera escuela de la libertad

Escribo entre la razón y la fe sobre las cosas lindas de Popayán, que son más escasas que las cosas feas. De que sirve que Popayán de siglos pasados haya sido una de las ciudades más importantes y decisiva en escenarios clave de dominación de los conflictos políticos, sociales y económicos del país. La ciudad siempre fue espacio central de las reivindicaciones por días mejores. Hoy a duras penas subsiste como una estropeada reliquia arquitectónica, sin definir ni concretar políticas públicas, en su mal presumida vocación de ciudad turística, religiosa o universitaria.

Duele remachar que tanto habitantes como el mismo Estado, la han ido convirtiendo en un verdadero Leviatán, cada vez más aislada de la sociedad civil. Las formas de participación se transformaron, en el mejor de los casos, en pequeñas colonias, siendo la más pequeña e improductiva, la de Popayán. La fuerza histórica de participación, la transformaron, en simples sufragios que no comprometen ni al mandante ni a mandatarios. Con el transcurrir de 37 años del voto popular, ahondaron la crisis económica, las políticas de ajuste, privatizaciones, redefiniendo la participación social, excluyendo en buena parte a los ciudadanos, que a fuerza de resistir no han podido superar la triste realidad. 

Como una salida al caos, han permitido cambios nada importantes con la perspectiva del comercio desmedido como respuesta a la crisis social. Le dañaron la cara bonita a Popayán y, la supervivencia de la arquitectura colonial, que con el paso del tiempo no pudo resistir las nuevas tendencias sin poder conservar su tipología colonial.

Al día de hoy, a los ojos de muchos, con sentimiento local, amantes del estilo español, suspiramos por unas verdaderas y permanentes cruzadas por la restauración del casco urbano más antiguo de la ciudad. Recordemos que varios siglos atrás era un espacio realmente idílico. Eso precisamente, es lo que los turistas nacionales y extranjeros venían a admirar. Pero, por la ignorancia de la tradición, Popayán ha perdido su antigua belleza. Siempre fue hermosa, disfrutando de una arquitectura decente y tranquila. Hoy las cosas han cambiado. La cara bonita con intención maldita la afearon considerablemente. Los políticos y los que gobiernan no se dan por enterados que hay que salvar lo poco que queda de la bella ciudad.  Las calles coloniales, los puentes, las iglesias, los caserones siempre, dominan el discurso político para hacerse elegir, pero por ninguna parte se escucha nada sobre cómo hacerlo.  La belleza termina en manejo deficiente de problemas comunes: congestión de tráfico, basuras, inseguridad.  La suerte de Popayán, es poca. El marco histórico, convertido en huecos para abrir ventanas, ventanitas, muy seguidas de puertas y puertitas como un horror; un completo desastre arquitectónico, irremediablemente antiestético a su manera, tan feas que no encajan con la buena ciudad.

Civilidad: Implorar ante el Dios protector por la bella tradición arquitectónica que no es percibida para cuidar y mantener, tampoco valdrá la pena visitar.

sábado, 11 de octubre de 2025

El imperio de los carros

 


El vehículo motorizado como nuestra sociedad son protagonistas de este escrito. Así que el ciudadano, que a lo largo de la historia de Popayán había ocupado en toda su extensión las calles, plazas y, el espacio público, compartiéndolo con carruajes de tracción animal, hoy es brutalmente expulsado del centro de la calle, arrinconándolo hacia las estrechas aceras. Las calles están invadidas, colonizadas por vehículos, públicos, privados y oficiales en movimiento o en reposo. La invasión de la ciudad por parte de "automotores" -vehículos- ya no respetan nada ni a nadie. No solo la invaden, sino que se apropian del espacio público, generando una absurda transformación urbana de la ciudad. Ya no es la bella villa de los humanos que caminan. La transmutaron, adaptaron, y la sometieron en su forma y funcionamiento a la irracional jauría de los motorizados en zonas urbanas destinadas a la circulación y almacenamiento de vehículos. Popayán hoy, es un mega-parqueadero, con infranqueables barreras. La ciudad perdió el respeto, los infractores no tienen preocupaciones por las multas; por eso, se estacionan sobre andenes, a ambos lados de las calles o donde les provoque. Popayán, es una ciudad sin Dios ni ley.  Aquí todo el mundo hace lo que le dé la gana.

