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sábado, 21 de diciembre de 2019

¡Feliz Navidad!



Como todos los años de toda la vida, de tanto repetir esta temporada navideña, se nos naturaliza, es decir, hace parte de nuestro organismo mental y se niega a ser cambiada.

La frase: Feliz Navidad, es una expresión muy hermosa que encierra la intención, el deseo, de la alegría de nuestros corazones. Para quienes reconocemos el origen de la Navidad, celebramos esta fecha en armonía con el significado de la misma, sin meternos en el torbellino comercial consumista de este tiempo.  No olvidemos que Jesús viene a decirnos a todos los hombres que hay esperanza, que se puede comenzar de nuevo. Que Dios está interesado en la humanidad y que viene a ser como uno de nosotros, de los más pobres, para estar cerca de todos, y sentir lo que sentimos.

Esta es una reflexión tan cierta, que nos anima a meditar y a cambiar paradigmas. Por eso, en estos tiempos de fin de año, cansados ya de todo el recorrido de trabajo, estudio, etc., nos colocamos en situación de balance. Como en un respiro, para empezar de nuevo, aprovechando el paréntesis que se produce por las fiestas de Navidad y Año Nuevo. Pero sin duda, es el resultado de todos esos bellos cuadros que nos  incorporaron en nuestra niñez, tradicionalmente en nuestras mentes. De allí que no podemos reemplazar el sentimiento de adoración a Dios.
Por lo tanto, la “bajada” del Niño Dios, para la chiquillada de otros tiempos, a quienes nos enseñaron su adoración,  era en reciprocidad al buen comportamiento durante el año escolar, el manejo de las buenas costumbres y la observancia de normas de Urbanidad y Civismo. 

En esos tiempos idos, escribíamos una carta especial, con peticiones de beneficio colectivo y no sólo personales. Pedíamos para que a nuestros padres y familiares, el Niño Dios les concediera licencia para vivir, y oportunidades de trabajo para que no faltara nada en el hogar. Así empezaba el petitorio, cuando apenas garabateábamos las primeras letras.  Como en Navidad se acostumbra regalar, también es tiempo de  agradecer. Es una estupenda ocasión para enseñar a los hijos a valorar los obsequios que reciben, no sólo de personas, sino también del Niño Jesús, por ejemplo: la unidad familiar, la salud, la educación, los alimentos, los amigos, etc.

Hoy, en medio de la fuerte crisis en torno a la integridad de la familia, Dios nos trae de nuevo ese modelo pleno de amor familiar, presentándonos a Jesús, María y José como el digno ejemplo de la auténtica familia. Momento propicio para que nuestros hijos aprendan a vivir esta época como una celebración de fe, de valores, de familia y de alegría. De esta manera les enseñamos el verdadero significado y evitamos que se convierta en una fecha “consumista” en la que sólo importan los regalos.

Aunque no todos celebran la Navidad, ella nos trae enseñanzas. La Navidad debe ser siempre un momento de encuentro familiar, de expresión de alegría, de buenos sentimientos y nuevos propósitos para el año que viene. Y claro, tiempo de intercambio de felicitaciones, de regocijo, regalos  y de generosidad para con el que no tiene. Tiempo de dar y recibir. Es pues, la Navidad una bonita ocasión para renovar nuestras ilusiones y esperanzas, especialmente, de aprendizaje para los niños.

Pidamos también, al Niño Dios, para que la paz sea una realidad para Colombia. Que al Gobernador y  Alcalde salientes, les conceda salud y ventura, y para los entrantes, mucha sabiduría para que gobiernen con justicia, equidad y transparencia centrando todo su esfuerzo en el aprovechamiento y potencialidades de la región en beneficio de todos sus habitantes, sin discriminación. ¡Divino Niño Jesús, bendecimos con amor!

Civilidad: Cultivar la bella tradición de la Navidad.


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