Hacía días deseaba escribir
esta columna. Me mordía la lengua, me amarraba los dedos pensando como redactar
este escrito. Tuve dudas, me devané los
sesos para referirme al mandatario de los payaneses sin ofenderlo. Vacilé para
utilizar la palabra deslenguado y el vocablo lenguaraz. Consulté el diccionario
de la RAE, y encontré que las dos no son ofensivas. Deslenguado significa desvergonzado, desbocado
y mal hablado. Y lenguaraz es el término apropiado para calificar a aquellas
personas que, además de deslenguadas, son atrevidas en el hablar. Entonces,
decidí usar ambos vocablos en este escrito.
Como autor de este escrito,
nada he inventado. Es la cosecha de gazaperas y disparates gramaticales en boca
del señor alcalde Juan Carlos Muñoz Bravo, quien gobierna la ciudad por mayoría
absoluta, pero ese resultado electoral, ahora nada tiene que ver con su
gestión. Sus frases dan pie para que la opinión pública, testifique que, por la
boca muere el pez; en este caso, sin escamas ni branquias, pero con bastón de
mando.
Yo desearía escribir elogiando
al señor alcalde Muñoz Bravo; pero, hasta el más estruendoso aplauso sería
desautorizado y cuestionado. Su estilo, deslenguado, lenguaraz con frecuentes metidas
de pata, son aseveraciones que levantan polvo en la ciudad. Todas están registradas
en audios y videos que son virales y, se utilizan para hacer memes, hoy
convertidas en tendencia. Pareciera que ni el señor alcalde ni sus asesores
de imagen se pasean por el buen lenguaje, pese a ser un buen amigo cuando lo conocemos,
y nuestro más poderoso rival cuando ignoramos su poder y sus tesoros. En tal sentido,
la discreción, la pudicia y el tono menor son atributos que el lobo no conoce
ni por las definiciones del diccionario.
En su ansia obsesiva de comunicar,
el señor alcalde de Popayán, ha informado que: “Popayán va descansar al
pagar $ 110.600´000.000 pidiéndole perdón a los Solarte por no haberles podido
pagar su plata, por su trabajo realizado (¿?)
El mandatario asume el costo
de contar con el privilegio de acceder a los micrófonos públicos, comentando: “Tenemos
la visión, hemos ido a visitar el espacio dentro de la cárcel San
Isidro para construir una carceleta. Allí está el mapa el dibujo” ¡Y que
tal esta! “Por fin, poder firmar un acuerdo con Findeter para construir un
puente elevado sobre la ciudad. Y no porque el apetito del alcalde
lo diga”
Explicar que, “…ni siquiera el
parque de Caldas tenía un certificado que dijera que no es un bien
mostrenco”. Arranca carcajadas y da vergüenza ajena. Oír pronunciar la
cadena de construcciones incorrectas como esta: “…hemos hecho una dinámica
diferente con la componenda que hemos podido hacer con los jóvenes…”
Otra más, “hay que resaltar esta dualidad que hay hoy entre el gobierno
departamental y la alcaldía de Popayán…” “primera vez que se ve en esta Koinonía
de trabajo”
Con todo respeto, señor alcalde,
carece usted de asesores porque en sus conversaciones informales, en entrevistas
o cuando convoca a los medios de comunicación, su lenguaje es inculto o
incorrecto. Aporrea la lengua española, manifestando ignorancia de ella y del
léxico. Así convence a los concejales de
Popayán: “queremos que nuestros jóvenes, nuestros hijos, nuestros nietos vean
en el municipio una oportunidad y no una desaportunidad. Maltrata la
lengua materna, que es un instrumento de comunicación de primer orden. Exagera señor
alcalde contando: “Me llamó un canadiense para decirme que ya le compró un
millón quinientas mil toneladas de limón”. “gracias dotor Esgarr por
su tiempo…”
Civilidad: Proteger
la ciudad con su torre, cuya cúspide toque los cielos, sin dividirnos y, sin
confundir, nuestra lengua de modo que, nos entendamos unos a otros.
Estoy de acuerdo con el señor periodista, no hay nada más que decir. No siempre se puede vivir de buenas intenciones?
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