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domingo, 25 de marzo de 2018

La Ñapanga Payanesa



A mi nieta María Camila López Dorado
La Ñapanga Payanesa

En Popayán, la ñapanga es el símbolo de la clase popular y la cultura mestiza. Cuenta la tradición que las bolsiconas se dedicaban a labores domésticas como el bordado, la modistería, o a atender las pulperías de la época. Con el transcurrir del tiempo, solo quedó la imagen de ñapanga como representación arquetípica folclórica y original, más que su presencia real en la sociedad. El vocablo ñapanga es una deformación de la original voz quechua “Llapanga”, que significa “descalza”, palabra aplicada a la “mujer del pueblo”. Al igual que la desaparecidas pulperías remplazadas por las tiendas que aún ofrecen artículos de primera necesidad en los barrios populares.
Cuenta la tradición que en San Juan de Pasto, que la canción “La Guaneña”, en ritmo de bambuco, considerada por los lugareños como su himno, el autor de la letra se inspiró en una ñapanga. La versión original de dicha composición musical se remonta a 1789, cuando el músico pastuso Nicanor Díaz, y su compañero el guitarrista Lisandro Pabón integraban el más renombrado dueto de su época. Díaz estaba muy enamorado de la bella ñapanga Rosario Torres, quien por su carácter recio, la apodaban la Guaneña. Como quiera que ella no correspondió a sus galanteos, incluso contrajo matrimonio para marcharse con otro pretendiente de mejor solvencia económica; el afligido artista compuso en su memoria, la canción “La Guaneña” para su Ñapanga, constituyéndose desde entonces, ambas en símbolos de los carnavales de Pasto.
Así mismo, narran que en Quito, Manuelita Sáenz el amor de toda la vida de Simón Bolívar, se disfrazaba de “ñapanga”, para deslumbrar al Libertador, bailando una  danza denominada como “ñapanga”, por lo que el Obispo, llegó a considerar el baile como obsceno.
Hoy las ñapangas payanesas son célebres en los desfiles sacros por su gracia, belleza y juventud, generalmente en el papel de sahumadora, portando el sahumerio en un brasero durante  las procesiones religiosas, cumpliendo la tarea de sahumar, es decir, purificar el ambiente de la imagen que acompaña. ​Esta maravillosa figura femenina, se  caracteriza por su vestimenta compuesta por follado, pollera o falda amplia de bayeta de confección indígena de color rojo, verde, azul oscuro, fucsia, negro o morado, adornadas con cintillas de vistosos colores ceñidas en la cintura, para cubrir las enaguas de bordes y cenefas bordadas elaboradas en lino.  Portan además, una blusa blanca, bellamente tejida con adornos de tul, cintas de sedas y coloridos bordados. La ñapanga  de tersura piel canela, de cuello largo que sostiene con garbo su vivaz cabeza enmarcada con recogido pelo en largas trenzas, lucidas también con cintas multicolores; adornándose con aretes y pendientes de oro o plata. Completa su vestuario calzando alpargatas sin trabilla en el talón. Refiere la historia que, las auténticas ñapangas que andaban descalzas o con alpargatas, pintaban sus pies de alguna tintura color rosado como prevención contra la mordedura de culebras. Es pues, la ñapanga, en término racial, el color blanco español en amalgama con el indio, el mestizo y el negro, que en acompasada marcha durante los desfiles sacros personifica, año tras año, esa mezcla de india Pubenense con el español del viejo mundo.

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