El imperio del automóvil, sobre la ciudadanía abarca prácticamente todos los aspectos de la vida de la ciudad: enjambres de vendedores ambulantes, motos y carros que invaden los andenes y las vías de Popayán. No es un fenómeno nuevo, pero crece. Conductores y semáforos descontrolados, coartan el libre movimiento de los peatones priorizando con un larguísimo ciclo el paso de los vehículos, contra un breve periodo para peatones: personas ancianas, mujeres embarazadas, niños o con problemas de movilidad. Imposible caminar por las invadidas aceras en línea recta, por el trazado más corto y directo. Los caminantes supeditados a cruces y absurdos giros en zigzags para eludir la peligrosa circulación rodante. Son muchos los aspectos de prevalencia del automotor que entorpecen la vida cotidiana de los ciudadanos de a pie.

Incuestionable, el vehículo privado, (coche, moto), es desde la óptica individual un invento fabuloso, que permite, moverse libremente espacial y temporalmente, transportando familiares, amigos o mercancías puerta a puerta. Es teóricamente rápido y flexible. Sirve para viajes interurbanos medio-largos, es un instrumento de movilidad individual, complementaria del transporte público. Pero, en esta época del mundo en que el hombre viaja a la luna y atraviesa el planeta de punta a punta en pocas horas, la movilidad urbana en Popayán, -sin ser una metrópolis del planeta- es en general un verdadero desastre. El tráfico caótico con interminables colas, la congestión de tráfico es el pan nuestro de cada día.

La deficiente movilidad urbana y sus graves secuelas sobre la vida y salud en la ciudad, son sin equívoco, uno de los principales problemas que preocupan a los ciudadanos y un desafío para la administración municipal. Existe un general consenso respecto a la gravedad de ese problema. Pero, no se vislumbran cambios, sobre este diagnóstico y la manera de encararlo.  El caos es cada vez más extendido y generalizado. Son nefastos los resultados, evidenciados en el sinnúmero de accidentes. Hay más contaminación, más ruido, más muertes. Fruto de ello, las infracciones viales que rompen y rasgan, la continuidad de las históricas tramas urbanas de calles y edificaciones de la tradicional ciudad de toda la vida.

Pareciera que las vías no se hubiesen diseñado para seres humanos, sino para automotores, con la ciudadanía relegada a los márgenes. La realidad es que, ante la irrefutable ineficacia y letal crudeza del tráfico urbano, la ciudadanía, prefiere mayoritariamente el modelo basado en el vehículo privado frente al transporte público. Aunque el carro sea una máquina letal. Pues, no existe en el mundo otro instrumento, ni guerras, ni terrorismo, ni grandes catástrofes naturales, con mayor capacidad de exterminio de la especie humana.

De nada valió disminuir el ancho de las calles a favor de carriles para las deterioradas busetas; sin buenas aceras ni carriles bici, creando en corto tiempo un fuerte desencanto. Fácil comprobar las desventajas del proceso: “Movilidad Futura”: con las estaciones para paradas de transporte público, invadidas por la maleza, convertidas en “elefantes blancos”. Sin embargo, la valoración ciudadana, siempre termina ignorada por la pauta publicitaria oficial sustentando: “mucho ruido y pocas nueces”

Pero el caos vehicular no es solo producto del mal parqueo o por falta de cultura ciudadana. Tiene un sentido más costoso y más indignante: los semáforos inteligentes… que son brutos de nacimiento, porque no funcionan. A la ciudad le falta modernización, tecnología de punta, inteligencia artificial para mejorar la movilidad.

Al garete las normas de tránsito en Popayán. No existe evolución ni desarrollo en infraestructura vial ni cambio de coincidencia respecto a la forma de actuar aplicándose, sobre el tema que este artículo pretende profundizar.

Civilidad: Según Margaret Thatcher, el automóvil da estatus social cuando afirma: “Si un hombre después de los 40 años se encuentra en un autobús, puede considerarse a sí mismo como un fracasado”.

 

sábado, 4 de octubre de 2025

Huellas del pasado para patojos

 

Escribo porque es mi a forma de expresar lo que yo siento y que los demás me entiendan. Escribo no para juntar letras y frases sobre el papel; escribo para plasmar lo que llevo adentro. Es una especie de simbiosis, entre el escritor y la ciudad. Escribir sobre Popayán, eso es.

Mi estilo me permite divagar más, irme y volver, ya que así puedo pasear por sus hidalgas calles.  Son lugares que me hablan directamente. Pueden ser feas o no tan feas, pero siempre les encuentro la belleza.  De esta forma, intento abordar estos espacios desde planos muy diferentes: el histórico, el real, el político y el ficticio.

