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sábado, 28 de diciembre de 2019

Mi última columna


Agoniza el año 2019, por lo tanto, esta es mi última columna del año. Comenzamos un nuevo año y también, la década del 2020. Con sentido propositivo empecemos el nuevo año con pie derecho. Como sucede en todas partes del mundo, le daremos la vuelta a la página del calendario.
Lo importante en este año que va a iniciar, es que sepamos cómo empezar el año con buen pie. Es conveniente, tener un comienzo espiritual haciendo tabla rasa y cuenta nueva, mirando hacia adelante, esperando lo mejor de los meses que están por llegar.
Todo será nuevo. La amada ciudad de Popayán y el floreciente departamento del Cauca estrenarán gobernantes. Ellos, han comenzado bien, repitiendo los abrazos que dieron para que los eligieran, denotando que son agradecidos y leales. El alcalde, Juan Carlos López y el gobernador, Elías Larrahondo, retornaron a los lugares que visitaron para buscar votos, ahora para agradecer.
Pero, “una cosa es, con guitarra y otra cosa es con violín”. Tras la embriaguez del triunfo, empiezan a ver los que ahora toman las riendas del poder que, en el proceloso mar de la administración pública, ésta se caracteriza por elementos internos y externos muy difíciles de lidiar. Deberán cumplir sus promesas, todas y no tan solo unas. Tendrán que rendir cuentas de sus actos a toda la comunidad y no solo a quienes votaron por ellos. Gobernarán para todos y no solo para sus electores. Uno de los mayores temores que embarga a las autoridades entrantes subyace en la desigualdad social, la inconformidad y el odio crecientes. De allí que, mientras en Colombia, la brecha social no se cierre y haya una mayor equidad, todas nuestras ciudades se convertirán en bombas de tiempo a punto de estallar. Por eso, desde la provincia debemos apoyar para que Colombia deje de ser un país tercermundista.
Así que, este nuevo año comencémoslo con actitud positiva, con la firme convicción de que todo lo vivido era necesario para seguir desafiándonos más, para explotar al máximo nuestros talentos, replanteando nuestros propósitos. Autoevaluémonos, conectémonos con nuestra esencia, la fuerza espiritual, los valores; lo bueno y mejor que tenemos, desafiándonos internamente para hacer una mejor visión de nosotros mismos. Miremos siempre el lado positivo de las cosas, de la vida, de las circunstancias, del año que finaliza. Posiblemente acontecieron experiencias, algunas buenas otras malas, agradables o desagradables, mucho producto de nuestra voluntad otras impensadamente, pero fueron instantes, momentos y la vida siguió, nada se paralizó.
Se hizo la transición de gobierno a través del ejercicio de empalme. Mediante actas, las salientes administraciones, hicieron entrega a los nuevos mandatarios que asumen la responsabilidad de dirigir sus territorios. En este nuevo proceso, no cabe la palabra, vencedores ni vencidos, sino que es la oportunidad que tenemos todos, gobernantes y gobernados para asumir la intención de producir aportes.
Los salientes mandatarios han dejado cimientos, con errores y aciertos. Pero, seguramente los errores cometidos, no fueron deliberadamente.  Ahora ellos tienen el camino abierto para los nuevos escenarios políticos.
Civilidad: Habla mi corazón, pero la gratitud en silencio no vale: ¡Mil gracias Dr. Oscar Rodrigo Campo Hurtado! ¡Mil gracias Dr. César Cristian Gómez Castro! ¡Mil gracias Dr. Héctor Gil Walteros!





sábado, 21 de diciembre de 2019

¡Feliz Navidad!



Como todos los años de toda la vida, de tanto repetir esta temporada navideña, se nos naturaliza, es decir, hace parte de nuestro organismo mental y se niega a ser cambiada.

La frase: Feliz Navidad, es una expresión muy hermosa que encierra la intención, el deseo, de la alegría de nuestros corazones. Para quienes reconocemos el origen de la Navidad, celebramos esta fecha en armonía con el significado de la misma, sin meternos en el torbellino comercial consumista de este tiempo.  No olvidemos que Jesús viene a decirnos a todos los hombres que hay esperanza, que se puede comenzar de nuevo. Que Dios está interesado en la humanidad y que viene a ser como uno de nosotros, de los más pobres, para estar cerca de todos, y sentir lo que sentimos.

Esta es una reflexión tan cierta, que nos anima a meditar y a cambiar paradigmas. Por eso, en estos tiempos de fin de año, cansados ya de todo el recorrido de trabajo, estudio, etc., nos colocamos en situación de balance. Como en un respiro, para empezar de nuevo, aprovechando el paréntesis que se produce por las fiestas de Navidad y Año Nuevo. Pero sin duda, es el resultado de todos esos bellos cuadros que nos  incorporaron en nuestra niñez, tradicionalmente en nuestras mentes. De allí que no podemos reemplazar el sentimiento de adoración a Dios.
Por lo tanto, la “bajada” del Niño Dios, para la chiquillada de otros tiempos, a quienes nos enseñaron su adoración,  era en reciprocidad al buen comportamiento durante el año escolar, el manejo de las buenas costumbres y la observancia de normas de Urbanidad y Civismo. 

