Hago un
símil, para opinar que los fusibles sirven para que no se incendie una casa. Se
cambia un fusible cuando no sirve o se funde; entonces, se saca el malo y se pone
otro nuevo. Quienes en algún momento de su vida profesional
han hecho parte de un gobierno, tienen claro que los integrantes del gabinete
son “fusibles”; porque, cuando hay una crisis, su salida y su reemplazo sirven
para cambiar el clima político adverso. Los analistas y expertos en
teoría política argumentan que los fusibles son para quemarlos. Así
que, por similitud, los ministros y los secretarios departamentales y
municipales, se asemejan a los fusibles. Son aquellas piezas que deben ser
reemplazadas en tiempos de crisis; pues, dejar que se incendie la casa como
consecuencia de un corto circuito el costo es mucho mayor. De allí que, los
integrantes de un gabinete, no son simplemente, el puente de comunicación, sino
que también, son responsables como fuente de credibilidad y legitimidad en las
instituciones gubernamentales. En los equipos de futbol, sucede lo mismo; el
director técnico, pone a jugar al uno o al otro, dependiendo de cómo se
esté desempeñando dentro del juego del partido. Aunque sea una estrella, en
cada circunstancia, hay un jugador para reemplazar
Asimismo, en la administración pública,
sucede igual. Es obvio y natural que los mandatarios tengan horas de aprietos
porque no es fácil gobernar. Los Gobiernos en todo el mundo se ven enfrentados a
múltiples crisis: política, limitaciones fiscales, cambio climático, desastres
naturales y conflictos, que ponen en peligro la capacidad para proporcionar
bienes y prestar servicios públicos esenciales, especialmente a los más
vulnerables. Todo ello, suele limitar la capacidad para actuar con eficacia. En
nuestra democracia, un funcionario del gabinete, debe saber cuándo entra, pero
no sabe cuándo sale. Está expuesto a ser relevado en cualquier momento. Los cambios de gabinete ocurren por una
variedad de razones. Generalmente, los reajustes pequeños son necesarios para
reemplazar a funcionarios que hayan dimitido. Pero también, los cambios son la
forma, en que un mandatario “oxigena” su gobierno, bien para enfrentar bajas de
popularidad. O también, para remover a los integrantes menos eficientes, con la
oportunidad de premiar a miembros de los partidos más leales y, castigar a
quienes no comparten el estilo de gobierno.
En días previos a la Semana Santa, arribó
un nuevo inquilino al palacio municipal. Llegó en ambiente sonoro y positivo
Víctor Orlando Fulí Guevara para ocupar la secretaría de gobierno. Es el tercer
corrientazo que afronta el alcalde Juan Carlos Muñoz. En buena hora, acierta con
esta reconfiguración para marcar la ruta de su gobierno. Poco a poco, el alcalde se deshace de viejos
fantasmas que empañan su administración. Era forzoso atravesar las extensas dunas de arena y el clima implacable del desierto
para atajar problemas difíciles, como reducir el miedo en las calles, el
desempleo, el espacio público, el embotellamiento vehicular...
El cambio de fusible era necesario
para adelantar un proceso de tranquilidad en Popayán. El Dr. Fulí Guevara,
tiene el reto de generar mayores espacios de diálogo y escucha, en donde
realmente se acoja la voz de quienes tienen ideas para la articulación de una
agenda común en pro de la bien amada ciudad. Aunque en gran
parte, la responsabilidad de la transformación de la ciudad es de la autoridad
local, debe tenerse en cuenta que los habitantes jugamos un papel fundamental y,
que tenemos que dejar de escondernos de nuestras obligaciones como ciudadanos.
Porque, si no queremos ver las calles llenas de basura e inundadas, no debemos sacar
a destiempo las basuras. Si no queremos ver la ciudad en desconcierto vial,
acatemos las reglas de tránsito. Con cultura vial, entre todos, podemos contribuir
a que nuestra ciudad mejore ¡Popayán cumplirá 500 años de historia,
respetémosla!
Civilidad: Entendamos que para que Popayán esté mejor, la ciudad debe florecer
como ente de innovación, ideas y socialización.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario