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sábado, 21 de diciembre de 2024

Revocatoria, derecho político

 


La Ley 134 de 1994, norma con la que cuentan los ciudadanos para dar por terminado el mandato conferido a un gobernante. Es un mecanismo de participación ciudadana otorgado para defender el voto de los electores. Escribo sobre el tema, al escuchar y leer por doquier las voces pidiendo tempranamente la revocatoria del alcalde Juan Carlos Muñoz Bravo, ante la insatisfacción de la ciudadanía frente a la labor del inexperto mandatario.  

Aquí explico, que este proceso se puede convocar un año después de comenzar el mandato y, siempre, antes de los 12 meses de que termine. Los legisladores lo instauraron desde 1968, al entrar en crisis la democracia puramente representativa que la transformaron en democracia participativa, al suponer que el ciudadano no solo puede votar, sino que tiene otras formas; entre ellas, la revocatoria de mandato, como mecanismo de control para evitar el abuso o la impericia y, “metidas de pata”, del ganador.

Pero, lo cierto es que, la revocatoria en general, va en contravía del concepto de Mandato Libre que es regla universal en los sistemas electorales. En un principio, el elegido sí era un mandatario de los electores que lo apoyaron; pero luego se entendió, que el gobernante debe estar libre para gobernar dentro de la ley, sin estar consultando más que a su propio partido; pero, escuchando y atendiendo a los gobernados en general.

Luego entonces, el constituyente se equivocó en 1991 al instituirla, porque ya no existe ese Mandato Imperativo del principio, sino el Mandato Libre; aunque inicialmente no se aceptó; pero luego se universalizó: el elegido actúa solo de conformidad con la ley de acuerdo a su leal saber y entender.

Y es que, las causales son muy ambiguas. Hoy en día, un gobernante no cumple a cabalidad su programa de gobierno porque depende de varios factores que impiden que pueda lograrlo. Además, es muy complejo medir la insatisfacción de la ciudadanía. En el fondo, la revocatoria es otra elección, que les da ingobernabilidad a los electos, que deben concentrarse en su defensa. En tanto que, a los ciudadanos les permite desahogarse, más no castigarlos por no aprender a votar bien, ni tampoco a los partidos y líderes perdedores por no saber hacer alianzas estratégicas adecuadas.

Entonces, votar por la revocatoria es un fracaso porque no hay incentivos para los ciudadanos. Sin recibir estímulos del Estado por votar, ni ilegítimos de los políticos como en las otras elecciones con el tamal, el licor o el dinero, etc. En ocasiones, suelen ser estrategias de los perdedores de las elecciones, intentando forzar las decisiones al mandatario elegido, o haciéndole oposición para pedir cuotas o simplemente para hacer campaña para las siguientes elecciones.

De allí que, en mi opinión, ¡la revocatoria es un fracaso! Es un gasto innecesario de dinero y de tiempo. Más provechoso resultaría, tratar de educar mejor a los electores para que voten con mejor criterio. Pasará mucho tiempo antes de que la revocatoria llegue a tener utilidad en otros tiempos. Mientras tanto, continúa la inconformidad como “olla de presión” de los ciudadanos y de persuasión ante el reyezuelo sin escrúpulos. En la amada Popayán, cada rincón está escrito. Y si como dicen la palabra escrita tiene el poder para recuperar la ciudad, con respeto y sin irritar, hagámoslo para que algún día el viento transporte las palabras haciéndolas realidad. 

Civilidad: Utilizar bien las palabras para construir en lugar de destruir, debe ser el lema de payaneses desde el principio hasta el final. ¡Feliz Navidad amables lectores!

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

sábado, 14 de diciembre de 2024

Joyas arquitectónicas de Popayán

 




“Llorar como mujer lo que no supimos defender como hombre”. Breve frase que podría escribirse en una lápida en Popayán. Explicando que así ha sido siempre en la “Ciudad Blanca”. No fuimos capaces de defender la estación del ferrocarril. Bella edificación que fue por muchas décadas un icono en la amada Popayán. La perdimos, lamentablemente cuando cierto alcalde mandó a demolerla. Pésima decisión, haber derribado esa edificación que era una joya para admirar de la histórica arquitectura de Popayán.

Tremendo carrusel de errores contra nuestra amada ciudad, cometieron líderes gubernamentales, que lo único que hicieron fue destruir y acabar con el patrimonio histórico, elementos arquitectónicos que fortalecían nuestra identidad cultural. Quienes, conocimos, vivimos y disfrutamos de la maravilla del ferrocarril del Pacífico, hoy nos lamentamos, no solo por la demolición de la estación del ferrocarril, otra gran joya arquitectónica, sino por el viacrucis que soportamos viajando Cali-Popayán. Si la vía férrea existiera, no utilizaríamos: tractocamiones, carro-tanques, y vehículos de carga pesada que, en la panamericana, son causa de trancones y accidentes.

La Plaza de Toros Francisco Villamil Londoño, fue otro símbolo de identidad y cultura en Popayán. Actualmente cerrada y sin actividad taurina. Contaba con amplias y bellas zonas destinadas al público y, el ruedo dónde se desarrollaba la novillada con instalaciones necesarias para el festejo del arte taurino. Su estilo arquitectónico colonial, era una de las más bellas de Colombia a decir de los maestros de la torería. Con esta festividad de origen español, Popayán movía su economía. Sin embargo, en los últimos años, el deterioro de la plaza de toros, es evidente. Los amorosos con Popayán expresamos gran preocupación por la ruina en que se encuentra este valioso patrimonio. No cabe duda, sobre la ciudad cae la maldición del arzobispo expulsado por Tomás Cipriano de Mosquera ¡Popayán se cae a pedazos!

Dentro del marco histórico existió otro de los espacios más antiguos de la ciudad. La Plaza de Mercado construida entre 1924-1928. En su interior, veíamos decenas de comerciantes, cerrando tratos con la frescura de los productos del campo que allí mercadeaban. Esa arquitectura, símbolo de prosperidad y abundancia, abría sus cuatro enormes portalones de lunes a domingo, desde las ocho de la mañana hasta las cuatro de la tarde para todos aquellos que deseaban mercar o disfrutar de un plato de comida casero con sabor a plaza. La demolieron para levantar el adefesio del Centro Comercial Anarkos, ahora convertido en el basurero central de Popayán.  Parafraseando al Maestro Valencia, expreso: En el umbral de la polvosa ciudad, he visto sucias sus calles y el pueblo entumecido.

Esos referentes antiguos representaban, en mayor o menor medida, la metáfora de un lugar y tiempo, una idea, una poética, un movimiento, el testimonio de un tiempo o de una forma de vida.  Aunque siguen siendo uno de sus principales atractivos, cada vez se caen a pedazos.  Lástima grande, esos hermosos caserones que por varios siglos ocuparon las familias más destacadas de la ciudad, hoy las modifican en su mayoría para diferentes usos. Si no se conservan, pueden destruirse y desaparecer, dando como resultado una pobreza cultural y el deterioro de nuestra identidad como vestigio de ciudad colonial.

