Un claro ejemplo de lo que es un yerro, podría ser el
equivocado levantamiento del tendido de las vías férreas en Colombia. Los medios de transporte a través del ferrocarril,
lastimosamente se perdieron por la falta de visión y despreocupación de los
gobernantes de turno. Pero no fue por disposición de una sola persona que acabara
con los ferrocarriles. La realidad del fracaso del ferrocarril
en Colombia, fue un proceso con la combinación de varios factores:
geografía montañosa, falta de inversión y modernización; administración
deficiente con corrupción y altos costos laborales; dependencia de las
exportaciones, y a la competencia de la red vial con la llegada de los camiones.
A la ciudad de la eternidad
y el olvido, el ferrocarril llegó el 26 de junio
de 1926, marcando el primer viaje inaugural entre Cali y Popayán. La llegada de
este tren se dio durante la gerencia de Alfredo Vásquez Cobo, y contó con la
presencia del presidente de la república. Durante su inauguración asistió el
presidente Pedro Nel Ospina, cuya presencia permitió construir una anécdota
corta, pero tan real, que se mantiene hasta la fecha. Todo lo que cuentan,
incluidos los detalles, ocurrieron, más o menos, como se explica; aunque el
paso del tiempo, siempre borra o altera la memoria.
Aquel día, en Popayán cuna de diecisiete presidentes
colombianos, fue tanta la concurrencia que, el presidente Pedro Nel Ospina, se sintió incómodo con la
actitud de los payaneses porque casi ni atención le prestaban; entonces uno de
los ciudadanos que se encontraba a su alrededor le respondió: “En Popayán
estamos acostumbrados a ver presidentes, pero es la primera vez que vemos un
ferrocarril.”
Dentro
de la historia de los ferrocarriles de Colombia las vías férreas se tendieron
en la década de los años veinte en búsqueda de soluciones al transporte masivo
de carga y de personas. Pero como todo en Popayán, aquí llegaron tarde. En el
país había pasado la hora de la mula de hierro y, después de la década de los
cincuenta una a una se fueron desmontando. Tan lamentable fin, refleja
problemas de liderazgo político y falta de planeación a nivel nacional y local,
cuyos responsables no concibieron un sistema de transporte a largo plazo. Fue
así como entre 1930 y 1954, las políticas del Gobierno nacional prefirieron las
carreteras y una a una, las viejas locomotoras desaparecieron.
Cien
años después, ni los vestigios quedan. En la actualidad el sistema de
transporte es una necesidad sentida. Retrocedió la ciudad. Sin embargo, esa
hermosa estación del ferrocarril de Popayán, prevalecía como un referente
arquitectónico, un auténtico icono, que marcó tendencia estilística en la ciudad, que fue construida
en 1924, ya no existe, fue demolida en 1975. Para derrumbarla tuvieron que meterle cientos de
kilos de dinamita, ya que era una construcción de concreto reforzado, con
gruesos muros y reforzadas columnas. Ha sido una de las tantas pérdidas
lamentables que ha tenido la ciudad. Hoy solo los recuerdos
quedan. Y entonces, el último tren que marcó el fin del servicio ferroviario, llegó
a Popayán, hasta 1967 cuando se demolió la estación.
Si tuviéramos esas líneas férreas
activas, los beneficios serían múltiples: reactivación económica, generación de empleo y
conexión de regiones. "Si
existiera el ferrocarril, otro gallo cantaría", frase
propicia para lamentar diciendo que, si hubiesen tomado una decisión distinta,
la realidad hoy sería mucho más favorable. Hoy, la falta del ferrocarril, -como
medio más rápido y eficiente de transporte en su época- es vista como la razón
de una situación negativa actual. Entonces, la frase insinúa que, si se hubiera
implementado o mejorado el ferrocarril, las cosas serían mucho mejores.
Hoy día, viajar a la sucursal del
cielo desde la hidalga ciudad o viceversa, se demora varias horas, convertido
en un calvario. No hay derecho, ni cuerpo que lo resista. Los peajes son una tortura,
no venden los prepagados, ni ponen más empleados. Impotentes ante la seguidilla
de camiones, tracto-mulas obstaculizando el paso. ¡El tráfico vehicular, en
manos de Dios!
Civilidad: viajar por tierra es un martirio, no es
una metáfora para describir el viaje por tierra. Extremadamente agotador, desagradable,
una tortura, además peligroso.

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