En esos tiempos idos, escribíamos una carta especial, con peticiones de beneficio colectivo y no sólo personales. Pedíamos para que a nuestros padres y familiares, el Niño Dios les concediera licencia para vivir, y oportunidades de trabajo para que no faltara nada en el hogar. Así empezaba el petitorio, cuando apenas garabateábamos las primeras letras.  Como en Navidad se acostumbra regalar, también es tiempo de  agradecer. Es una estupenda ocasión para enseñar a los hijos a valorar los obsequios que reciben, no sólo de personas, sino también del Niño Jesús, por ejemplo: la unidad familiar, la salud, la educación, los alimentos, los amigos, etc.

Hoy, en medio de la fuerte crisis en torno a la integridad de la familia, Dios nos trae de nuevo ese modelo pleno de amor familiar, presentándonos a Jesús, María y José como el digno ejemplo de la auténtica familia. Momento propicio para que nuestros hijos aprendan a vivir esta época como una celebración de fe, de valores, de familia y de alegría. De esta manera les enseñamos el verdadero significado y evitamos que se convierta en una fecha “consumista” en la que sólo importan los regalos.

Aunque no todos celebran la Navidad, ella nos trae enseñanzas. La Navidad debe ser siempre un momento de encuentro familiar, de expresión de alegría, de buenos sentimientos y nuevos propósitos para el año que viene. Y claro, tiempo de intercambio de felicitaciones, de regocijo, regalos  y de generosidad para con el que no tiene. Tiempo de dar y recibir. Es pues, la Navidad una bonita ocasión para renovar nuestras ilusiones y esperanzas, especialmente, de aprendizaje para los niños.

Pidamos también, al Niño Dios, para que la paz sea una realidad para Colombia. Que al Gobernador y  Alcalde salientes, les conceda salud y ventura, y para los entrantes, mucha sabiduría para que gobiernen con justicia, equidad y transparencia centrando todo su esfuerzo en el aprovechamiento y potencialidades de la región en beneficio de todos sus habitantes, sin discriminación. ¡Divino Niño Jesús, bendecimos con amor!

Civilidad: Cultivar la bella tradición de la Navidad.


sábado, 14 de diciembre de 2019

Exaltación al Dr. Temístocles Ortega


Concurrí al salón de los espejos de la gobernación del Cauca para presenciar la acción noble y justa que lo hace justo y noble respectivamente, al gobernador Oscar Campo Hurtado al imponerle la condecoración de la medalla José Hilario López al Senador Dr. Temístocles Ortega Narváez. Mi escrito, encuadra, como no podía ser de otra manera, en el contexto del afecto; y, al mismo tiempo, del rigor solemne propio de un acto de esta naturaleza. 
No me resulta fácil exponer mis ideas y sentimientos entremezclados, que se resisten a seguir cualquier orden. Primero pensé, cuánto tiempo hace que conozco al homenajeado, quien, a puro pulso, con inteligencia y su claridad de juicio ha estado por encima de las divergencias que surgen siempre tras muchos años de convivencia política. Lo cierto es que, en todos los concurrentes al acto, se apreció, el pensamiento y hondo sentimiento de gratitud hacia el agasajado Dr. Ortega Narváez. Entonces, viene a mi memoria el filósofo Aristóteles cuando dice:

La amistad perfecta es la de los hombres buenos e iguales en virtud; pues en la medida en que son buenos, de la misma manera quieren el bien el uno del otro, y tales hombres son buenos en sí mismos; y los que quieren el bien de sus amigos, a causa de éstos son los mejores amigos, y están así dispuestos a causa de lo que son y no por accidente; de manera que su amistad permanece mientras son buenos, y la virtud es algo estable “

Con el Senador Temístocles, la amistad es prolongada, que se convierte en verdadera amistad. Lo conocí en plena juventud, cuando se inició en la política haciendo parte del movimiento, izquierda liberal. Luego en 1985 como Gerente de la Caja Previsión del Cauca y como Secretario de Educación.  Hace parte de los pocos alumnos de la Universidad del Cauca que han llegado lejos. Graduado con los mejores méritos académicos como abogado en la Universidad del Cauca: Tesis de grado honorífica, Medalla Sesquicentenario como Mejor Estudiante del Alma Máter y Medalla Camilo Torres como Mejor Egresado. Se ha desempeñó como Viceministro de Justicia en el gobierno de Virgilio Barco. Fue Magistrado de la Sala Jurisdiccional Disciplinaria y Presidente del Consejo Superior de la Judicatura, donde impulsó la tutela como herramienta para la defensa de derechos los fundamentales. Es autor de la Ley 1123 o Estatuto Disciplinario del Abogado y miembro de la comisión redactora del Código de Procedimiento Penal. Sintetizando, ostenta una hoja de vida cargada de méritos académicos y cualidades que hablan de su talento exitoso en su recorrido de la cosa pública departamental y nacional.