Con motivo de otro aniversario, la población debería entender que este tipo de inmuebles antiguos, una vez que se destruyen no los podemos reponer. Conservarlos en buen estado, atrae el espíritu patojo y, sobre todo, nos permite transmitir a las generaciones presentes y futuras, la memoria histórica de nuestra entrañable ciudad, como parte fundamental de nuestra identidad local.

Civilidad: Inundado de lágrimas veo la ruina de mi ciudad amada

domingo, 8 de diciembre de 2024

¡En modo de Navidad!

 


¡Ha llegado la Navidad! Es tiempo de reflexión, de cambios, de Paz y Amor. Queridos lectores, que hermoso es escribirles. Para mí es un privilegio empezar la época de Navidad con ustedes. Me declaro en modo de Navidad, que, con su significado y belleza especiales, a menudo nos provoca lágrimas, y también alegrías; pero que inspira un nuevo compromiso con Dios y, que nos proporciona descanso para el fatigado cuerpo y paz para el alma. Digamos que hemos pasado un año dificil. Para algunos envueltos en problemas de toda índole por la presión social, económica de la época y quizá por ello, pierdan el mismo espíritu que intentan obtener. Pero, la magia de los días de Navidad es única; es esa magia que se nos instala en el corazón y nos hace sentir y percibir el mundo desde otra óptica.

Diciembre es un mes de fiesta, de abrazos, de amistad, de intercambio de regalos, donde se olvidan los rencores, se ensalza el perdón y se unen los lazos afectivos, no sólo porque celebramos el nacimiento del Niño Dios, sino porque termina un año más, un año que pudo ser bueno, malo o regular, con sus aciertos y sin sabores, con sus penas y alegrías. Y porque comienza otro donde nos hacemos nuevos propósitos de vida, planes para un nuevo año, haciendo un recuento del viejo año, disponiéndonos a vivir un nuevo año distinto, con el aprendizaje del año que termina.

Entonces, Navidad, es la invitación a repensar nuestro nacimiento con la realidad de las circunstancias peculiares a cada uno. Tan natural como es para mí volver con el pensamiento positivo, al compás de recuerdos sugestivos, con la calidez de mi casa, mi familia, mi ciudad y desde luego, de manera natural, para cada uno de mis lectores y amigos.

Diciembre es uno de los meses más esperados y preferidos para muchos, pues representa una época distinta a los meses anteriores, de meditación, espacio ideal para pasar tiempo en familia, agradeciendo por las bendiciones del año viejo y el comienzo de otro con nuevas posibilidades durante el año nuevo.

Y es que, sin distingos de ninguna naturaleza podemos pedir en este día para que a nuestros gobernantes, la Virgen María los guie por  el buen camino y que les conceda, sabiduría y prudencia para que los gobernados podamos alcanzar, la paz, y la unidad que ilumine nuestros hogares, a la dolorida Colombia, el Cauca y Popayán y el mundo. 

Hoy es 8 de diciembre que para muchos representa solamente el día de las velitas, como el inicio oficial de la época de navidad. Ciertamente, en esta fecha se da inicio a la Natividad, pues celebramos los católicos el día de la ´Inmaculada Concepción´ porque María era una mujer inmaculada, es decir, libre de cualquier pecado. Cuenta la historia sagrada  que esta tradición fue creada por el papa Pío IX, el 08 de diciembre de 1854 y,  que antes de que se expidiera el documento, como muestra de apoyo al deseo del Santo pontífice, muchas personas salieron a las calles con velas encendidas, y que de allí nació la tradición del día de las velitas. Así que esta celebración católica, marca el inicio de las fiestas navideñas, evocando el momento en el que la Virgen María fue fecundada por el Espíritu Santo.

Civilidad: Que nuestra Navidad sea real. No se trata sólo de adornos y cintas para embellecer el pesebre y el árbol navideño. Recordemos que Jesús nació en una pesebrera. Adornemos nuestros corazones con expresiones de mucho amor.


 

sábado, 30 de noviembre de 2024

Peatonalizar, ¡cuándo será ese cuándo!

 


En el mundo y desde luego, en Colombia, ha tomado fuerza la peatonalización. El ejemplo temprano, es del alcalde Alejandro Eder quien convirtió en zona verde la Plaza de Caycedo y los alrededores del Centro histórico de Cali con el fin de recibir la COP16, lo cual fue un éxito rotundo.  

La propuesta de peatonalizar la zona centro de Popayán no es un fenómeno reciente, ni hacerlo es del otro mundo.  Mucha tinta ha corrido para suplicar a los precedentes alcaldes, implementar la decisión de conjugar el verbo “peatonalizar” para adoptar el Plan Especial de Manejo y Protección (Pemp) del Centro Histórico de la Ciudad Blanca.

Para hacerlo, solo basta cerrar las calles del centro, prohibiendo el tráfico vehicular, para convertirlas en áreas peatonales. Ello permitirá a visitantes nacionales y turistas extranjeros caminar y recorrer la parte histórica de Popayán, es decir, dejar que la gente se mueva libremente para deleitarse y conocer lo más sagrado de la “Ciudad Blanca”. De hecho, ese cambio temporal se hace cada año con motivo de los cuatricentenarios desfiles sacros.  Aquí es importante anotar que, desde sus inicios, las procesiones de Popayán han tenido una estricta organización, respetada por toda la comunidad a lo largo de su historia. De ahí que esta tradición esté tan arraigada en el sentimiento colectivo. Es bien sabido, que el civismo y el ornato se imponen como norma para darle todo el realce a esta celebración. De esta manera, una especie de decreto municipal, que reposa en el Archivo Histórico de la Universidad del Cauca, ordena el enlucimiento de la ciudad -pintar de blanco todas las fachadas por donde pasan la procesiones-. Entonces, por qué no hacer lo mismo, a través de un acuerdo municipal o un decreto otorgando la facultad de retomar las emblemáticas calles de la ciudad que se encuentran dominadas por el tráfico vehicular,carros, motos…de tal manera que le confiera mayor prioridad al peatón, fomentando así una movilidad más sostenible, segura y saludable, volviendo la ciudad más amigable. 

Si otras ciudades como Cali, Medellín, y Cartagena han implementado proyectos de peatonalización en distintas áreas urbanas, convertidas en destino popular, ¿por qué la noble y colonial “Ciudad Blanca”, ¿no lo puede hacer?

 Por qué no rescatar el corazón de la ciudad lleno de encanto como punto de encuentro para residentes y turistas, hoteles, comerciantes, tiendas y espacios culturales que animan el área, como espacios peatonales vibrantes, llenos de vida. Peatonalizar es una estrategia que da resultados positivos al tener el peatón más disposición para caminar y comprar. Popayán cautiva a sus visitantes con su rica historia patria y su belleza arquitectónica.

Concretando, el apoyo ciudadano es significativamente favorable. La aceptabilidad ciudadana al tomar la determinación de peatonalizar, será provechosa, especialmente para las personas de edad avanzada que junto con los niños podrán disfrutar la céntrica ciudad.   Desde el punto de vista de infraestructura, es fundamental contar con el adecuado y oportuno mantenimiento a los espacios verdes, el parque Caldas, con una señalización acorde con el estilo colonial para la interacción social, cultura ciudadana, promoviendo una mayor apropiación del espacio público por parte de la comunidad. 

