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sábado, 20 de abril de 2024

Patojiando

 

Escribo esperando que se hayan ido, turistas nacionales y extranjeros y, el último patojo que se quedó en Popayán empacando y guardando todos chécheres de la Semana Santa.  Estas líneas, a duras penas para los que quedamos en Popayán. Los que amando la ciudad, como buenos patojos, rajan de todo el mundo, sin sostenerle nada a nadie.  Patojos raizales que hablan todo el año de santos, en los que creen como buenos católicos, menos en el “novel de la paz”. 

Entonces, visité a mi amigo, alto, pero nada obeso, para más señas, en la juventud, gozó su cabellera rubia. Ahora con su próspero negocio en remodelación, donde a diario cambia de modelos, se acostumbra “patojear”, como lo hacían en otros tiempos en la farmacia blanca de Don. Jaime Velasco, -sin parentesco con el funcionario del alto gobierno-. Agradable oficina, con buenas y cómodas sillas, aunque sin tinto, porque rosquillas o pandebono hay que llevarlo como anzuelo para que le ofrezcan un café amargo. “Tochipa”, mi generoso amigo, se excusa, diciendo, “ni azúcar ni carbohidratos porque afectan el peso corporal”, por eso en este negocio no contribuimos con la obesidad”.  De todas maneras, ese lugar es ideal para tirar lengua y, para rajar de los demás como un derecho fundamental de las personas.

Uno a uno, van llegando, gran saludo, estrecho abrazo y empieza la función. Comerciantes organizados que pagan impuestos al erario local, departamental y nacional; todos ellos, están muy, pero muy agradecidos con los indígenas por no bloquear la vía Panamericana durante la semana Santa. Estamos felices, dijeron con verdadero entusiasmo, exclamando: “gracias señores del Cric. Gracias señores guambianos, se la echaron en esta ocasión”.

Levantó su voz, “el negro”, no por el color de su piel, sino porque así lo llamamos cariñosamente. Aseverando: “Sí señores, los indígenas merecen una condecoración y hasta una estatua del cacique Pubén con sus hijos Payán y Calambás en el Morro de Tulcán”. Aplaudieron, porque los indígenas no volvieron a bloquear la vía. Estamos agradecidísimos, pues las ventas aumentaron y las utilidades crecieron, ojalá mantuvieran esa conciencia para el progreso de Popayán.

Otro, ripostó: “No se hagan ilusiones, porque ahora no son los indígenas los que bloquean, pero se volvió común que la Panamericana sea un arma de lucha”. “Profesores taponan la vía porque se les acaba la tiza”, por la salud, por falta de docentes. Todo el que quiera tapa la vía. Arman berrinche y la Panamericana se abre y se cierra por todo.

Uno más expresó: “mejor cambiemos de tema, diciendo: ¡Y que tal los cien primeros días del alcalde …Juan Carlos Muñoz! De inmediato relataron: ¡Todos son iguales! Cambiaron solo de apellido. Por lo tanto, son semejantes, en hablar y hablar y en nada que hacer.  Alguien afirmó, “yo meto mi cucharada: “malangas el nuevo alcalde”. Cambió de apellido, pero no cambió los semáforos humanos. Hay paleteros en las glorietas y en las intercesiones viales. Se afirma, que no hay recursos, prefiriendo a los hermanos venezolanos que piden monedas. Y siguió diciendo, “guardas de tránsito, tampoco”. “Le quedó grande el cargo ¡Estamos jodidos!”

Un amoroso con Popayán, en tono alto, contradijo: me entrometo porque hay que apoyar la institucionalidad, y a los mandatarios elegidos, al fin y al cabo, esa es la democracia, aunque nos maten. Y, despidiéndose expresó: “yo mejor me voy”. A lo cual, en coro, le replicaron: ¡No te vas que esto se va a poner bueno!

Civilidad: El gobierno es el sistema de personas, leyes y funcionarios que definen y controlan la ciudad en que vivimos. HDG

 

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