Por su estilo y modo de actuar el Dr. Temístocles Ortega, es de pensamiento humanista, pues ha dado muestras de sociabilidad, de su capacidad transformadora y positiva. Humanista porque lucha por la paz y la no violencia; reconoce la diversidad y la ve como algo positivo; es un luchador contra toda forma de discriminación económica, racial, étnica y cultural; apoya el desarrollo de la ciencia y del conocimiento; defiende la libertad de creencias y de ideas y trabaja por conseguir equidad e igualdad de oportunidades para todos. En fin, el Dr. Ortega Narváez, es un humanista porque establece y sienta las bases del derecho, políticas de derechos humanos que son parte de la legislación de todas las naciones.
Del Dr. Tito, tengo el recuerdo vivo de arrojo y valentía. En una época de agitación electoral, cuando se aproximaba el proceso de votación para gobernadores por elección popular, fue un macabro 30 de septiembre negro de 1991, cuando nuestro grupo político apoyaba de manera integral la candidatura de Temístocles Ortega Narváez. Al llegar a un verde bosque de pinos de la vereda de “la Primavera” (Cajibío), la guerrilla nos recibió entre el humo del traqueteo indescriptible de una lluvia de balas. ¡Por gracia de Dios, nos salvamos! Logramos pasar la plomiza para contar hoy este fragmento de ese retorno sangriento, en la que perdieron la vida, dos compañeros de gira: Jairo Valencia y Horacio Morcillo, y ocho humildes agentes de seguridad (Das y Sijin).   
Finalizo este escrito, valiéndome de las palabras del clásico castellano, para expresar que: “Si no puedo pagar las buenas obras que me hacen con otras obras. Pongo en su lugar los deseos de hacerlas, y cuando estos no bastan, las publico; porque quien dice y publica las buenas obras que recibe, también las recompensará con otras, si pudiera”.
Civilidad: Felicitar efusivamente, al ingeniero Oscar Rodrigo Campo Hurtado como el mejor de los mejores Gobernantes de Colombia por su gestión y compromiso y desarrollo de la región.



viernes, 6 de diciembre de 2019

A quienes me leen aquí y en el extranjero


En un pedazo de naturaleza del jardín de mi casa sembré un carbonero simbolizando el amor por mi hogar y la adoración por mi pueblo. Allí con la fe del carbonero veo crecer mi progenie. En este ambiente natural, me siento libre con los paisajes de mi amada Popayán. Escribo lo que pienso y lo que siento. Escribir, ejerce en mí, poderes terapéuticos, ofreciéndome una amplitud, pues jamás he conocido otra geografía más hermosa que mi querida Popayán, ciudad ideal, ciudad histórica y añosa. Escribiendo aprendo a conjurar el dolor que trae la existencia, gracias a personajes que llevan muchas jiras de mi piel y bastantes emociones de mi alma, que consiguen liberarme de las ataduras y convenciones a que el mundo nos convoca desde la primera infancia.

En este momento siento miedo de ser pretencioso al escribir que Popayán es la mejor ciudad del mundo, cuando quienes, desde ciudades europeas, familiares, amigos y personajes que me leen, me enseñan lo que es el mundo. La cuestión es que escribo para los 548 lectores en Colombia y los 503 leyentes del exterior;   leedores asiduos de mí página web, http://elviejofarol.blogspot.com/ la que frecuentemente actualizo para ellos, con todo mi afecto y respeto.

Conmovido, escribo para mi hija Adriana Cristina, quien un día apretujó su vida en una maleta para mudarse a otro país. Tomó la decisión de viajar  para convertir su vida en un mejor porvenir, explorando las bondades y la cultura europea, (pongan aquí cualquier otro destino exótico o primermundista) pero que, seguramente en cuanto tenga la oportunidad de regresar a su lugar nativo, al “Pueblito viejo”, lo hará. Conozco tiernas historias de quienes al lograr “cruzar el charco”, tan pronto pisan otras fronteras, no hallan la hora de retornar a la incomparable Colombia.

Así que, admiro a quienes lejos de aquí, se enfrentan a nuevos retos, descubren nuevas facetas que desconocían antes de partir. Se sorprenden y se  dejan sorprender por el mundo. Aprenden  y amplían sus perspectivas. Desaprenden y, a base de golpes y unas cuantas lecciones, crecen en humildad. Evolucionan. Añoran…y crean recuerdos todos los días. Se fueron motivados, en busca de un futuro para sus hijos. “Tengo que hacerlo”, repitieron una y otra vez, hasta que decidieron salir de Colombia por la carencia de oportunidades y ante las perspectivas que ofrecen al otro lado de las fronteras. Necesitaron salir en busca de trabajo y de un lugar donde vivir con dignidad. Salieron en busca del maná particular, que unos logran y otros no. Entre la ilusión por la búsqueda de otros sitios laborales, entre bajones anímicos que no esperaban, cualquier día encuentran ángeles protectores en tierra extraña que los anima y acompaña. Piensan con nostalgia, pero trabajan con alegría y entusiasmo en medio de cordiales familias y de ciudades de acogida a las que antes tanto querían ir. Pero, siempre estarán echando de menos a la que es su verdadera casa, por la que nunca llegaron a sentir como tal.  Hoy, valoran la “Ciudad Blanca”, sintiendo apego por el lugar en que ahora viven.

Escribo para los que una vez se fueron y que ahora no encuentran el momento de regresar porque evocan el ambiente festivo de nuestra cultura. Extrañan la familia, los hijos, el hogar dulce hogar, el hotel mama. Recuerdan la comida casera hecho en leña: la bandeja paisa, el ajiaco, el sancocho de gallina, las sopas de carantanta, de envueltos…, las frutas exóticas: el chontaduro, la pitaya, el zapote…, y hasta   su propio idioma. Ni que decir del clima extremo que los azota porque salir del calor tropical a temperaturas bajo cero no es fácil adaptarse. Repasan en su cultura única, el calor humano, la celebración de la Navidad, el día de las velitas, la Semana Santa, el día de la madre, del padre, cumpleaños sin que falte el “guaro”.