Civilidad: Es hora de peatonalizar el marco histórico para aumentar la vida social, proteger el patrimonio arquitectónico, el medio ambiente, -calidad del aire y reducción del ruido- la movilidad, la economía de la ciudad, atrayendo más clientes y, mejorar la imagen de la ciudad.

 

sábado, 23 de noviembre de 2024

Cogió fuerza la incultura vial

 


El vehículo automotor es un bien necesario, aunque carísimo mantenerlo. Sirve para trabajar o trasladarse con la familia a cualquier parte en forma más rápida, sin pérdida de tiempo, de día o de noche. Tener en posesión un vehículo no es un deseo mayoritario de la gente. No todo el mundo puede disfrutarlo, por la sencilla razón de que para muchos les supone un estorbo, al no tener donde guardarlo y, a lo mejor, viven en una parte de la ciudad donde es prácticamente imposible aparcar, o simplemente porque detestan conducir por la alta accidentalidad. Para algunos, tener automóvil es un símbolo de estatus. Son usuarios del automotor que quieren llegar hasta la puerta de su destino. Gente que le da más importancia a un automotor, que, a la nevera desocupada, midiendo las apariencias ante las deudas ocasionadas por la obligación de aparentar.

La amada Popayán, va camino a ser una de las capitales que tiene más automotores que personas capaces de vivir en sociedad con sensibilidad, inteligencia y voluntad.  Popayán, dejó de ser un pueblo educado y tranquilo a ser una ciudad furiosa no solo por el tráfico vehicular sino por otras cosillas. La gente se impacienta por los minutos perdidos, esperando que el vehículo de adelante avance… típico solo en grandes urbes que luchan contra la congestión vehicular. Esta bella villa ya no es una ciudad culta y noble, porque convirtió sus hidalgas calles y su espacio público, en el parqueadero a cielo abierto más grande del suroccidente de Colombia. Mal trasladado a muchos barrios de la ciudad, sin solución a los problemas de movilidad. Claro, esta situación caótica no es un problema solo del alcalde Juan Carlos Muñoz, quien en un año no ha podido dar solución. Es un escenario traumático donde todos tenemos gran responsabilidad, esperando que del cielo caiga un milagro, en tanto los habitantes incívicos, continúan contribuyendo a que Popayán, sea un lugar cada día más congestionado. Sin duda, el transporte público es la solución, con más rutas de buses en funcionamiento, bien organizadas para que solamente utilicen sus monopolizados carriles exclusivos, de tal manera que no obstaculicen el libre tránsito, sin ocasionar diarios accidentes. En la ciudad blanca, las vías rápidas son angostas, siendo el punto más crítico el centro histórico, donde resulta de gran incomodidad tratar de movilizarse en autos particulares, incluso en el destartalado transporte público (detestables cafeteras ambulantes) Desde hace 15 años, 2009, se venía ejecutando el Plan de Movilidad, hoy suspendido. La percepción es que, seguiremos viviendo por causa del fracasado plan de movilidad en nuestras calles, contaminación auditiva, polución ambiental, así como falta de respeto por el peatón, que, siendo el actor vial más importante, no le prestan cuidado.

¡Este es el lamentable escenario! En Popayán, no hay cultura vial, ni acatamiento por el espacio público. El fenómeno de mal parqueo es en toda la ciudad, frente a ferreterías, colchonerías, instituciones públicas y privadas, hospitales, clínicas, almacenes, etc., etc., etc. Todos absolutamente todos, son lugares preferidos por los conductores sin cultura ciudadana, ante la fingida “eficiencia” de la secretaría de tránsito que no sabe ni puede controlar. Esto y mucho más, es el “pan de cada día”.

Civilidad: Normas, costumbres, acciones y reglas mínimas, que, generan sentido de pertenencia, facilitan la convivencia urbana y conducen al respeto del patrimonio común y al reconocimiento de los derechos si los ciudadanos las aplican.

 

 

 

 

 

 

sábado, 16 de noviembre de 2024

Nueva ola, la sexalescencia



Leí un artículo del Dr. Manuel Posso Zumárraga, quien acuñó un nuevo término: “la sexalescencia”, para identificar al grupo de adultos de 70 o más años.  Describe a hombres y mujeres que, manejando las nuevas tecnologías, son modernos, progresistas, con ganas de disfrutar la vida, aprendiendo, colaborando con la sociedad, viajando, dueños de su propio destino, renunciando a la denominación de personas de la tercera edad.

Esta novedad demográfica, es la que estamos viviendo. El vocablo “sexalescencia”, abarca términos conocidos como, “setentón”, para quienes llevamos encima, setenta u ochenta años o más. Es una invención similar al término “adolescencia”, franja social que surgió a mediados del Siglo XX. Etapa de crecimiento que ocurre entre los 10 y 19 años, en que se experimentan cambios físicos, cognitivos y emocionales. Hoy vivimos con rapidez y se muere joven por el ambiente cada vez más hostil.

Este nuevo grupo conformado por personas, hasta hace poco, denominado, “tercera edad” o “adultos mayores”, calificados por la OMS como vejez, que conlleva el deterioro del cuerpo, del individuo. Fatalmente, en la vejentud se pierde las capacidades funcionales graduales y disminución de la densidad ósea, el tono muscular y la fuerza. Sin embargo, la ancianidad, también, es un proceso continuo de crecimiento intelectual, emocional y psicológico, en el cual se hace un resumen de lo que se ha vivido hasta el momento. Es un período en el que se debe gozar de los logros personales y contemplar los frutos del trabajo personal, útiles para las generaciones venideras.

Pero, ha surgido el nuevo grupo humano que sobrepasa, setenta, ochenta, y más años. Debido a la esperanza de vida, como resultado de las circunstancias de cada persona con factores importantes de atención médica, dieta constante, equilibrada y del suministro de agua potable. El sexalescente, se cuida, disfruta la vida sin tener en cuenta la edad, con una longevidad razonablemente satisfactoria. Hombres y mujeres que no bajan el telón, que trabajan desde hace mucho tiempo, cambiando el significado tétrico que la literatura le dio durante décadas al concepto del trabajo. Hoy, lejos de tristes oficinas, buscan y encuentran, la actividad que más les gusta y continúan ganándose la vida con el trabajo que con agrado realizan, sintiéndose plenos, sin pensar en la jubilación. Y, los que ya están jubilados, disfrutan con plenitud de cada uno de sus días sin temores al ocio o a la soledad. Disminuyen su proceso de envejecimiento, porque después de años de trabajo, crianza de hijos, en el rol de abuelos, bien vale, con alegría transmitir tradiciones familiares, culturales y sociales. Vivir la vida con alegría asociándola a la juventud. Recordando la juventud sin nostalgia. Pertenecer al grupo de edad que no teme mostrar sus arrugas, canas y cuerpos más o menos imperfectos, aunque en verdad, no es cuestión solo de años sino de identidad.

