El vehículo motorizado como
nuestra sociedad son protagonistas de este escrito. Así que el ciudadano, que a
lo largo de la historia de Popayán había ocupado en toda su extensión las
calles, plazas y, el espacio público, compartiéndolo con carruajes de tracción
animal, hoy es brutalmente expulsado del centro de la calle, arrinconándolo hacia
las estrechas aceras. Las calles están invadidas, colonizadas por vehículos,
públicos, privados y oficiales en movimiento o en reposo. La invasión de la ciudad por parte de
"automotores" -vehículos- ya no respetan nada ni a nadie. No
solo la invaden, sino que se apropian del espacio público, generando una
absurda transformación urbana de la ciudad. Ya no es la bella villa de los
humanos que caminan. La transmutaron, adaptaron, y la sometieron en su forma y
funcionamiento a la irracional jauría de los motorizados en zonas urbanas
destinadas a la circulación y almacenamiento de vehículos. Popayán hoy, es un mega-parqueadero,
con infranqueables barreras. La ciudad perdió el respeto, los infractores no
tienen preocupaciones por las multas; por eso, se estacionan sobre andenes, a
ambos lados de las calles o donde les provoque. Popayán, es una ciudad sin Dios
ni ley. Aquí todo el mundo hace lo que le dé
la gana.
El imperio del automóvil,
sobre la ciudadanía abarca prácticamente todos los aspectos de la vida de la
ciudad: enjambres de vendedores ambulantes, motos y carros que invaden los
andenes y las vías de Popayán. No es un fenómeno nuevo, pero crece. Conductores
y semáforos descontrolados, coartan el libre movimiento de los peatones priorizando
con un larguísimo ciclo el paso de los vehículos, contra un breve periodo para
peatones: personas ancianas, mujeres embarazadas, niños o con problemas de
movilidad. Imposible caminar por las invadidas aceras en línea recta, por el
trazado más corto y directo. Los caminantes supeditados a cruces y absurdos
giros en zigzags para eludir la peligrosa circulación rodante. Son muchos los
aspectos de prevalencia del automotor que entorpecen la vida cotidiana de los
ciudadanos de a pie.
Incuestionable, el vehículo
privado, (coche, moto), es desde la óptica individual un invento fabuloso, que
permite, moverse libremente espacial y temporalmente, transportando familiares,
amigos o mercancías puerta a puerta. Es teóricamente rápido y flexible. Sirve para
viajes interurbanos medio-largos, es un instrumento de movilidad individual,
complementaria del transporte público. Pero, en esta época del mundo en que el
hombre viaja a la luna y atraviesa el planeta de punta a punta en pocas horas,
la movilidad urbana en Popayán, -sin ser una metrópolis del planeta- es en
general un verdadero desastre. El tráfico caótico con interminables colas, la
congestión de tráfico es el pan nuestro de cada día.
La deficiente movilidad urbana
y sus graves secuelas sobre la vida y salud en la ciudad, son sin equívoco, uno
de los principales problemas que preocupan a los ciudadanos y un desafío para la
administración municipal. Existe un general consenso respecto a la gravedad de
ese problema. Pero, no se vislumbran cambios, sobre este diagnóstico y la manera
de encararlo. El caos es cada vez más
extendido y generalizado. Son nefastos los resultados, evidenciados en el
sinnúmero de accidentes.
Hay
más contaminación, más ruido, más muertes. Fruto de ello, las infracciones
viales que rompen y rasgan, la continuidad de las históricas tramas urbanas de
calles y edificaciones de la tradicional ciudad de toda la vida.
Pareciera que las vías no se
hubiesen diseñado
para seres humanos, sino para automotores, con la ciudadanía relegada a los
márgenes. La realidad es que, ante la irrefutable ineficacia y letal
crudeza del tráfico urbano, la ciudadanía, prefiere mayoritariamente el modelo
basado en el vehículo privado frente al transporte público. Aunque el carro sea
una máquina letal. Pues, no existe en el mundo otro instrumento, ni guerras, ni
terrorismo, ni grandes catástrofes naturales, con mayor capacidad de exterminio
de la especie humana.
De nada valió disminuir el
ancho de las calles a favor de carriles para las deterioradas busetas; sin
buenas aceras ni carriles bici, creando en corto tiempo un fuerte desencanto. Fácil
comprobar las desventajas del proceso: “Movilidad Futura”: con las estaciones para
paradas de transporte público, invadidas por la maleza, convertidas en
“elefantes blancos”. Sin embargo, la valoración ciudadana, siempre termina ignorada
por la pauta publicitaria oficial sustentando: “mucho ruido y pocas nueces”
Pero el caos vehicular no es solo producto del mal parqueo o por
falta de cultura ciudadana. Tiene un sentido más costoso y más indignante: los
semáforos inteligentes… que son brutos de nacimiento, porque no funcionan. A la
ciudad le falta modernización, tecnología de punta, inteligencia artificial
para mejorar la movilidad.
Al
garete las normas de tránsito en Popayán. No existe evolución ni
desarrollo en infraestructura vial ni cambio de coincidencia respecto a la
forma de actuar aplicándose, sobre el tema que este artículo pretende
profundizar.
Civilidad: Según
Margaret Thatcher, el automóvil da estatus social cuando afirma: “Si un hombre
después de los 40 años se encuentra en un autobús, puede considerarse a sí
mismo como un fracasado”.
Desgraciadamente las ciudades no se piensan para las personas, sino para los locales comerciales, para los vehículos privados y para la inmediatez. A Popayán no le cabe una moto ni carro mas.
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