Escribo para mi hija ausente y, para los que, como ella, partieron un día del pueblito viejo. Para quienes los toca la ansiedad del retorno eterno. Para quienes, como Ulises en la Odisea del libro de Homero, tuvo que vivir apenado por retornar a su país y su casa, en medio de peligros y adversidades para lograrlo. Para los que, vibran de emoción al escuchar las notas del himno de Colombia dejando escapar sus lágrimas. Para los que con nostalgia entonan el bambuco que dice: “Pueblito de mis cuitas, de casas pequeñitas, por tus calles tranquilas corrió mi juventud…Hoy que vengo a tus lares, trayendo mis cantares y con el alma enferma de tanto padecer. Quiero pueblito viejo morirme aquí en tu suelo, bajo la luz del cielo que un día me vio nacer”.

Civilidad: La vida para mí tampoco ha sido fácil. Ahora estoy bien, porque siempre luché para alcanzar mis sueños.



sábado, 30 de noviembre de 2019

Llamado a la Civilidad


Angustiado escribo el primer día del mes de la alegría, pero imposible sustraerme de hacerlo ante los trances impulsivos y disturbios generados en las jornadas de paro, marchas, manifestaciones, protestas estudiantiles, besotones, caceroladas, plantones, etc., etc. ¡La realidad es que las cosas no van bien!
Por eso, alzo mi voz y empuño la pluma con todas mis fuerzas de luchador democrático para clamar desde esta columna al Señor Presidente Duque para que escuche la voz del pueblo y, para que, decrete un tratamiento distinto a la fuerza. Llamo también, la atención a mis leyentes para que construyamos conversaciones que contribuyan a restablecer el sosiego en la ciudad y el país.  Entendiendo que un país democrático como el nuestro, debe tener una institucionalidad avanzada y fuerte, cuanto más eficientes sean las leyes que se aplican, y cuanto menos los ciudadanos se desvíen de ellas.
En la línea de pedir, se reclama al gobierno nacional para que el presupuesto alcabalero “esculpido en mármol”, se distribuya en partidas suficientes, apropiándolas a las tantas necesidades y a la serie de problemas incubados durante varios años. Coincidimos y apoyamos plenamente la decisión de manifestarse, siempre y cuando, sea pacíficamente, como un ejercicio de verdadera acción cívica para expresar de forma pública la inconformidad. Existe insatisfacción porque Colombia cada vez retrocede a la época medieval, con su modelo económico afianzado sobre los pilares de la alcabala y la represión por las armas. ¡Vaya! decadencia ideológica, atropellar con impuestos a la ciudadanía.
Pero, Popayán no puede tornarse en campo de batalla, cuando ni siquiera se han cerrado los caminos de diálogo, y se mantienen las libertades y garantías para ejercer los derechos de movilización, aunque la resolución del conflicto esté en la capital de la república. El papel de la desobediencia asumido por los protestantes, quebranta la libre circulación, mal interpreta la teoría constitucional del artículo 24; vulnera el derecho a vivir en condiciones de paz y tranquilidad (art.86). Además, destruyen o menoscaban los bienes de propiedad ajena, sea pública o privada, conllevando a acciones delictivas que no se pueden tolerar.
Si los estudiantes querían llamar la atención del gobierno nacional, ya lo hicieron permitiendo el uso de capuchas o pasamontañas, siempre ligadas a la violencia. Me niego a creer que desde nuestra Alma Mater, acreditados docentes inciten a los universitarios; como tampoco se puede entender que entre los “infiltrados” estén metidos agentes de la fuerza pública.  Repudiamos los hechos vandálicos contra la amada “Ciudad Blanca” que recibe y atiende maternalmente a los universitarios. Tensos momentos vivió Popayán, tras el operativo de desalojo de una vía del centro histórico de la ciudad. Vandálicos, expresión precisa para catalogar a quienes rompen vidrios, pintan, rayan las paredes y arrojan bombas incendiarias contra el palacio municipal. Lanzar papas bombas, es un atentado criminal, contra los hombres del Esmad, que son un recurso extremo establecido constitucionalmente. En principio, las autoridades no deben acudir a este tipo de mecanismos para disolver cualquier protesta. Por lo que deben ser ajustados los protocolos del Esmad para desarticular a los violentos. Pero, claro, hay límites. Si son atacados, provoca reacciones de ese escuadrón que cumple el deber de ponerle el pecho no solo a las protestas, sino también a los desórdenes de cualquier índole. Entre tanto, la ciudadanía se conmueve porque estudiantes y policías son un mismo pueblo, por lo que no deben tratarse entre sí, como enemigos.
Entonces, es preciso reconstruir el diálogo nacional para construir y no destruir, con argumentos económicos y sociales confrontados con la realidad financiera del país. Con cifras y soportes en un análisis crítico para reexaminar las políticas del gobierno formulando acuerdos. Si bien es cierto, el paro es masivo y dilatado, constituye un duro revés para el gobierno, pero no compartimos la idea de los radicales que piensan que lo termine tumbando. No creo, porque, no hay sede vacante, lo que existe es sed de vacante y porque las centrales obreras son históricamente democráticas que buscan interlocución con el gobierno para negociar soluciones en sostenido dialogo conciliador y proactivo. Además, porque el civilismo y profesionalismo de las Fuerzas Armadas son pilares sobre los cuales reposa la democracia en Colombia.  
Civilidad: La muerte de cualquier colombiano, estudiante o policía, es un hecho que asombra a la ciudadanía y oscurece la protesta social.