Esa es la sexalescencia, que rompe los moldes de ver y vivir la vejez con plenitud. Demostrando que la vida realmente comienza después de los sesenta y cinco años. Que se llega a la madurez sin miedos, sin complejos, integrados a nivel comunitario, social, siendo activos laboralmente. El sexalescente no se arrincona. Al contrario, demuestra que no pertenece a la sociedad económicamente inactiva dada su experiencia acumulada, sabiduría y serenidad. Vive con autoestima e interés por lo que ocurre a su alrededor.  Continúa teniendo ilusiones y proyectos positivos y vitales.

Civilidad: Un sexalescente abraza con entusiasmo, explicando que la edad es solo un número. Tiene inquietudes, sin limitaciones a la tecnología y, conserva la máxima: “mens sana in corpore sano”

 

 

 

sábado, 9 de noviembre de 2024

Conservación del Centro Histórico

 


Por qué esta amada ciudad teniendo algo tan antiguo como el centro histórico no puede ser parte de un plan de futuro para preservarlo como un atractivo turístico. En los últimos 40 años hemos visto su evolución negativa por el escaso razonamiento cultural, frente a la protección del patrimonio arquitectónico sin ocuparse de la conservación, y menos aún de su restauración. Quienes aún poseen edificaciones históricas o emblemáticas, carecen de recursos para mantener la originalidad de sus edificaciones, que, por añadidura, terminan cambiando el equilibrio entre los valores públicos e intereses particulares. Dichas construcciones de la ciudad han sido testigos de la historia. Pues, no se trata tan solo de edificios bonitos, sino que poseen valor documental, histórico y, por consiguiente, cultural. Por eso, quisiéramos que su arquitectura colonial siguiera en pie enfrentando el paso del tiempo, Sin embargo, la trascendencia sobre el Patrimonio Histórico aún no se ha calibrado en su justa medida, para revitalizarlo y conservarlo. Sin duda, este patrimonio histórico, en los albores del siglo XXI, la sociedad actual, debe comenzar a concederle especial relevancia, abordando el reto del centro histórico de manera integral. Es preciso recuperar la autoestima de la cultura autóctona reflejada en el cariño y cuidado por sus propias tradiciones y señas de identidad para conservar la diversidad y riqueza cultural de la ciudad anterior.

Lo aconsejable de este escrito, es ratificar la importancia y la oportunidad que representa el centro histórico como instrumento para impulsar un desarrollo urbano sostenible y sensible a la cultura, de tal manera, que contribuya a combatir la destrucción del patrimonio auténtico de aquellos edificios y el conjunto arquitectónico, que por sus valores históricos, culturales y emblemáticos son significativos para la sociedad que les otorga el carácter de legado.

Hay que recuperar el casco antiguo de Popayán, considerado uno de los más bellos con una superficie aproximada de 236 manzanas, que es uno de los centros históricos coloniales y eclesiásticos más grandes del país y América y, la ciudad, una de las más viejas. Allí está reflejada su arquitectura colonial con sus tradiciones religiosas. El marco histórico es la expresión viva de la historia urbana y cultural. Y aunque la ciudad ya enfrenta profundos procesos de deterioro y abandono, su potencial sigue casi intacto. Por eso, hay que revitalizarlo hasta convertirlo en una centralidad vibrante de la ciudad. Lo sustancial es que, todavía hay una historia que no ha sido arrasada por la codicia del dinero, ni olvidada por la incuria y la mediocridad de quienes han “administrado” la ciudad, con indiferencia a su pasado, desconociéndolo, despreciándolo y, lo más grave destruyéndolo.

No hay que dar brazo a torcer para que administraciones venideras, entiendan lo transcendental que es para la ciudad, ponerle atención a esta zona de Popayán. Ella es, una síntesis del pasado nacional y también de su presente, pues ha sido testigo de nuestra historia desde la fundación de la ciudad hasta hoy. Su tipología colonial, es un estilo que debe preservarse a lo largo de los siglos, porque concentra un entorno construido único que atrae un alto flujo de capital humano. Ello obliga a explorar patrones de desarrollo urbano especiales para solucionar problemas apremiantes de movilidad, espacio público, servicios urbanos para el centro y la ciudad, integrado al patrimonio. Los edificios simbólicos hacen parte de la memoria urbana a través del tiempo. Las construcciones destinadas a la Iglesia y al Estado han sido históricamente las que han marcado con mayor fuerza la simbología de Popayán. La Catedral, iglesias y conventos, con sus torrecillas o campanarios, fueron desde un comienzo hitos que imprimían el valor histórico del espacio urbano. Junto a las solariegas casonas son como un libro de historia que aportan mucha información al estudio histórico de la sociedad.

Civilidad: La arquitectura colonial, es la identidad de Popayán, ¡conservémosla!

 

sábado, 2 de noviembre de 2024

Así habla el señor alcalde

 



Hacía días deseaba escribir esta columna. Me mordía la lengua, me amarraba los dedos pensando como redactar este escrito.  Tuve dudas, me devané los sesos para referirme al mandatario de los payaneses sin ofenderlo. Vacilé para utilizar la palabra deslenguado y el vocablo lenguaraz. Consulté el diccionario de la RAE, y encontré que las dos no son ofensivas.  Deslenguado significa desvergonzado, desbocado y mal hablado. Y lenguaraz es el término apropiado para calificar a aquellas personas que, además de deslenguadas, son atrevidas en el hablar. Entonces, decidí usar ambos vocablos en este escrito.

Como autor de este escrito, nada he inventado. Es la cosecha de gazaperas y disparates gramaticales en boca del señor alcalde Juan Carlos Muñoz Bravo, quien gobierna la ciudad por mayoría absoluta, pero ese resultado electoral, ahora nada tiene que ver con su gestión. Sus frases dan pie para que la opinión pública, testifique que, por la boca muere el pez; en este caso, sin escamas ni branquias, pero con bastón de mando.   

Yo desearía escribir elogiando al señor alcalde Muñoz Bravo; pero, hasta el más estruendoso aplauso sería desautorizado y cuestionado. Su estilo, deslenguado, lenguaraz con frecuentes metidas de pata, son aseveraciones que levantan polvo en la ciudad. Todas están registradas en audios y videos que son virales y, se utilizan para hacer memes, hoy convertidas en tendencia. Pareciera que ni el señor alcalde ni sus asesores de imagen se pasean por el buen lenguaje, pese a ser un buen amigo cuando lo conocemos, y nuestro más poderoso rival cuando ignoramos su poder y sus tesoros. En tal sentido, la discreción, la pudicia y el tono menor son atributos que el lobo no conoce ni por las definiciones del diccionario.

En su ansia obsesiva de comunicar, el señor alcalde de Popayán, ha informado que: “Popayán va descansar al pagar $ 110.600´000.000 pidiéndole perdón a los Solarte por no haberles podido pagar su plata, por su trabajo realizado (¿?)  

