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sábado, 9 de noviembre de 2024

Conservación del Centro Histórico

 


Por qué esta amada ciudad teniendo algo tan antiguo como el centro histórico no puede ser parte de un plan de futuro para preservarlo como un atractivo turístico. En los últimos 40 años hemos visto su evolución negativa por el escaso razonamiento cultural, frente a la protección del patrimonio arquitectónico sin ocuparse de la conservación, y menos aún de su restauración. Quienes aún poseen edificaciones históricas o emblemáticas, carecen de recursos para mantener la originalidad de sus edificaciones, que, por añadidura, terminan cambiando el equilibrio entre los valores públicos e intereses particulares. Dichas construcciones de la ciudad han sido testigos de la historia. Pues, no se trata tan solo de edificios bonitos, sino que poseen valor documental, histórico y, por consiguiente, cultural. Por eso, quisiéramos que su arquitectura colonial siguiera en pie enfrentando el paso del tiempo, Sin embargo, la trascendencia sobre el Patrimonio Histórico aún no se ha calibrado en su justa medida, para revitalizarlo y conservarlo. Sin duda, este patrimonio histórico, en los albores del siglo XXI, la sociedad actual, debe comenzar a concederle especial relevancia, abordando el reto del centro histórico de manera integral. Es preciso recuperar la autoestima de la cultura autóctona reflejada en el cariño y cuidado por sus propias tradiciones y señas de identidad para conservar la diversidad y riqueza cultural de la ciudad anterior.

Lo aconsejable de este escrito, es ratificar la importancia y la oportunidad que representa el centro histórico como instrumento para impulsar un desarrollo urbano sostenible y sensible a la cultura, de tal manera, que contribuya a combatir la destrucción del patrimonio auténtico de aquellos edificios y el conjunto arquitectónico, que por sus valores históricos, culturales y emblemáticos son significativos para la sociedad que les otorga el carácter de legado.

Hay que recuperar el casco antiguo de Popayán, considerado uno de los más bellos con una superficie aproximada de 236 manzanas, que es uno de los centros históricos coloniales y eclesiásticos más grandes del país y América y, la ciudad, una de las más viejas. Allí está reflejada su arquitectura colonial con sus tradiciones religiosas. El marco histórico es la expresión viva de la historia urbana y cultural. Y aunque la ciudad ya enfrenta profundos procesos de deterioro y abandono, su potencial sigue casi intacto. Por eso, hay que revitalizarlo hasta convertirlo en una centralidad vibrante de la ciudad. Lo sustancial es que, todavía hay una historia que no ha sido arrasada por la codicia del dinero, ni olvidada por la incuria y la mediocridad de quienes han “administrado” la ciudad, con indiferencia a su pasado, desconociéndolo, despreciándolo y, lo más grave destruyéndolo.

No hay que dar brazo a torcer para que administraciones venideras, entiendan lo transcendental que es para la ciudad, ponerle atención a esta zona de Popayán. Ella es, una síntesis del pasado nacional y también de su presente, pues ha sido testigo de nuestra historia desde la fundación de la ciudad hasta hoy. Su tipología colonial, es un estilo que debe preservarse a lo largo de los siglos, porque concentra un entorno construido único que atrae un alto flujo de capital humano. Ello obliga a explorar patrones de desarrollo urbano especiales para solucionar problemas apremiantes de movilidad, espacio público, servicios urbanos para el centro y la ciudad, integrado al patrimonio. Los edificios simbólicos hacen parte de la memoria urbana a través del tiempo. Las construcciones destinadas a la Iglesia y al Estado han sido históricamente las que han marcado con mayor fuerza la simbología de Popayán. La Catedral, iglesias y conventos, con sus torrecillas o campanarios, fueron desde un comienzo hitos que imprimían el valor histórico del espacio urbano. Junto a las solariegas casonas son como un libro de historia que aportan mucha información al estudio histórico de la sociedad.

Civilidad: La arquitectura colonial, es la identidad de Popayán, ¡conservémosla!

 

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