 Navego  en apacibles aguas para ofrecer mis artículos a internautas paisanos en el exterior que añoran volver a la tierrita. En especial, para quienes por aquello de la “viola” en la década del 48, les tocó salir montados en la vieja máquina de combustión de carbón recorriendo la paralela vía. En definitiva, escribo para mi apocada audiencia, sobre los   lugares que hablan de la historia de la ciudad, pero que también configuran su presente.

 Doy un salto a mi memoria para evocar, las chapuzadas en los ríos: Molino, Caracol, Dos brazos, y en el Cauca, cruzando a nado el remolino de la Cabaña. Nos vimos entre los equipos: granadino y el Piel Roja dándonos leña en los “picados” domingueros del “Achiral” donde llegaba la “Ciudad de Hierro” (hoy, parque Benito Juárez).

 Hago remembranza a los madrugones a misa en la Catedral, con uniforme de la escuela que la señorita Simona dirigía con implacable disciplina. Retornamos a los recreos jugando “zumbo”, “un cojín”, “la lleva”, etc., comprando en el “caspete” (tienda), caucharina, melcochas y cholaos. Y las “capadas” a clase para ir a coger moras, michinches, guayabas, guabas, moquitos y guindas en los llanos largos de Chuni-abajo.

 Me conecto con el pasado cuando fuimos a parar a la “Alhajita” en Cajete, donde recorrimos los acantilados del río Cauca. Volvimos a pasear con la imaginación “La Cueva del Indio”, colindante con la finca de los Ávila. Evocamos los porrazos por “ñucos”, aprendiendo a montar en cicla. Revivo el teatro Bolívar, “el pulguero” que exhibía las mejores películas mexicanas en blanco y negro: Invasión a Mongo, Invasión a Marte con Flash-Gordon y el Capitán Maravilla; la serie de Santo el enmascarado de plata, las películas de Tin-Tan, Clavillazo, Cantinflas, Resortes y las cintas de los “charros” Jorge Negrete, Pedro Infante, Luis y Antonio Aguilar, etc.

 En el declive de su vida conocimos a Vicente Idrobo, Maestro de la Banda de músicos del Batallón Junín No.7 a quien elogiábamos con: “ánimo Cocorote”, “arriba chupa-cobres”. Soltamos risas por: Rosarito, Ratón de Iglesia, “Sancocho”-Sánchez el de los Misereres, Zócalo, Pate guaba, Miel de Abeja, el Boquinche Efraín, personajes queridos que dieron alegría y sustos a más de uno cuando éramos muchachos.

 Muchos bellos recuerdos se agolpan desordenados en nuestra memoria como si apenas esta mañana los hubiésemos visto y tratado. Repasa mi frágil memoria las propagandas que se oían en los pocos radios que había en la ciudad, anunciando: “Hasta el gato quiere que lo bañen, pero con jabón Varela”; “Mejoral, Mejoral es mejor y quita el mal”; “Píldoras de vida del Dr. Ross, cuando yo las tomo me siento mejor”. Recreo mi imaginación con la voz de Belalcázar que, con su baja frecuencia, radiaba sólo hasta puente chiquito del río Cauca. Desentierro, la Vitrola, identificada con el perro lelo de la RCA Víctor, que los surcos de los discos carbonados comían cajas de agujas para reproducir el sonido.

Gratificante escribir para mí mismo como una oportunidad de autorreflexión y crecimiento sobre experiencias y emociones personales. Y mantengo la práctica de la escritura como un aporte a la ciudad con recuerdos imborrables para el disfrute de los de mi época que aún sobreviven en Popayán y, para otros tantos errabundos dispersos “Patojos” por el mundo que ávidos me leen. La amada ciudad escrita hoy, es diversa, es heterogénea, es multicultural, multiétnica, es incluyente, es la ciudad de todos y para todos. Dándole sentido al tiempo entrego este escrito, como un texto más a la escritura de la ciudad que es parte de nuestro ser.

 Civilidad: Hoy en día la situación en Popayán, ha cambiado demasiado; pero evocando el pasado vivimos felices.