El mandatario asume el costo de contar con el privilegio de acceder a los micrófonos públicos, comentando: “Tenemos la visión, hemos ido a visitar el espacio dentro de la cárcel San Isidro para construir una carceleta. Allí está el mapa el dibujo” ¡Y que tal esta! “Por fin, poder firmar un acuerdo con Findeter para construir un puente elevado sobre la ciudad. Y no porque el apetito del alcalde lo diga”

Explicar que, “…ni siquiera el parque de Caldas tenía un certificado que dijera que no es un bien mostrenco”. Arranca carcajadas y da vergüenza ajena. Oír pronunciar la cadena de construcciones incorrectas como esta: “…hemos hecho una dinámica diferente con la componenda que hemos podido hacer con los jóvenes…” Otra más, “hay que resaltar esta dualidad que hay hoy entre el gobierno departamental y la alcaldía de Popayán…” “primera vez que se ve en esta Koinonía de trabajo

Con todo respeto, señor alcalde, carece usted de asesores porque en sus conversaciones informales, en entrevistas o cuando convoca a los medios de comunicación, su lenguaje es inculto o incorrecto. Aporrea la lengua española, manifestando ignorancia de ella y del léxico.  Así convence a los concejales de Popayán: “queremos que nuestros jóvenes, nuestros hijos, nuestros nietos vean en el municipio una oportunidad y no una desaportunidad. Maltrata la lengua materna, que es un instrumento de comunicación de primer orden. Exagera señor alcalde contando: “Me llamó un canadiense para decirme que ya le compró un millón quinientas mil toneladas de limón”. “gracias dotor Esgarr por su tiempo…”

Civilidad: Proteger la ciudad con su torre, cuya cúspide toque los cielos, sin dividirnos y, sin confundir, nuestra lengua de modo que, nos entendamos unos a otros.  

 

sábado, 26 de octubre de 2024

Quien no lee, mal escribe y peor habla



Usualmente comprobamos que, en Popayán, cada vez se lee menos. Se escribe mal y se habla en forma deplorable. Hablar bien y convencer, es un arte que no solo le viene bien a la -prensa, radio, televisión y redes sociales, sino también a algún mandatario de medio pelo. Es una desgracia no tener talento para hablar bien. Hablar y escribir bien, definen nuestra identidad más profunda. Cuanto mayor sea el uso de palabras sencillas, pero bien expresadas, así será de efectiva nuestra capacidad de relacionarnos socialmente. Saber comunicarnos adecuadamente, resulta una cualidad fundamental en el ámbito personal y profesional. Mucho conviene que nos preocupemos todos por prepararnos para hablar correctamente. Aprender a expresar las ideas de un modo claro y preciso, está al alcance quien esté dispuesto a dedicar un mínimo de tiempo y esfuerzo a dicho arte.

Nuestro bello idioma está empobreciendo el poder de precisión, abreviando el lenguaje: “porfa”, “deli”, “peli”, “celu”, “compu”, “boli”, “diver”, “profe”, “bici” …, simpleza que es cada más difícil de entender. Simplificar la palabra y la pérdida del pensamiento complejo para democratizar el esfuerzo mínimo. Que muera la ortografía y la sintaxis, para qué los acentos, las mayúsculas, los signos de puntuación.

Nacimos con dos ojos, dos orejas y una sola lengua, porque debemos escuchar y mirar dos veces antes de hablar. Los seres humanos necesitamos relacionarnos entre nosotros para transmitir conocimientos, experiencias, sentimientos y opiniones. Tengamos en cuenta que el arte de hablar, es el arte de persuadir. Quienes se expresen con claridad y precisión abrirán el camino en la vida con mayor rapidez y probabilidad de éxito. Igual ocurre cuando escribimos. Escribir correctamente tiene unas reglas que cualquier persona puede y debe utilizar. La escritura es el arte de la palabra. Quien bien habla, igual podrá escribir, evidenciando que es educado, que es constante en la lectura, a la par que abre las puertas para entender y ser comprendido.

Hoy sustituyen los libros por la televisión. “Yo soy visual, aprendo con imágenes”, repiten con su más natural inteligencia. El sistema educativo ya no contempla el aprendizaje de técnicas de hablar y escribir bien. Pero eso, no es excusa. Hay bastante literatura y libros sobre el arte de hablar y hacerse oír. Darle valor a la palabra es transformarla en autoestima. En nuestro medio, hay carencia formativa en esta área. Se desaforan garlando en público, gobernantes, clase política y comunicadores sociales en clásica verborrea.  

      Una persona preparada que, además, sepa hablar, atesora más posibilidades de futuro muy superiores a las de otra con espectaculares conocimientos, pero con nulas aptitudes comunicadoras. De allí que leer con asiduidad, escribir con corrección y hablar en público con destreza, deberían ser tres objetivos ineludibles para gobernantes y funcionarios. Si se aplican, las ansias de comunicar, evitará hablar con oscuridad. Comunicadores sociales, incluidos mandatarios y altos burócratas, atropellan las reglas al pronunciar las frases, sin el cuidado hasta lo que redactan en boletines. La mala articulación de las palabras dificulta la emisión de frases hacia el oyente, sonando como chirrido devastador que nos llega al oído. Pero, no basta una buena articulación y una pronunciación coherente, hay que tomar conciencia de los propios defectos, aceptando la primera e indispensable etapa de corregir y mejorar para hablar y escribir bien.

Civilidad: El hábito de la lectura mejora la expresión oral y escrita, haciendo el lenguaje más fluido.

 

                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                         

domingo, 20 de octubre de 2024

"Y ahora quien podrá defendernos"

 


Tomo la frase de la tan famosa comedia del siglo pasado, que sirve  para ilustrar la problemática que asoma desde que amanece hasta que anochece en Popayán sin aparezca una sola persona a la cual recurrir. Increíble que en la otrora ciudad culta, ninguna administración municipal haya podido regular las escenas de motorizados retorciéndose en las vías.

Es un peligro recorrer esta intermedia ciudad para adelantar diligencias o simplemente salir caminar. Es una osadía para el peatón. En su andar es probable que se encuentre hasta tres o más accidentes de motorizados o discusiones a causa de imprudencia o situaciones de riesgo con otros vehículos. En lo personal, me siento afligido por la transición hacia la vida eterna de mi apreciado amigo Francisco Castillo Mosquera, gran señor, ex funcionario bancario de gran reputación, quien tuvo una vida bien usada. Por lo que hubiese deseado que su tiempo limitado en este paraíso terrenal fuese en forma habitual y no tan dramático. Como este lamentable accidente, he visto en plenas vías de circulación la forma como realizan sus atrevidas maniobras para pasar los vehículos, llevándose por delante lo que encuentren, rayando los carros, rompiendo retrovisores, sin siquiera detenerse para ofrecer disculpas por el daño. Al contrario, aceleran la velocidad y, ¡se vuelan!