sábado, 23 de noviembre de 2019

Desde la Torre del reloj


Mis escritos de evocación, para recontar que hubo en Popayán una época que muchos ignoran. Su historia en mi estilo, como un aporte a la solución para no alejarnos de la realidad, manteniendo ciudadanos informados, críticos, pensantes que reflexionen sobre la situación actual que nos ha llevado a estar en el punto en que nos encontramos.
Fue el Maestro Guillermo Valencia quien bautizó como ‘la nariz de Popayán’, a la dominante Torre del Reloj, erguida en la esquina del Parque Caldas. Construida durante nueve años (1673-1682) con 90.000 ladrillos que conforman su estructura. Habían pasado de 55 años de su edificación, (1737) cuando colocaron el reloj de fabricación inglesa accionado por dos pesas de plomo que, durante la independencia de Colombia, en 1814 Antonio Nariño reemplazó por dos moles de piedra con el fin de utilizar el metal para fabricar municiones.
La mayoría de la gente desconoce la tradición de este campanario que es un ícono, referente que nos otorga sentido de pertenencia con Popayán. La arquitectura de la ciudad con el paso de los años, ha sufrido grandes variaciones en sus materiales y en su estética, adaptándose al tiempo y civilización “moderna”. Los símbolos de la ciudad, tienen valores para la comunidad, que definen la idea de pertenecer al lugar y distinguirnos de él. Mi deseo, entonces, porque la historia tenga un significado para los niños, jóvenes y adultos, como una herramienta para comprender mejor el presente de un pasado y aprender a intervenir en el futuro de un presente.
Antiguamente, el tañer de las campanas, era el reloj de mano de nuestros abuelos; por el toque sabían en qué hora vivían. Las campanas eran el sistema de alarma cuando había un peligro. Las campanas eran el despertador y su toque ponía fin al día. También, para reunir a los vecinos y para anunciar las fiestas, es decir, todo un sistema de comunicación a distancia sin cables.
Los habitantes y transeúntes de la ciudad no han caído en cuenta, o no aprendieron a leer el reloj de un solo puntero de la torre, seguramente porque ya no enseñan los números romanos en la escuela o el colegio. Hace ya muchos años, hice una pregunta a mi profesor a la que le dio cierta importancia, revelando que los números romanos del reloj de la Torre, no estaban mal, que no era un error del constructor del reloj.
El sistema de numeración romano, se basa en el método aditivo. Es decir, I más I eran II, V más I eran VI, y II más II eran IIII. Con el paso del tiempo, decidieron usar el método sustractivo, o sea, al número anterior se resta su cantidad al siguiente. Así que, en lugar de escribir 4 como la suma de 2 más 2 (IIII), se escribe como la resta de 5 menos 1 igual (IV). Sobre esto, hay muchísimas historias. La más creíble es la que cuenta que, en el año 1370, el relojero Henry de Vick recibió el encargo del rey para construir un reloj que se colocaría en la torre del Palacio Real de Francia -conocido como La Conciergerie o el Palais de la Cité-. El rey Carlos V de Francia recriminó al artesano por haber representado el 4 como IV y no como se escribía III en aquel tiempo. El relojero le señaló que era así como se escribía, pero Carlos V respondió irritado: “El Rey nunca se equivoca”, por algo era apodado El sabio. Por esa orden perentoria, el reloj fabricado por de Vick continúa colocado allí con el uso del número IIII.
La otra versión relata que, un relojero suizo confeccionó el reloj encargado por su soberano, cometiendo la equivocación de representar el número 4 como IIII y no IV, por lo que el rey mandó ejecutar al artesano y, como protesta por tal hecho, y como homenaje, todos los colegas de profesión del relojero decidieron utilizar el IIII en vez de IV.
Pero la explicación más convincente sobre la preferencia del IIII, en vez del IV en los relojes de numeración romana, es la que apunta a razones estéticas de simetría, pues el IIII, armoniza con el VIII, aunque, el Big Ben de Londres lleva el IV.
En Popayán, mantenemos la cultura tradicional sobre la percepción del tiempo, la cual presenta una dimensión subjetiva distinta de aquellas en las cuales la modernidad ha entrado arrolladoramente bajo los embates del consumismo. ¡En Popayán el tiempo pasa, pero no corre! Este fenómeno está simbolizado en la Torre del reloj, una mole de ladrillo convertida en el punto de referencia físico del acontecer payanés, una metáfora de lo perenne e inamovible donde la aguja marca cuando quiere, despaciosa y evocadoramente el ritmo de un orden social en el que las costumbres combinan lo nostálgico, lo utópico y lo moderno en la ciudad perturbada.
Civilidad: En Popayán el tiempo fluye hacia atrás