 

sábado, 27 de septiembre de 2025

Acciones para reducir, reutilizar y reciclar

 




 Acciones para reducir, reutilizar y reciclar

A través de la historia, hemos considerado que el género humano es una especie distinta del resto del reino animal. Y que el hombre, es el único animal que ríe, que raciocina, que piensa y que usa herramientas. Que tiene las funciones de pensar y hablar. Que conversa, incluso que habla consigo mismo. A ese único animal que utiliza su cerebro para contestar. Preguntémosle:

- ¿Qué hacemos con todo aquello que ya no nos sirve? -

¡Sencillo! Escuchar y usar la inteligencia para separarlas y clasificarlas, promoviendo el compostaje, promover la formalización, empoderamiento, capacitando a los recicladores. Educar a los ciudadanos en la segregación de residuos.  Al mismo tiempo, fomentar redes de economía solidaria, alianzas entre grupos comunitarios, sociales y ciudadanos, valorizar los residuos para darles una nueva vida.

Con el tema de las basuras nos dormimos, aunque ellas tienen valor. Popayán tiene acciones tímidas para que sea la ciudadanía la protagonista de las transformaciones, en donde el gobierno municipal esté al servicio de la gente para darle solución a los regueros en la vía pública.

Ciertamente, el ser humano es un ser que razona. No obstante, para la separación y reciclaje, son inciertas las condiciones técnicas, económicas y operativas, debido a una combinación de factores como:  falta de interés y conciencia, pereza o por el esfuerzo que representa y, falta de infraestructura adecuada. Imitamos la cultura consumista, -"factor de contagio"-, del comportamiento de otros, para generar grandes volúmenes de residuos. Claro, también influye muchísimo la falta de educación en campañas que promuevan una gestión responsable de los residuos.

Reciclar es hoy un imperativo ambiental, pues los residuos constituyen materia prima valiosa que puede ser vinculada a la cadena productiva. Se requiere un proceso masivo de reciclaje en la ciudad como un acto de conciencia para la separación en la fuente. Un cambio de cultura en el manejo de las basuras por parte de los ciudadanos para, reducir, reutilizar y reciclar minimizando la cantidad sobrantes, de manera responsable para que la basura no termine dispersa en las calles y espacios públicos generando pésima imagen y mal olor con un impacto devastador sobre la ciudad y el planeta, que podrá ser peor en el futuro. 


Una de las conclusiones del informe del Banco Mundial, es que pone en la mira la generación, recolección y tratamiento de los residuos a nivel municipal como punto de partida para luchar contra la contaminación de residuos sólidos. Ese estudio determina que, en el mundo se generan anualmente 2040 millones de toneladas de desechos sólidos municipales. Y proyecta que la rápida urbanización, el crecimiento acelerado de la población y el desarrollo económico harán que la cantidad de desechos a nivel mundial aumenten un 70% en los próximos 30 años si no se toman medidas urgentes. Pero, no son solo las grandes urbes norteamericanas, europeas o asiáticas las que podrían tener este nefasto devenir. También son, los latinoamericanos, los colombianos y desde luego, quienes vivimos en Popayán porque somos causantes de este problema; pues cada uno de los habitantes generan casi un kilo de basura por día, que se tiran en el relleno sanitario llamado Parque Tecnológico y Ambiental Los Picachos. 
Una manera de neutralizar nuestra conciencia, es conocer el impacto de tirar algo sin separarlo o tratarlo. La labor del reciclador es clave. Qué tal el día en que ellos decidan no salir a trabajar. Pues, convertiríamos a Popayán en un caos, bajo el remoquete: “La ciudad de la basura”. El reciclador hace la labor de limpieza, que no debemos llamar basuras, porque son residuos reutilizables como insumos para otros productos. Si se recuperan, al relleno irán a parar menos residuos. La política en el manejo de basuras, en los rellenos a cielo abierto cada vez más se alejan de las ciudades, porque incumplen hasta las mínimas normas ambientales y técnicas hacia su entorno.


Todos somos partícipes del deterioro ambiental, en el entendido de que es un problema complejo porque involucra la contaminación de aire, agua y suelo por la acumulación de residuos y, la propagación de enfermedades. De allí que, valorizar los diferentes tipos de residuos, debe ser una tendencia pujante de la economía circular en Popayán.  Aportemos un “granito de arena”, para crear conciencia ciudadana, sobre algo tan simple como coger dos bolsas para separar lo aprovechable de lo contaminante y no reciclable. De paso, el reciclaje implicaría reformular las tarifas de aseo. Apreciemos el trabajo puerta a puerta como subsistencia del reciclador, para valorarlo, apoyarlo, sensibilizándonos frente a su labor para que las basuras dejen de ser un problema en Popayán.


Civilidad: Cambio de mentalidad desde el hogar, la escuela y el trabajo para garantizar una ciudad más limpia: reduciendo, reutilizando y reciclando.