En los semáforos, como enjambres de avispas, se atraviesan, sin mediar ninguna consideración y si por casualidad, es uno quien está a punto de tocarlos, a causa de sus irresponsables maniobras, lo gritan llenos de ultrajes, aunque vaya con su familia. El problema no es sólo de incultura vial en las vías de tránsito, sino de incultura ciudadana donde no respetan ninguna normativa. Nadie está a salvo ni siquiera transitando por las aceras, como le sucedió a mi amigo “Pachito”, porque ellos, en su alocada carrera se trepan a las aceras y separadores, poniendo en riesgo a transeúntes. Las rampas que fueron construidas para garantizar el acceso a personas con discapacidad, ahora son la opción más viable para treparse los motociclistas o aparcar carros. Causa indignación la nula regulación sobre este tópico y la poca aplicación de normativa y control, no se ve ningún funcionario público que la haga cumplir, brillan por su ausencia. Con frecuencia, circulan motos trasportando hasta cuatro personas, sin cascos de protección con niños y hasta bebés, en los asientos, empaquetados como sándwiches. Y nadie dice ni hace nada. La incuria oficial es patente. Abundan los "moto taxistas". En cualquier esquina o lugar de la ciudad, sin autoridad que controle el estacionamiento de sus motos, dificultando la visión contra las debidas medidas de seguridad. Son muchos los pasajeros víctimas de lesiones graves, en su afán de llegar lo más rápido. Los transportan zigzagueando, haciendo maniobras, subiéndose a las aceras, pero poniendo en peligro piernas y rodillas de sus pasajeros y atropellando a los transeúntes. Así quedan lesionados, y tirados en el suelo a la buena de Dios, incluidas las vidas e integridad de los mismos "motorizados". Como si lo anterior fuera poco, existe un vacío en las leyes que permite asociar otros delitos, como el narcotráfico, homicidio y el fleteo para castigar de manera más severa este problema.

No se busca criminalizar, ni estigmatizar el uso de motocicletas o a los usuarios, pero sí hacer justicia y evitar que este fenómeno siga creciendo, afectando a quién sale a las calles. ¡Angustioso panorama!  Y entonces, ¿qué ente público podrá defendernos de tanto atropello en las vías y aceras públicas de nuestra amada Popayán?

 Civilidad: Los “moto ratones” sin seguro obligatorio vigente y, no responde nadie. Siguen siendo los que más evaden el SOAT.

 

 

 

 

sábado, 12 de octubre de 2024

¿Antes de Colon, los vikingos?

 


Hace más de 50 años, estudiosos admiten que marinos vikingos, durante exploraciones marinas realizadas entre el siglo XVIII y el siglo XII, fueron los primeros europeos en poner los pies en América. Aunque, el momento exacto de las incursiones de los vikingos en lo que ellos llamaban "Vinland" sigue siendo un misterio. De acuerdo a los objetos encontrados, datación por radiocarbono y la literatura vikinga, se cree que el asentamiento de L'Anse aux Meadows, tuvo cierta prosperidad entre el año 990 y el 1050. Se dice que los vikingos no sólo viajaron a América cientos de años antes que Cristóbal Colón, sino que parece probable que realizaran viajes rutinarios para extraer recursos naturales. Los investigadores creen tener ahora la prueba de este comportamiento, gracias a un mejor conocimiento de los árboles encontrados en Groenlandia.

La revista Antiquity de la Universidad de Islandia, afirma que los colonos nórdicos de Groenlandia (entre 985 y 1450 d.C.) dependían de la madera importada para la construcción de barcos y grandes proyectos de construcción. Este acceso y, el momento en que se produjo, corrobora las leyendas vikingas que afirmaban que existía una ruta comercial regular entre Groenlandia y Norteamérica unos 500 años antes de que Cristóbal Colón dirigiera su famoso viaje hacia el oeste. "Estos hallazgos ponen de manifiesto que los nórdicos de Groenlandia disponían de los medios, los conocimientos y las embarcaciones apropiadas para cruzar el estrecho de Davis hasta la costa oriental de Norteamérica, al menos hasta el siglo XIV". "Por lo tanto, se realizaron viajes de Groenlandia a Norteamérica durante todo el periodo de asentamiento nórdico en Groenlandia, y los nórdicos adquirieron recursos de Norteamérica durante mucho más tiempo del que se pensaba". La madera en cuestión, incluye cicuta y pino piñonero, especies que no son autóctonas ni de Groenlandia ni de Europa. El descubrimiento de que estas especies se utilizaban en Groenlandia hacia el año 1000 d.C. apoya la teoría de que fueron importadas de América. El pino piñonero probablemente procedía de lo que hoy es Nueva Inglaterra y Nueva Escocia. Es posible que la cicuta necesitara aún más viajes para encontrarse, ya que se localizaba sobre todo en Quebec, Ontario y otros lugares de Canadá y sus alrededores.

Para comprender mejor las prácticas de importación, los investigadores analizaron la madera de múltiples granjas y proyectos de construcción conocidos en torno al año 1000 d.C. Mediante el escrutinio de la estructura celular de la madera, pudieron concluir que aproximadamente una cuarta parte de la madera utilizada era importada o llegaba a la isla como madera flotante.

"Al demostrar la variedad de fuentes de madera utilizadas por los nórdicos de Groenlandia", escribieron los autores: “los resultados ilustran la conectividad en todo el mundo medieval del Atlántico Norte". “En el año 993 de nuestra era, una tormenta en el sol liberó un tremendo impulso de radiación que fue absorbido y almacenado por los árboles de toda la Tierra. Ahora, ese evento solar ha demostrado ser una herramienta crítica para conocer el año exacto en el que los vikingos estuvieron en América. Y fue varios siglos antes del "descubrimiento" de Colón”. Gracias a la tormenta cósmica de 993, los investigadores pueden asegurar que los vikingos ocuparon su pequeño asentamiento en el Atlántico Norte exactamente hace 1003 años, en el 1021. Aunque esta nueva fecha, más precisa, no traerá grandes cambios sobre nuestro conocimiento de la presencia vikinga en América, "confirma lo que los arqueólogos y otras evidencias previas sugerían.

Otra versión apunta a que: “las flotas encabezadas por dos almirantes chinos, Zhou Man y Hong Bao, habían navegado desde África hasta la desembocadura del río Orinoco, en la actual Venezuela, y que luego habían bajado por toda la costa del continente hasta el estrecho de Magallanes en el año 1421″

¡Cristóbal Colón no descubrió América! Podría ser otro título. ¿Cómo descubrir un continente ya poblado? El nuevo mundo no lo era tanto. Lo habitaban de norte a sur. Desde las tierras más septentrionales a las más meridionales. Del desierto helado de los inuit de Alaska y los ojibway de Canadá al hogar de los patagones y los onas de Tierra del Fuego. Un sinnúmero de pueblos había hecho suya América en tiempos inmemoriales.

Civilidad: Podemos enzarzarnos en una discusión bizantina sobre si Colón fue un descubridor o un conquistador, pero una cosa está clara: él no fue el primero.

 

sábado, 5 de octubre de 2024

Añoranzas de la infancia

 


Popayán del alma y, yo, somos antiguos. Mi añosa ciudad perdurará siempre, cargando sus años. En mi larga existencia, he pasado por dos siglos, tres papas, dos reyes y, una pandemia sobre mis hombros. Mis viejos amigos, unos achacosos en sus cuarteles de invierno, ya no salen a la calle. Otros viajaron hacia la infinitud.  En estos tiempos, los matrimonios de hoy, ya no quieren tener hijos, adoran las mascotas.  De lo más recóndito de mi memoria y, por comentarios que sugieren que la tradición oral regional no debe echarse al olvido, decidí escribir este compendio.

