El vehículo automotor es un
bien necesario, aunque carísimo mantenerlo. Sirve para trabajar o trasladarse con
la familia a cualquier parte en forma más rápida, sin pérdida de tiempo, de día
o de noche. Tener en posesión un vehículo no es un deseo mayoritario de la
gente. No todo el mundo puede disfrutarlo, por la sencilla razón de que para muchos
les supone un estorbo, al no tener donde guardarlo y, a lo mejor, viven en una
parte de la ciudad donde es prácticamente imposible aparcar, o simplemente
porque detestan conducir por la alta accidentalidad. Para algunos, tener
automóvil es un símbolo de estatus. Son usuarios del automotor que quieren llegar
hasta la puerta de su destino. Gente que le da más importancia a un automotor, que,
a la nevera desocupada, midiendo las apariencias ante las deudas ocasionadas
por la obligación de aparentar.
La amada Popayán, va camino a
ser una de las capitales que tiene más automotores que personas capaces de
vivir en sociedad con sensibilidad, inteligencia y voluntad. Popayán, dejó de ser un pueblo educado y
tranquilo a ser una ciudad furiosa no solo por el tráfico vehicular sino por otras
cosillas. La gente se impacienta por los minutos perdidos, esperando que el
vehículo de adelante avance… típico solo en grandes urbes que luchan contra la
congestión vehicular. Esta bella villa ya no es una ciudad culta y noble, porque
convirtió sus hidalgas calles y su espacio público, en el parqueadero a cielo
abierto más grande del suroccidente de Colombia. Mal trasladado a muchos
barrios de la ciudad, sin solución a los problemas de movilidad. Claro, esta situación
caótica no es un problema solo del alcalde Juan Carlos Muñoz, quien en un año
no ha podido dar solución. Es un escenario traumático donde todos tenemos gran responsabilidad,
esperando que del cielo caiga un milagro, en tanto los habitantes incívicos, continúan
contribuyendo a que Popayán, sea un lugar cada día más congestionado. Sin duda,
el transporte público es la solución, con más rutas de buses en funcionamiento,
bien organizadas para que solamente utilicen sus monopolizados carriles
exclusivos, de tal manera que no obstaculicen el libre tránsito, sin ocasionar
diarios accidentes. En la ciudad blanca, las vías rápidas son angostas, siendo
el punto más crítico el centro histórico, donde resulta de gran incomodidad
tratar de movilizarse en autos particulares, incluso en el destartalado
transporte público (detestables cafeteras ambulantes) Desde hace 15 años, 2009,
se venía ejecutando el Plan de Movilidad, hoy suspendido. La percepción es que,
seguiremos viviendo por causa del fracasado plan de movilidad en nuestras
calles, contaminación auditiva, polución ambiental, así como falta de respeto
por el peatón, que, siendo el actor vial más importante, no le prestan cuidado.
¡Este es el lamentable
escenario! En Popayán, no hay cultura vial, ni acatamiento por el espacio
público. El fenómeno de mal parqueo es en toda la ciudad, frente a ferreterías,
colchonerías, instituciones públicas y privadas, hospitales, clínicas,
almacenes, etc., etc., etc. Todos absolutamente todos, son lugares preferidos
por los conductores sin cultura ciudadana, ante la fingida “eficiencia” de la
secretaría de tránsito que no sabe ni puede controlar. Esto y mucho más, es el
“pan de cada día”.
Civilidad: Normas,
costumbres, acciones y reglas mínimas, que, generan sentido de pertenencia,
facilitan la convivencia urbana y conducen al respeto del patrimonio común y al
reconocimiento de los derechos si los ciudadanos las aplican.
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