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domingo, 17 de agosto de 2025

“Patojo”, “Payanés” o “Popayanejo”

 

No creo en estirpes, ni en razas superiores, y mucho menos, en tendencias. Defiendo la igualdad. Somos seres humanos y como tal, tenemos los mismos derechos. Para decepción o tranquilidad de algunos, estoy cien por ciento de acuerdo. Pero, cuando hablamos de deberes, a muchos se les empieza a olvidar que todos somos iguales. Precisamente por eso, en mi opinión, -puede que en la de otro, sea lo contrario- hago la clasificación en tres clases: Payaneses, popayanejos y patojos.

Alguna vez leí, que ser patojo era lo más parecido a un título de nobleza que había en Colombia, que era un orgullo, que era digno de pocos y envidia de muchos. Claro, también, acompaño este pensamiento, no tanto desde el punto de vista de tener sangre azul, sino más bien como algo digno de pocos. Partiendo de la deducción inicial, todos somos iguales y, por lo tanto, todos los naturales de Popayán, conocidos en el mundo entero como patojos, somos dignos de este título. Ahí si no estoy de acuerdo. Pues, ya es cuestión de deber y del amor verdadero a Popayán. El título de patojo, es un derecho y como tal, debemos tener las niguas bien puestas, entonces, allí no todos somos iguales. (no es porque no debiéramos serlo sino porque debemos ganarnos ese honroso título)

El patojo, –insisto, para mí- es aquella persona que vive en Popayán, y no necesariamente es natural de Popayán, pero que ama esta ciudad, que la respeta, que la conoce, que la cuida, que se siente orgulloso de su historia y, de sus tradiciones. Es aquella persona que se enorgullece e infla su pecho cuando dice: “Soy de Popayán”; pero, cuando expresa “Amo a Popayán”. Cuando su amor por la ciudad trasciende las palabras y se refleja en hechos, cuando participa activamente en la construcción de ciudad. Es aquel que se indigna cuando se le dan peyorativos a la ciudad con “grafitis”; aquel que se ofusca con el vandalismo. Patojo es aquel que siente en sus venas esa sangre procera –repito, no necesariamente azul- de dónde surgieron grandes pensadores y líderes del país. Es aquel al que le duelen los destrozos que dejan las manifestaciones que violan el código de ética aduciendo a la libertad de expresión. Es aquel que habla con orgullo de las paredes blancas, de los atardeceres crepusculares, del sol de los venados, del puente del humilladero… Es aquel que disfruta del pipián, el ají de maní, la carantanta y el champús. Es aquel que piensa en Popayán y escucha su silencio.

El payanés ilustre, es ese ser que tuvo la fortuna de nacer en Popayán, perteneciente a esas figuras históricas que lideraron o promovieron activamente los movimientos independentistas contra el dominio español. Esos líderes, a menudo militares o políticos, recordados por su valentía, visión y contribución de la república.
 
Y popayanejo es aquel que, por vivir aquí, cargando una cruz más pesada que la de El Cachorro. Al que no le duele la ciudad, pero critica; al que no le importa la devastación, al que la historia magna de la ciudad ya no le interesa; el que se vanagloria de vivir entre las inmensas torres de concreto, el que se fue para no volver. Popayandejo, es aquel que nació en Popayán y le da pena decirlo, o simplemente, el que siendo de Popayán, le da lo mismo serlo. Aquel que le representa sólo un gentilicio.

Para mí, esa es la diferencia, entre patojo, payanés ilustre y popayanejo. Para los demás, puede ser distinta; para otros es la misma vaina. Por mi parte, mi orgullo es ser patojo por haber nacido aquí y, donde igual quiero morir-, pero sobre cualquier otra cosa, a mucho honor, soy patojo raizal amoroso que me duele Popayán.

Civilidad: Todos somos iguales en nuestros derechos, pero en nuestros deberes y obligaciones, todos deberíamos ser patojos.

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