Los
aguinaldos tienen su historia, pero como toda tradición se pierde. En la
mitología de Popayán, ese conjunto de
mitos cuando la ciudad, era un pueblo con su propia cultura, se desvaneció en
la noche de los tiempos bellos. Esta
costumbre, posiblemente perduró hasta muy cerca de la década de los 80. Tal como
si fuera abolida y desterrada se fue desvaneciendo quedando solo las
reminiscencias como si hubiese sido, definitivamente prohibida con todo rigor.
Las
dinámicas sociales, cambiaron la genuina manifestación popular de jugar durante
esta temporada a los aguinaldos y, que ahora se convirtieron en la interacción de
dar y de recibir regalos de Santa Claus o Papá Noel. Reemplazaron las reuniones
familiares por conexiones virtuales. Las redes sociales alteraron la forma en
que las personas interactuaban durante las festividades.
En
viejos tiempos, “Jugar a los aguinaldos”, era una costumbre muy singular, para
apostar niños en edad escolar y aún más pequeños y, los adultos que esperaban
estos días con gran ilusión aquella práctica de juegos alegres y de espíritu
festivo durante las vísperas de las festividades navideñas.
Jugar
al ´sí y no´ y ´hablar y no contestar´, era tan divertido, que llenaban los
hogares con risas y camaradería, que ahora se ven eclipsadas por la comodidad
de los dispositivos electrónicos. Por eso los niños de ahora tienen esa adicción que se caracteriza por una necesidad
compulsiva de usar dispositivos, lo que lleva a comportamientos como ansiedad,
irritabilidad, aislamiento. Como resultado de la modernidad, se perdieron esas
tradiciones en los niños que antes corrían emocionados para enfrentarse cara a
cara para participar de la diversión, sin complicaciones en los juegos de
aguinaldos; ahora permanecen cabizbajos obsesionados con las conexiones
digitales.
Recordemos,
que estos juegos eran de
concentración y, tenían como objetivo integrar a la familia de manera divertida en Navidad. Eran actividades más que simples juegos, pues, se
convertían en hilos que tejían memorias y gran sentido de comunidad. Pues, quien ganaba un punto, debía gritar:
“mis aguinaldos”. Y se hacía merecedor de su regalo, quien más puntos tuviera
durante el tiempo que acordaran jugar el aguinaldo.
“Hablar
y no contestar”, era otro juego por demás simpático que se debía eludir
cualquier pregunta o dialogo con el fin de evitar una conversación con el
contrincante. Así que, el que contestara, perdía el aguinaldo.
Otro
juego como un desafío para personas educadas, era el llamado: “con permiso me
siento”. Por lo que, se debía pedir
permiso para sentarse y, perdía quien se sentara sin haber pedido permiso si
sus competidores lo descubrían.
“El
beso robado”, era un juego solo para parejas: hombre-mujer, desde luego cuando
había respeto, confianza y un gusto recíproco. El juego estaba ligado al
círculo de confianza. Estando la otra
persona completamente descuidada, se aprovechaba para darle un beso en la
mejilla, la frente o la boca de acuerdo a la apuesta. De paso, así resultaban
los amoríos.
Otro
aguinaldo de pura concentración era, apostar: “al sí y el no”, cada persona
debía de elegir una de las dos opciones para responder siempre, de esa manera
ante cualquier pregunta que se le hiciera. El objetivo consistía en que, si la
otra persona contestaba equivocando la respuesta, perdía.
“Palito
o pajita en boca”, este era uno de los juegos más populares. Se trataba de
tener siempre algo en la boca: un chicle, un dulce, un palito o pajita, para
que cuando alguno de los participantes dijera: “pajita en boca” el otro
participante debería abril la boca y mostrar el contenido. De no cumplir con la
exigencia, perdía.
Tiempos
hubo, en los que la gente de enantes, también seguían esta costumbre. A los 'millennials' hay que explicarles detenidamente lo que era
el juego de aguinaldos, ya que, con seguridad, ni siquiera tienen el recuerdo
perdido en un rincón de su infancia. A lo mejor les suena la palabra, como
sinónimo de “regalito en metálico de escasa cuantía” entregado en Navidad, o porque ese vocablo o término aparece en la letra
de algún villancico. Pero NO, el aguinaldo era otra
cosa, era un entretenido juego afectuoso que se jugaba una vez al año. Era una tradición muy
positiva porque ayudaba a que la familia
compartiera y se uniera en esta época de amor. Incluso
servía para el reencuentro de esas personas que sólo se ven en estas
festividades.
Civilidad: Lástima desapareció esta tradición divertida y, solo quedó para
la posteridad en la letra del villancico.

