“Llorar como mujer lo que no
supimos defender como hombre”. Breve frase que podría escribirse en una lápida
en Popayán. Explicando que así ha sido siempre en la “Ciudad Blanca”. No fuimos
capaces de defender la estación del ferrocarril. Bella edificación que fue por
muchas décadas un icono en la amada Popayán. La perdimos, lamentablemente cuando
cierto alcalde mandó a demolerla. Pésima decisión, haber derribado esa
edificación que era una joya para admirar de la histórica arquitectura de
Popayán.
Tremendo carrusel de errores
contra nuestra amada ciudad, cometieron líderes gubernamentales, que lo único
que hicieron fue destruir y acabar con el patrimonio histórico, elementos
arquitectónicos que fortalecían nuestra identidad cultural. Quienes, conocimos,
vivimos y disfrutamos de la maravilla del ferrocarril del Pacífico, hoy nos lamentamos,
no solo por la demolición de la estación del ferrocarril, otra gran joya
arquitectónica, sino por el viacrucis que soportamos viajando Cali-Popayán. Si
la vía férrea existiera, no utilizaríamos: tractocamiones, carro-tanques, y
vehículos de carga pesada que, en la panamericana, son causa de trancones y
accidentes.
La Plaza de Toros Francisco
Villamil Londoño, fue otro símbolo de identidad y cultura en Popayán.
Actualmente cerrada y sin actividad taurina. Contaba con amplias y bellas zonas destinadas al
público y, el ruedo dónde se desarrollaba la novillada con instalaciones
necesarias para el festejo del arte taurino. Su estilo arquitectónico colonial,
era una de las más bellas de Colombia a decir de los maestros de la torería. Con
esta festividad de origen español, Popayán movía su economía. Sin embargo, en
los últimos años, el deterioro de la plaza de toros, es evidente. Los amorosos
con Popayán expresamos gran preocupación por la ruina en que se encuentra este
valioso patrimonio. No cabe duda, sobre la ciudad cae la maldición del
arzobispo expulsado por Tomás Cipriano de Mosquera ¡Popayán se cae a pedazos!
Dentro del marco histórico existió
otro de los espacios más antiguos de la ciudad. La Plaza de Mercado
construida entre 1924-1928. En su interior, veíamos decenas de comerciantes, cerrando
tratos con la frescura de los productos del campo que allí mercadeaban. Esa
arquitectura, símbolo de prosperidad y abundancia, abría sus cuatro enormes
portalones de lunes a domingo, desde las ocho de la mañana hasta las
cuatro de la tarde para todos aquellos que deseaban mercar o disfrutar de
un plato de comida casero con sabor a plaza. La demolieron para levantar el
adefesio del Centro Comercial Anarkos, ahora convertido en el basurero central
de Popayán. Parafraseando al Maestro Valencia, expreso: En el umbral de
la polvosa ciudad, he visto sucias sus calles y el pueblo entumecido.
Esos referentes antiguos representaban,
en mayor o menor medida, la metáfora de un lugar y tiempo, una idea, una
poética, un movimiento, el testimonio de un tiempo o de una forma de vida. Aunque siguen siendo uno de sus principales
atractivos, cada vez se caen a pedazos.
Lástima grande, esos hermosos caserones que por varios siglos ocuparon
las familias más destacadas de la ciudad, hoy las modifican en su mayoría para
diferentes usos. Si no se conservan, pueden destruirse y desaparecer, dando
como resultado una pobreza cultural y el deterioro de nuestra identidad como
vestigio de ciudad colonial.
Con motivo de otro
aniversario, la población debería entender que este tipo de inmuebles antiguos,
una vez que se destruyen no los podemos reponer. Conservarlos en buen estado, atrae
el espíritu patojo y, sobre todo, nos permite transmitir a las generaciones
presentes y futuras, la memoria histórica de nuestra entrañable ciudad, como parte
fundamental de nuestra identidad local.
Civilidad: Inundado
de lágrimas veo la ruina de mi ciudad amada
Saludos apreciado doctor: muy cierto el contenido de su artículo. La razón? Popayán una ciudad sin dolientes y con depredadores. Se olvidó mencionar la plazoleta de la Iglesia de San Francisco, en el adefesio en que quedó.
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