A
diario tenemos dificultades para la convivencia, hay caos ciudadano por falta
de Urbanidad. Desde el punto de vista lingüístico, la palabra ‘incivilidad´, se
usa para referirse a los comportamientos conflictivos en público, constituyéndose
en un problema de seguridad. Detalles, como sacar las basuras a
destiempo, tirar desperdicios a la calle; no respetar las señales de tránsito,
bloquear las vías, motocicletas con ruido ensordecedor, permisividad para que
los niños irrespeten a los padres y a los mayores, a manera de unos pocos
ejemplos. Posiblemente estos temas estén reglados en el Código de Policía; pero
la mayoría y los más frecuentes, no constituyen falta ni delito punible. En
fin, el Código de
Policía es un absoluto saludo a la bandera, convertido en el hazmerreír de los
malos ciudadanos.
Hace 60 años, el currículo académico contemplaba
como materia obligatoria la Urbanidad
y buenas maneras, conocida como el Manual de Carreño, obra
venezolana publicada en 1853, en la que se recomendaban consejos acerca del
comportamiento humano (adultos, jóvenes y niños) en espacios públicos y
privados. Tema de gran importancia que, con el correr de los años, perdió valor
y de la que no se volvió a saber nada. Antíguamente, en la escuela,
inculcaban, "respetar a los mayores en edad, dignidad y gobierno".
Ahora ni lo enseñan ni lo practican, porque piensan que es autoritarismo o
sometimiento acrítico al poder. Y, es posible que digan que este escrito en pro
de rescatar la Urbanidad y el Civismo, es pura lata.
Pero no importa,
una persona que me lea y aplique lo dicho, es suficiente. Algún día podremos
decir que Popayán despertó para empezar a preocuparse por el comportamiento de
sus ciudadanos en los espacios públicos, especialmente con respecto a la
limpieza, el reciclaje y el respeto al medio ambiente, en general.
Matraca vulgar, vemos
y oímos a diario con las numerosas ofensas y calumnias al otro y ante las que el
ciudadano normal se encuentra inerme. Se trata de reclamar de suplicar más de
Urbanidad y buenos modales. La Urbanidad, se empieza aplicándola con nuestro
prójimo más cercano, en el núcleo fundamental de la sociedad: la familia. Si rescatamos
los buenos modales, se nos facilitará la vida diaria y a partir de ahí,
ampliaremos las cacareadas palabras de solidaridad, corrupción con todas
aquellas molestias que ocasionan las diabólicas conductas.
La
falta de Urbanidad en la actualidad, como la falta de respeto hacia los demás,
no es un error de conocimiento. Es más, un defecto moral, que un defecto
intelectual. En tiempos antiguos, hasta escupir en la calle era motivo de
reprensión social, porque había autoritarismo en la familia. En la sociedad
actual no hay obediencia por la ausencia de autoridad, cultura y educación. La
falta de Urbanidad, permite el mal comportamiento de los hijos que tienden a
ser irritables, agresivos, temperamentales, infelices, irascibles,
malhumorados, vulnerables al estrés y sin ganas de realizarse. El exceso de
democracia (libertinaje) permite actuaciones insolentes de los niños hacia los
padres y mayores.
El problema surge en las sociedades democráticas, en
las que la falta de autoridad es fácil que se manifieste en una abrumadora
falta de urbanidad. Y más aún, cuando quienes se comportan con faltas de
Urbanidad, son los que ocupan escaños en el Congreso de la República,
representando al pueblo colombiano. Da vergüenza, es una bofetada, un
escupitajo, la doble moral, la mala educacion y grosería de algunos “padres de
la patria”.
La
falta de urbanidad se deriva de la falta de respeto hacia el prójimo. Ceder el asiento en el bus, pedir permiso al
pasar por un estrecho anden y hasta contestar el saludo se ha convertido en una
trivialidad, “fuera de moda”, en “anticuado”, “propio de viejos” y hasta poco
“chic” como dirían algunas jovencitas. Lo que parecen no entender estos jóvenes
y otros no tan jóvenes, sin el respeto a las normas de convivencia nuestra
sociedad se torna anacrónica, despiadada y hasta insulsa. Devolver
la autoridad perdida no es una medida popular, y, además, poco le importa a los
del coche oficial con vidrios polarizados. No hay que esperar demasiado de los políticos
en este sentido por lo que vemos en los debates del congreso con minúscula.
Tendrá que ser la sociedad quien lo exija, utilizando todos aquellos cauces
disponibles.
Civilidad:
Urbanidad son las reglas que
entre unos y otros debemos adoptar para vivir en paz.
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