sábado, 16 de noviembre de 2019

La plaza de Caldas


Llamada así la plaza principal de Popayán, en  honor a Francisco José de Caldas prócer de la independencia, cuya estatua se erige en el centro del parque. Personas cercanas a Sebastían de Belalcázar fueron los encargados de gobernar a Popayán y de señalar los solares donde debían construir sus primeras casas los españoles que hasta entonces habitaban las chozas de los pubenenses. Diseñaron la plaza rodeda de los principales edificios, el Palacio Municipal, la sede del gobierno departamental y, la iglesia catedralicia de culto católico dedicada a la Virgen María bajo la advocación de Nuestra Señora de la Asunción de Popayán. Quisieron además,  que la plaza mayor estuviera rodeada de calles y caserones simbolizado por el trazado físico de un “tablero de ajedrez”.
Rápidamente la sociedad colonial se organizó en una estructura jerárquica en que predominaba el modelo ideal de la conformación de dos “repúblicas”. La de los blancos en los núcleos urbanos ordenados en ciudades. Y otra, en  villas y lugares para los indios y los negros, imponiendose el interés por cumplir normas y preceptos urbanísticos.
El trazado resultante era bastante sencillo. Alrededor de la Plaza Mayor, que generalmente era una manzana vacía, empezaba la cuadrícula que servía de esquema para permitir la extensión de la ciudad en todas las direcciones, siguiendo la norma del año 1523, recogida en las ordenanzas de Felipe II, que textualmente ordenaba: “Que, aunque la población vaya en gran crecimiento, se pueda siempre proseguir y dilatar en la misma forma”. Se contemplaba que el modelo no se alteraría, ni siquiera por las dificultades del terreno. Simplemente las manzanas se cortaban para adaptar el borde de la ciudad a las formas irregulares de la naturaleza.
A lo largo de toda su historia, Popayán no se ha caracterizado por el número de sus habitantes, sino por las actividades de los hombres que residen, por sus rasgos particulares de estatus económico, político, de sociabilidad y de cultura. La ciudad se ha diferenciado del medio que la circunda, y en éste, ella es el punto de residencia del poder. “El Estado crea la ciudad. Sobre la ciudad el Estado toma lugar”. Así fue como concedieron licencia y facultad para poder hacer en esta provincia una fortaleza en conveniencia para la defensa de los españoles que en ella residieran y, en la parte que mejor les pareciera.
Debido a este carácter, la ciudad asumió el papel de ser un gran escenario donde se representaba el poder, y por ello el espacio urbano se dispuso de cierta manera. Por sus estructuras, la ciudad mostraba lo que se concebía como el orden: los ángulos rectos, las aguas canalizadas (para la gente de origen popular porque las personalidades tenían sus propios chorros de agua). Los emblemas como las plazas y las fuentes de agua, surgieron como las victorias de la cultura sobre la naturaleza. El esplendor de la vida urbana se proyectaba en el campo, el cual producía para la ciudad alimentos y materias primas, además de pagar impuestos. Esta riqueza se acumulaba en la ciudad. La ciudad atraía la opulencia y a los hombres que producían esta opulencia.
En este modelo, la Plaza Mayor era el elemento fundamental que estructuraba el espacio urbano. Era el centro de la ciudad, el centro geométrico, simbólico y vital. Era el elemento generador de lo urbano y, toda la ciudad se organizaba a partir de éste. Por ello, las ordenanzas de Felipe II dictaminaban que, “comenzando desde la plaza mayor y sacando desde ella las calles”. En este centro confluía toda la vida de la ciudad. Era una sociedad cultural, donde el contacto personal era fundamental, en la que, la palabra ocupaba un puesto de primer orden, la plaza era el lugar de encuentro para todas las funciones sociales públicas, tanto las derivadas del ejercicio del poder como las fiestas y diversiones. Por ello en el marco de la plaza se ubicaban los edificios del poder civil y los religiosos. Allí se administraba y se hacía justicia, se celebraban las ferias, los mercados y, se conmemoraban las celebraciones fiestas.
Entonces, Popayán bella joya colonial, fue ubicada justo, en medio de una arboleda, cruzada por los ríos Cauca y Molino, que se funden en uno solo, dándole importancia a la plaza central y al seductor paisaje de fondo con sus sierras nevadas del lado derecho y el radiante sol al lado opuesto.
Civilidad: Hablar de la Popayán que se nos fue, es alucinante.

sábado, 9 de noviembre de 2019

Entre la polarización y la indignación


La historia de Popayán se partió en dos a partir de 1983 cuando renació de sus propios escombros convirtiéndose en ciudad coloniense. Según la mitología griega, el Ave Fénix, se desvanece para renacer con toda su gloria. Desde entonces, sin importar de qué raza o cultura sea, la ciudad lo acepta como uno más. Esa es la razón, de porqué las tradiciones y costumbres perdieron fuerza con el paso del tiempo. La gente cambió sus opiniones, su modo de entender la ciudad y el sentido de su vida como resultado de nuevas experiencias y conocimientos de la sociedad, en la necesidad de adaptarse y por la influencia de otros grupos sociales con los que a diario establece contacto.
En tal sentido, es muy importante recordar nuestro pasado, para ejercer un correcto control social y las rutas de la ciudad en su conjunto. Es necesario también, discutir sin acalorarnos con qué criterios aceptamos o rechazamos las costumbres y tradiciones de otros pueblos. Hay que acercarse a esta realidad, manteniendo ciudadanos informados, críticos, pensantes, que reflexionen sobre la situación actual que nos ha llevado a estar en el punto en que nos encontramos, para en conjunto, cambiar nuestra actitud a fin de no cometer los mismos errores.
Ahora situémonos en el proceso democratizador de la Constitución Nacional vigente hace 30 años. Preguntemos por las cualidades para administrar en la elección popular. ¿Era mejor la designación de mandatarios por decreto presidencial o por decisión popular? Y lo que se torna urgente preguntar: ¿cuántas trabas surgen de hecho y de derecho en medio de este ambiente leguleyesco en que vivimos?
Se promovieron nuevas formas de hacer política con el constante interés por acceder a las dignidades públicas. Sin embargo, frente a la participación en la decisión electoral, resulta todavía bastante limitada la representación de la mujer, como muestra de una política más incluyente y menos discriminatoria.
Estamos pasando por una crisis multidimensional que traspasa las fronteras de lo económico y lo político. Hay una aguda descomposición social a causa del enriquecimiento fácil. Nos agobian: la polarización a causa de las fuerzas en conflicto y la extensión de los enfrentamientos armados quedando en medio las comunidades, resultando afectadas por un accionar armado atomizado. Se generalizó la “ guerra sucia”. Se multiplicaron las formas de violencia que se entrecruzan sórdidamente, incluyendo la guerra en las calles, en las redes sociales, la delincuencia común, hasta la guerra generada por el narcotráfico. La crisis en la justicia, la pérdida de credibilidad en las principales instituciones, -particularmente en el Congreso-  la ausencia de liderazgo político y la pérdida ideológica de los partidos menoscaban nuestra frágil democracia. Todos estos fenómenos en conjunto, deben analizarse con cabeza fría, después de haber configurado el mapa del poder local y regional.
En poco tiempo estaremos en elecciones parlamentarias. Sin embargo, el acontecer político no ha colmado las expectativas del bienestar de los ciudadanos, porque la ocupación de una curul en el congreso, no se ha entendido como la oportunidad de construir. Y en ese sentido, la única forma de poder que debería obsesionar a los políticos, es la de poder hacer. Por eso, los partidos tradicionales, entraron crisis, perdieron poder; ya no son capaces de imponer candidatos con chance real de triunfo. El viejo sistema de castas políticas dominantes enfrenta dificultades para conservar su monopolio del poder con la llegada de uno nuevo, marcado por liderazgos personales en medio de una ola de indignación o polarización.
No hay duda, tanto en la política, como en muchas otras actividades humanas, se requiere la renovación de ideas. En este punto no hay que enfocarse hacia el descrédito del ejercicio de los funcionarios públicos y políticos, evitando caer en lugares comunes asociándolos con la corrupción porque no todos son pecadores. Pero eso sí, la comunidad debe contar con la madurez suficiente para llamar desde las urnas al retiro de sus representantes.




