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sábado, 18 de julio de 2020

Costumbres sacudidas


Desde cuando el sol aparece, hasta cuando entra la noche apagamos el celular, estando obligados a cumplir una sola la vida doméstica, laboral y de ocio. Los hábitos y creencias van de la mano, pues predisponen nuestro modo de actuar y de entender el mundo, que son inseparables. En esta “segunda naturaleza”, las costumbres son sacudidas con acciones repetitivas. Disponemos de un entorno, acarreando la taza de café de un lugar a otro, y claro, al lado del teclado que nos ayuda a superar el “rozamiento”.
Extrañamos los tiempos en que juntarse en estrecho abrazo significaba el aprecio de una amistad y familiaridad.  Se trataba, de un tipo de saludo como muestra de verdadero cariño, que efectuado con una leve presión sobre la persona a la que se ofrecía dicho gesto, era la manifestación de sentimiento de aprecio. Aquellos abrazos quedaron desterrados. Eran sin duda, el lenguaje corporal que muchas veces decía mucho más que las simples palabras. Así, que en un abrazo podíamos encontrar amor, cariño, duelo, felicitaciones. Desde luego, también significaba protección, paz y calma. Cómo no tener en cuenta, esos abrazos que, tomados por la cintura o los brazos, pero siempre mirándose a los ojos sin romper el abrazo ¡agarrados por la emoción!, aumentaban la agitación del corazón.
Las emociones no solo se expresan a través del lenguaje verbal, que muchas veces pueden pasar desapercibidos para nuestros inexpertos ojos. El cuerpo humano es mucho más inteligente de lo que podríamos llegar a pensar. Las lágrimas, el sudor, el rubor, la mirada, la piel de gallina, de una u otra forma intenta demostrar la emoción que sentimos en un momento dado. Lo cierto es que siempre habrá un pequeño detalle que delate lo que estamos sintiendo.
Además de los gestos físicos, quedó en el olvido, el apretón de manos, que a decir de los expertos revelaron que no sólo existen diferentes tipos de apretones, sino que además cada uno tiene su propio significado y puede hasta conocer, desde el carácter de una persona hasta su estado de salud. Darse las manos con afecto, para saludarse expresaba también un sentimiento de respeto y afecto. No así, cuando se saludaba con un ¡hola!, que sonaba a desprecio o como si poco nos importara un encuentro casual con una persona que apenas conocíamos y, que nos ofrecía desconfianza.
Con la llegada de la pandemia, la humanidad ha retrocedido en manuales de convivencia y respeto. Se Promueve la distancia social para romper la cadena de trasmisión.  Ahora, las normas de convivencia nos obligan a rechazar una mano tendida -sin pasar por grosero- para saludarse. Nos exigen, evitar el beso y el abrazo. Frente a la epidemia, varios países del mundo han adoptado otras costumbres como el saludo chino con una leve inclinación de la cabeza. Con visibles letreros advierten a la gente no intercambiar apretones de manos sino a unir las propias en señal de saludo. Hemos llegado hasta la implantación de nuevos comportamientos sociales, con otras formas alternativas de saludarse con los pies, el "footshake" (saludo con el pie) y el codo contra codo. Hoy, contrariamente a nuestras tradiciones y costumbres, la expresión de moda es: "No te doy la mano porque te quiero”. Solo queda intacto aquel tan insincero saludo de, darse palmaditas en la espalda en lugar de darse la mano.
Civilidad: Adquirir hábitos buenos que nos ayude a crecer como seres humanos. Esta crisis debe servir para que por encima de ideologías enfrentadas, la Fe en un Ser Superior y la esperanza, deben salir reforzadas.

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