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sábado, 24 de octubre de 2020

La vida es corta


 Ahora cuando saludos y visitas están prohibidas. Ahora cuando familiares, amigos y conocidos mueren en aislamiento, sin acompañamientos, hay que ver las cosas de otra manera. Pocos tenemos claro, lo corta que es la vida; todo depende de la óptica con que se mire. A conciencia repitamos: “la vida es corta, hay que aprovecharla”. Pero que no sea un dicho más de los muchos que existen ante tanta tragedia.

Pienso y opino que algo puedo aportar, pues no hay mejor maestro que la experiencia de uno mismo.  Por mi parte, aprovecharé en lo posible, mejor mi tiempo de vida. Más que consejos pretendo que abran su mente mis lectores, pues la perspectiva de nuestra vida en el tiempo es apenas un suspiro. Para quienes raramente alcanzaremos a vivir menos de 100 años, es difícil entender la inmensidad del tiempo que tiene la edad de casi 13.800 millones de años. De allí que, seamos tremendamente jóvenes ante el universo y, solo viviremos una diminuta parte de la vastedad del tiempo.

La vida es fácil, sin embargo, nos la complicamos. El día de ayer no regresará, ni ese maravilloso día que guardamos en la memoria, ni tampoco la aciaga fecha en que nos sentimos tan mal por una adversidad. Ese tiempo ya pasó. Solo nos queda el tiempo actual, valorémoslo como un tesoro. El hoy, es uno de los mayores tesoros. Seamos conscientes que la vida es apenas un suspiro, permitiéndonos expandir la mente y entender que hay que valorar cada día, cada hora y cada instante. Sin desperdiciar el tiempo, hagamos las cosas que nos agradan. No malgastemos horas y tiempo con personas que no aportan nada bueno a nuestras vidas ni que nos ayudan a ser mejor o vivir sosegadamente.

El tiempo vuela, y los recuerdos son agua que a veces brota de los ojos. Por eso, hay que comprender que no debemos renunciar a utilizar el dinero que ahorramos (la pensión) durante toda la vida. Usarlo para invertirlo en sí mismo. No guardarlo para que lo disfruten quienes que no conocieron el sacrificio de haberlo conseguido. No es tiempo para atormentarse por la situación económica de los hijos. Ya cumplimos con la misión de darles durante la infancia y la juventud una buena educación, ¡que mejor herencia! Tampoco es época de mantener a nadie de la familia. No hay que escatimar para comprar lo mejor y más fino; es hora de gastar, sin sentirse culpable de invertir los ahorros en nosotros mismos. “Cuando uno muere, nada se lleva”, después de muerto, el dinero genera tirrias y resentimientos.

Mantengamos la llama del amor viva, seamos vanidosos, cantando, riendo, siempre saludables y bien presentados. Vayamos donde queremos ir. Tengamos la vida que queremos vivir. No hay que apresurarse a tirar la toalla antes de tiempo, si aún no es el momento. Los mayorcitos de 60 y 70 años, tenemos todavía suficiente vida para hacer muchas cosas. La insensatez es que muchos no somos conscientes de ello.

Sólo se vive una vez y, la vida que vivimos es nuestra, de nadie más. De allí que, vivir mejor, es aprender a pensar de manera efectiva. Nadie piensa lo que estamos haciendo con esta oportunidad que tenemos de vivir unos años más. Pongámonos las botas en términos evolutivos para poder vivir más años. Es normal que el cuerpo se “queje” y sufra algunas averías cuando no nos preparamos para llegar tan lejos en el tiempo.

En lo personal, mi vida transcurrió montando en bicicleta, pedaleando siempre hacia adelante para guardar el equilibrio. Tener a mi amada me hizo feliz, aunque ahora no esté cerca de mí.  Hoy, tumbado en una hamaca, con camiseta, pantaloneta y, chanclas, pero sin acento costeño, he reflexionado sobre lo bonita (aunque a veces dura) que ha sido mi vida. Ahora, sigo viviendo con matices de optimismo, amistad, amor, motivación, superación, alegría y, siempre con estado de ánimo.

Civilidad: Olvídate del pasado. No pienses en el futuro. Lo único que realmente importa es el ahora.

 

 

 

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