sábado, 2 de noviembre de 2019

Y se cumplió un sueño


Pasados 28 años de la expedición de la Constitución de 1991, a muchos se nos olvidó o no queremos entender que Colombia dio apertura al reconocimiento de la diversidad cultural. Recordemos que Popayán y sus grandes construcciones del sector histórico fueron levantadas por la mano de obra de esclavos. Estos se encontraban en una situación de inferioridad en cuanto al trato por parte de la Corona, comparado con la legislación protectora de los indios.
La diversidad cultural y multiétinica, es una característica esencial de la humanidad, factor clave del desarrollo que se expresa en una gran pluralidad de identidades y de manifestaciones culturales de los pueblos y comunidades que forman la nación. Las culturas no son aisladas, menos en la era de la globalización en el cual nos encontramos. Pero, corregir esta situación y valorar la existencia de múltiples culturas, ha sido una tarea  incansable de los grupos étnicos y culturales que disienten de la “cultura dominante”.
Se han dado, intercambios de saberes, puntos de encuentro y desencuentro que son neceariamente relaciones interculturales. Sin olvidar sus reclamos por mejores condiciones para los grupos indígenas y afrodecendientes. Los conflictos interculturales se han hecho más comunes ante la búsqueda de soluciones a las necesidades insatisfechas, tanto para campesinos como para pueblos indígenas y comunidades afrocolombianas.
Después de la Constitución Política, se dieron las primeras disposiciones reglamentarias, tendientes a proteger sus derechos. Entonces, el Estado se  percató que debía promover la protección e implementación de otros, tendientes a brindar una integración adecuada de esas “minorías”, mediante acuerdos como el derecho a la tierra, la salud, educación, entre otros.
Con el surgimiento de la Corte Constitucional, vigilante del correcto cumplimiento y aplicación de la Constitución, sus fallos lograron interpretar los nuevos postulados constitucionales, dirigidos al reconocimiento de la diversidad cultural.
El departamento del Cauca y especialmente Popayán, ha sido reconocida gracias a su legado histórico, político, social y cultural; pero los mestizos olvidamos que también llevamos sangre de cimarrones.
¡Los nortecaucanos siempre soñaron! Y llegaron a promover, sin resultado, la independizacion del Cauca con la creación del departamento de Obando, en pro de la conservación de sus usos y costumbres más relevantes y desde luego, para proteger el derecho a la diversidad.
Colombia es una pirámide social pigmentocrática, porque las desigualdades sociales han sido y son el resultado combinado de la clase social  y el color de piel. Casi todos los países de las Américas son  pigmentocracias, siendo Colombia el segundo país, después de Brasil, con mayor número de población afrodescendiente en América Latina.
Lo anterior,   como incorregible ciudadano optimista, me hace pensar que por fin, el Cauca ha dado el gran paso para erradicar la pigmentocracia. Era necesario hacerla explícita para efectos de problematizar la ideología del mestizaje asociada a una democracia racial. Una manera de frenar esa exclusión, es comprendiendo que los afrodescendientes siempre estuvieron aquí con una historia traumática y dolorosa.
En la construcción de una historia diferente, en el Cauca actual, tratando de  recuperar la memoria y la visibilización de expresiones afroculturales, dándole aporte afro a la administración pública con hombres y mujeres afrodescendientes que le  inyecten importantes dinámicas desde distintos ámbitos, no podemos negar el origen de la idea.
Si no hubiese habido un Martin Luther King, un Barack Obama y un Senador con humanismo universalista, como Temìstocles Ortega, hoy el Cauca no tendrìa el primer gobernador afrodescendiente. Es un hecho histórico. Una verdadera gesta política, haber elegido a Elías Larrahondo en esta región, otrora principal centro esclavista, en donde los negros se encontraban privados de voz y, menos, para participar en la vida pública.   Ortega Narvaez,  con su cauda electoral, quizo reafirmar su condición de “barón electoral”, echándose solo al hombro, la candidatura afrocaucana. Y para convertir en realidad el sueño de Elìas Larrahondo, votaron 235.500 caucanos: “Blancos, indios y negros una sola ilusión/ Hijos de la misma tierra/ Frutos de la misma flor”.


sábado, 26 de octubre de 2019

¡Llegó la hora!


