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domingo, 20 de octubre de 2024

"Y ahora quien podrá defendernos"

 


Tomo la frase de la tan famosa comedia del siglo pasado, que sirve  para ilustrar la problemática que asoma desde que amanece hasta que anochece en Popayán sin aparezca una sola persona a la cual recurrir. Increíble que en la otrora ciudad culta, ninguna administración municipal haya podido regular las escenas de motorizados retorciéndose en las vías.

Es un peligro recorrer esta intermedia ciudad para adelantar diligencias o simplemente salir caminar. Es una osadía para el peatón. En su andar es probable que se encuentre hasta tres o más accidentes de motorizados o discusiones a causa de imprudencia o situaciones de riesgo con otros vehículos. En lo personal, me siento afligido por la transición hacia la vida eterna de mi apreciado amigo Francisco Castillo Mosquera, gran señor, ex funcionario bancario de gran reputación, quien tuvo una vida bien usada. Por lo que hubiese deseado que su tiempo limitado en este paraíso terrenal fuese en forma habitual y no tan dramático. Como este lamentable accidente, he visto en plenas vías de circulación la forma como realizan sus atrevidas maniobras para pasar los vehículos, llevándose por delante lo que encuentren, rayando los carros, rompiendo retrovisores, sin siquiera detenerse para ofrecer disculpas por el daño. Al contrario, aceleran la velocidad y, ¡se vuelan!

En los semáforos, como enjambres de avispas, se atraviesan, sin mediar ninguna consideración y si por casualidad, es uno quien está a punto de tocarlos, a causa de sus irresponsables maniobras, lo gritan llenos de ultrajes, aunque vaya con su familia. El problema no es sólo de incultura vial en las vías de tránsito, sino de incultura ciudadana donde no respetan ninguna normativa. Nadie está a salvo ni siquiera transitando por las aceras, como le sucedió a mi amigo “Pachito”, porque ellos, en su alocada carrera se trepan a las aceras y separadores, poniendo en riesgo a transeúntes. Las rampas que fueron construidas para garantizar el acceso a personas con discapacidad, ahora son la opción más viable para treparse los motociclistas o aparcar carros. Causa indignación la nula regulación sobre este tópico y la poca aplicación de normativa y control, no se ve ningún funcionario público que la haga cumplir, brillan por su ausencia. Con frecuencia, circulan motos trasportando hasta cuatro personas, sin cascos de protección con niños y hasta bebés, en los asientos, empaquetados como sándwiches. Y nadie dice ni hace nada. La incuria oficial es patente. Abundan los "moto taxistas". En cualquier esquina o lugar de la ciudad, sin autoridad que controle el estacionamiento de sus motos, dificultando la visión contra las debidas medidas de seguridad. Son muchos los pasajeros víctimas de lesiones graves, en su afán de llegar lo más rápido. Los transportan zigzagueando, haciendo maniobras, subiéndose a las aceras, pero poniendo en peligro piernas y rodillas de sus pasajeros y atropellando a los transeúntes. Así quedan lesionados, y tirados en el suelo a la buena de Dios, incluidas las vidas e integridad de los mismos "motorizados". Como si lo anterior fuera poco, existe un vacío en las leyes que permite asociar otros delitos, como el narcotráfico, homicidio y el fleteo para castigar de manera más severa este problema.

No se busca criminalizar, ni estigmatizar el uso de motocicletas o a los usuarios, pero sí hacer justicia y evitar que este fenómeno siga creciendo, afectando a quién sale a las calles. ¡Angustioso panorama!  Y entonces, ¿qué ente público podrá defendernos de tanto atropello en las vías y aceras públicas de nuestra amada Popayán?

 Civilidad: Los “moto ratones” sin seguro obligatorio vigente y, no responde nadie. Siguen siendo los que más evaden el SOAT.

 

 

 

 

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