Hasta mediados del siglo XX, la bacinilla, recipiente en forma de tazón gigante, no podía faltar debajo de la cama para poder utilizarla de noche, cuando no había dentro del cuarto un baño. En las goteras de Popayán, no había energía eléctrica, de allí, el uso de lámparas de kerosene y Coleman de gasolina. Los mejores momentos de la vida nada tenían que ver con el dinero. Las canchas de futbol eran los potreros y las calles. La muchachada estaba expuesta a la “bola”, con  “tombos” de bolillo en mano que asustaban por las quejas del vecindario por los vidrios rotos de sus ventanas; pero, igual, seguíamos jugando hasta cuando nos hacía entrar el grito sagrado: “adentrooo”  

¡Infancia increíble! con pantalón corto hasta los 18 años. Acudíamos a lugares permitidos solo para menores de edad. La educación en esos bellos tiempos, era con profesores dedicados a enseñar sus conocimientos, eran verdaderos sabios con disciplina. Un mismo profesor enseñaba materias diversas con el arte de la retórica y la oratoria, buscando mediante la palabra el fin de persuadir. Los castigos eran desde simples orejas de burro sobre la cabeza en el rincón del salón mientras el maestro continuaba la clase; hasta los más bruscos, arrodillado sobre piedras y el azote con ramas sin hojas. Y también, leves castigos, haciéndonos llenar planas, escribiendo: “No debo hablar en clase”.  El maestro era una figura que ejercía su noble autoridad. Normas estrictas que llegaban, incluso al ámbito familiar.

Tiempos en que metíamos hasta la cabeza para sacar del carrito una paleta de helado de cinco centavos. Había criterios para controlar la edad de las personas que asistían una sala de cine: “apta para mayores de 18 años”. La boleta valía 20 centavos, para ingresar a los teatros: Municipal, Popayán, Valencia y Bolívar para ir a ver a Tarzán (Johnny Weissmüller) acompañado de “Chita”, llamando a Jane, su esposa, con armoniosos alaridos.  Veíamos desternillados de risa al cómico mexicano “Cantinflas”

Extraordinario, despertar un domingo a las 7 de la mañana, con la familia, todavía en pijama, reunidos en la sala, todos rodeando con alegría el televisor, aparato que cambió el mundo de la comunicación. TV en blanco y negro, años 60 muy diferente, no solo en cuestión de tamaño. Había que esperar la imagen, que, no se prendía al instante, había que esperar a que los bulbos se calentaran para que apareciera la imagen y el sonido. En aquel tiempo solo había un teléfono fijo en cada hogar, el antecesor del celular. Cuando timbraba el teléfono en casa, todos corrían, diciendo: “es para mí, estoy esperando esa llamada”. La manera de bloquear una llamada, era dejarlo descolgado, tu, tu, tu, tu...  

Los elementos correctivos que usaba mi madre, era, el rejo de tres patas que siempre se perdía; pero que aparecía, no por arte de magia, sino a punta de chancleta.

Civilidad: Evocando la infancia, echando al olvido la vejez.

domingo, 29 de septiembre de 2024

Nueva ola, la sexalescencia

 


Leí el artículo del Dr. Manuel Posso Zumárraga, quien acuña un nuevo término: “la sexalescencia”, para identificar al grupo de adultos de 70 o más años.  Allí describe hombres y mujeres que manejan las nuevas tecnologías, modernos, progresistas, con ganas de disfrutar la vida, aprender, colaborar con la sociedad, viajar, y ser dueños de su propio destino, renunciando a la calificación de personas de la tercera edad.

Es la novedad demográfica, la que estamos viviendo. Vocablo “sexalescencia”, que abarca términos conocidos como, “setentón”, para quienes cargan sobre sus hombros, setenta y ochenta años o más. Invención muy parecida al término “adolescencia”, que fue una franja social que surgió a mediados del Siglo XX; etapa de crecimiento que ocurre entre los 10 y 19 años, en que se experimentan cambios físicos, cognitivos y emocionales. Hoy vivimos con rapidez y se muere joven por el ambiente más hostil.

Este nuevo grupo conformado por personas, hasta hace poco, denominado, “tercera edad” o “adultos mayores”, calificados por la OMS como vejez, correlacionado con el deterioro del cuerpo, configurando transformaciones físicas, cognitivas, emocionales y sociales del individuo que, inexorablemente, tienen que ver con la pérdida de las capacidades funcionales graduales y de disminución de la densidad ósea, el tono muscular y la fuerza. Severidad relativa, que depende de decisiones y acciones que se toman durante el transcurso de la vida, o sea, durante el envejecimiento. Lejos de tales concepciones, surge este nuevo grupo humano que sobrepasa, setenta, ochenta, y más años. Debido a la esperanza de vida, como resultado de las circunstancias de la persona con factores importantes de atención médica, dieta constante y equilibrada y del suministro de agua potable. El sexalescente, se cuida, disfruta la vida sin tener en cuenta la edad, con una longevidad razonablemente satisfactoria. Hombres y mujeres sin bajar el telón, que trabajan desde hace mucho tiempo, cambiando el significado tétrico que tanta literatura le dio durante décadas al concepto del trabajo. Ahora, lejos de tristes oficinas, buscan y encuentran, la actividad que más les gusta y continúan ganándose la vida con el trabajo que con agrado realizan, sintiéndose plenos, sin pensar en la jubilación. Y, los que ya se han jubilado, disfrutan con plenitud de cada uno de sus días sin temores al ocio o a la soledad. Disminuyen el proceso de envejecimiento, porque después de años de trabajo, crianza de hijos, nietos, bisnietos, carencias, desvelos y sucesos fortuitos, bien vale mirar el mar con la mente vacía. Viven la vida con energía asociándola a la juventud. Recordando la juventud sin nostalgia. Son ese grupo de edad que no teme mostrar sus arrugas, canas y cuerpos más o menos imperfectos, aunque en verdad, no es cuestión solo de años sino de identidad.

De allí que, sexalescencia, sea romper los moldes de ver y vivir la vejez con plenitud. Demostrar que la vida realmente comienza después de los sesenta. Que se llega a la madurez sin miedos, sin complejos, integrados a nivel comunitario, social, siendo más activos laboralmente. El sexalescente no se retira a sus cuarteles de invierno, porque sabe de su experiencia acumulada, sabiduría y serenidad. Motivado, con curiosidad e interés por lo que ocurre a su alrededor.  Continúa teniendo ilusiones y proyectos positivos y vitales. Que abraza con entusiasmo y gratitud, demostrando que la edad es solo un número.

Civilidad: El sexalescente no se plantea ni por asomo, quedarse en la puerta de su casa para ver pasar la vida o los automóviles; tiene inquietudes, es curioso y, no lo limita la tecnología, conservando la máxima: “mens sana in corpore sano”

 

 

 

 

 

 

sábado, 21 de septiembre de 2024

Desafiando el olvido y la modernidad.



Popayán, ilustre entre las ciudades, edificada con heroísmo y distinción, aportante de la mayor dote de sangre y de dinero para la independencia de Colombia; podría rescatar su perfil con cierta unción mística a través de actividades o eventos culturales para enriquecer a la población, alimentar su pensamiento, cultivar su sensibilidad y reforzar sus valores identitarios mediante expresiones artísticas.

La cultura es una necesidad humana; no solo referida al entretenimiento y la distracción, sino también a la creación de vínculos sociales significativos y el fortalecimiento de la identidad cultural. Todo esto, se traduce en la transmisión de creencias, valores, puntos de vista, reflexiones y memoria histórica de una generación a la siguiente; algo que es indispensable en la ciudad. En el caso del Cauca por pertenecer a la zona Andina, predominan los bambucos, pasillos y la música tropical. El gusto por bambucos y pasillos es frecuente en la capital Popayán y en poblaciones aledañas, ritmos, interpretados por tríos o cuartetos integrados, la mayoría de veces, por familiares o amigos.

Revisemos el álbum musical de Efraín Orozco Morales, con un don especial, porque cuando se nace con personalidad, no existe cerco que ataje el ímpetu espiritual. Efraín Orozco, gran valor musical de Colombia, nació en Cajibío, Cauca. Persona que, gracias a su progenitora, Amelia Morales, como buena guitarrista y a su padre, que le enseñó y le regalo un cornetín, a los ocho años, le abrieron los caminos de la música. También, el Centro Cultural del Banco del Estado en Popayán a cargo de Jorge Flórez Calvo apoyó la cultura, manteniendo durante varios años “El concurso de tríos” que fue famoso nacionalmente. Desde allí, se dio a conocer la obra y el legado de grandes compositores e intérpretes caucanos en la escena musical a final del siglo XX

Sería un éxito, revivir la vena musical, si las secretarías culturales de Popayán y el Cauca unidas retomaran “El concurso de tríos”, como evento musical para conmemorar alguna fecha especial, abanderando nuestra tradición musical muy rica, pero olvidada, por cierto. Para ello, ha surgido un grupo selecto que anhela fortalecer los valores musicales de nuestro territorio, a través de melodiosas guitarras para promover el talento musical de artistas locales, nacionales e internacionales. Excelente idea para resaltar nuestros músicos de cuerdas, que hoy por hoy, no tienen apoyo de ninguna entidad estatal. Bonita ocasión para rescatar la armonía de tríos, así lo expresa, el gestor anhelante del encuentro musical.  Álvaro Martínez Pabón, quien fiel a su propuesta, sueña mantener nuestra cultura musical para darle una frescura al ambiente caluroso, ante las adversidades que hoy sobrellevamos.

Se abre una ventana muy positiva para visibilizar el potencial artístico de compositores y agrupaciones de tríos que se reunirían en el icónico Teatro Valencia, también subutilizado. Ese turismo cultural emergente, se convertiría en una fuerza económica importante, facilitando la difusión musical, promoviendo el consumo cultural, y a su vez, al resurgir de una muestra cultural regionalmente integrada.

Señores mandatarios gubernamentales, la música y el turismo son un bálsamo que, unidos como propósito visionario permitirá reconocer y compartir la diversidad musical de nuestra región. La música de guitarras ha sido durante mucho tiempo un aspecto inexplorado en el contexto del turismo. El renacer de la guitarra, en una era olvidada, no es solo una frase evocadora, sino la invitación a emprender un viaje sonoro hacia rincones del pasado musical que esperan ser redescubiertos.

Civilidad: La mejor manera de conectar a las personas con las raíces colombianas, con la tierra, es con la música, contagiados de alegría y del talento que tenemos aquí. 

  

sábado, 14 de septiembre de 2024

Dónde lo quito, donde lo pongo

 


En escrito anterior, hice alusión a la narración que es más leyenda que comprobación de hechos. Quienes opinamos, muy pronto quisiéramos pasar de lo que se dice a lo que sucede en la realidad. Por eso, hoy pasando de la mera palabra, a los hechos, repaso para ver la realidad. La narración de hoy, tuvo una historia, una visión, tuvo una época, con otro tipo de sociedad. Ahora, es otra la conciencia ciudadana.

En la cúspide de “El Morro”, ya no están otra vez, el caballo de sangre mora con la figura del supuesto fundador de la ciudad. Tampoco está la estación ferroviaria. Solo al pie de la colina quedan los tejados pardo oscuros guardando las reliquias y los antiguos nombres perdidos en el olvido. Las blancas torres y las rectas calles como lo quisieron nuestros antecesores en tiempos reposados y discretos. Que se hicieron las propiedades y poderes, de aquellos hombres que construyeron aquellas casas señoriales, con escudo de armas en la fachada con todas las comodidades propias de que gozaban los señores de la tierra y los amos del trabajo. Que fue del linaje y nobleza, de portalones pétreos, amplios zaguanes, caballerizas, fachadas adinteladas y de patios enclaustrados, construidos al “modo España”, con pozos y desagüe para las aguas, con laboriosos capiteles tallados y frescura en las sombras, para las ardientes tardes del verano pubentino ¡Solo queda el cuento!

Testigo vivo soy de la grandeza y la importancia que supuso el estatus social en aquella época del Popayán que se nos fue. Algunas casonas de amplios portalones y aldabones que ya no subsisten en el marco histórico de la ciudad en deterioro; algunas divididas entre varios locales y otras, ya desaparecidas, que hablaban de otros tiempos.

A finales del siglo XIX, aquellas élites aristócratas perdieron influencia y muchos marcharon a incipientes urbes. Aunque nunca se ha ido del todo, el sabor señorial y la historia, quedaron en esas casas, que ahora románticamente evoca la plebe del siglo XXI.

Han transcurrido cuatro años de haber sido derrocada la estatua de Sebastián de Belalcázar. Mañana 16 de septiembre, sin la reinstalación del patrimonio histórico tan discutido, diseñada por el escultor español Victorio Macho. Pero, ¿qué ha pasado? Nada…nadando como el Alkaseltzer, pal fondo y echando burbujas.  Don Sebas, continúa en los talleres de Invias, sin definir dónde será el nuevo destino. Hoy, es más fácil guardar que poner. Seguimos soñando con el alcalde. En tiempos lejanos, el poeta Guillermo Valencia, tuvo interés por ubicar dos efigies recordatorias del origen de la ciudad. La figura ecuestre de Sebastián de Belalcázar haciendo parte integral de la Plazoleta de la iglesia de San Francisco Y la otra, en honor al Cacique Pubén colocado en posición dominante en el Morro de Tulcán, evocando el ancestro pubenense.

Retrospectivamente, Juan Carlos Muñoz B, de candidato, soñaba con “rescatar a Popayán”. Salió elegido mayoritariamente, entre otros, con más aptitudes para cambiar el destino de la ciudad.  Pero, en tiempos tan agitados como el actual, la aptitud en la lentitud, es más valiosa que nunca.  Y, en la necesidad de reconocer con mayor precisión, si el alcalde cumple con todo lo prometido, podría convertirse en uno de los gobernantes más interesantes o en el mayor incompetente de todos los tiempos.

Civilidad: Si el tiempo avanza sin atender los problemas de la ciudad, traerá más decepción.