Lo que fue, fue. Hoy, domingo 27 de octubre entre las 8:00 y las 4:00 p.m., se define el camino para Popayán y el Cauca al elegir su alcalde y gobernador. La suerte está echada. Llego la hora de salir a cumplir con esa obligación ciudadana de votar.  Pero, haciéndolo con responsabilidad para elegir las mejores opciones para Popayán y el Cauca.
Hoy, la responsabilidad del proceso eleccionario corre por cuenta de la Registraduría Nacional, con el imperativo categórico de recuperar la fe de los ciudadanos como una institución eficiente, y desde luego, más receptiva frente a las necesidades y retos del país.  Sobre esta institución, se han escrito ríos de tinta. En la última elección no fue tan eficaz por falta de tarjetones en los puestos de votación y, todavía no evoluciona hacia el voto electrónico con la ventaja de no utilizar este tipo de tarjetones impresos, que se adapta a cualquier número de votantes, permitiendo mayor agilidad en los procesos electorales. Sin embargo, como soy un incorregible ciudadano optimista, acudiré a votar confiado en que la Registraduría, en términos generales, seguirá siendo la columna sobre la cual descansa el régimen político para la legitimidad del modelo de democracia en Colombia.   
La segunda dimensión, quizá la más importante, la asume, o queda en manos del electorado en general, -de todos los ciudadanos- la decisión de definir sus candidatos de manera autónoma.  En el instante de marcar el tarjetón, es cuando los votantes toman verdaderamente la determinación de cómo hacerlo y por quien sufragar. Es frente a la urna, el momento exacto, cuando ocurre la decisión del voto.
Pocos conocen de psicología política que ayuda a comprender más profundamente la psicología del votante. Por ello, no practicaron este instrumento de alta utilidad en las campañas electorales y en la comunicación política, pues de ese conocimiento podían haber derivado líneas de acción muy específicas dirigidas a persuadir al votante entregando provechosos mensajes en los tiempos más adecuados.
De las encuestas bien elaboradas y sin sesgos, digamos que son una muestra representativa de ciudadanos, vía métodos estadísticos, con los que tratan de orientar a la gente para inclinarlos hacia su candidato. Pero, en realidad, las encuestas que se publican un día, no son la predicción del futuro, sino el retrato de las emociones y opiniones de los encuestados en el momento en que se realizó dicha medición.
Sobre la decisión del voto, hay quienes creen que se toma desde el principio, incluso antes de que empiece la campaña electoral. Se pifian quienes piensan que se toma antes de que aparezca el primer sondeo de opinión o la primera valla callejera diseñada por hábiles publicistas, que saben del arte de vender, mediante estrategias haciendo que la gente sienta rabia o miedo, pero no, que salga a votar a conciencia, por lo que más conviene a Popayán y al Cauca.
Votar es manifestar el compromiso con la democracia. No dejemos que otros elijan por nosotros, para que después no nos duela la conciencia. En esta ocasión, con tantos candidatos, tanta información y tantas emociones encontradas, es posible cambiar las preferencias a último momento. Llegó la hora de votar bien, sin dejarse influenciar por el hígado, ni mucho menos por las redes sociales como única fuente de información ¡A votar por lo que dicta el corazón!
Civilidad es, alimentar el corazón de amor y no de odio, apoyando al Alcalde y al Gobernador que se elija hoy, sea quien sea.


sábado, 19 de octubre de 2019

“Patojo” y “Payanés”


No creo en estirpes, ni en razas superiores, y mucho menos, en tendencias. Soy defensor de la igualdad. El cliché dice: “Somos seres humanos y como tal, tenemos los mismos derechos”.  Para decepción de muchos, estoy cien por ciento de acuerdo. Sin embargo, cuando hablamos de deberes, a muchos se les empieza a olvidar que todos somos iguales. Precisamente por eso, en mi opinión (puede que en la de otro, sea lo contrario) clasifico a los habitantes, concretamente, a los naturales de la otra Popayán en dos: Patojos y Payaneses.

Alguna vez leí, que ser patojo era lo más parecido a un título de nobleza que hubo en Colombia. Era un orgullo, era digno de pocos y envidia de muchos. Comparto este pensamiento, no tanto desde el punto de vista de tener sangre azul, sino más bien como algo digno de pocos. Partiendo del cliché arriba citado, se diría que, todos somos iguales y, por lo tanto, todos los naturales de Popayán, conocidos en el mundo entero como patojos, somos dignos de este título. Ahí no estoy de acuerdo. Pues, ya es cuestión de deber y de amor a Popayán. El título de patojo, no es un derecho y como tal, ya no todos somos iguales.
El patojo, –insisto, para mí- es aquella persona que vive en Popayán, y no necesariamente es natural de Popayán, pero que ama esta ciudad, que la respeta, que la conoce, que la cuida, que se siente orgulloso de su historia y, de sus tradiciones. Es aquella persona que se enorgullece e infla su pecho cuando dice: “Soy de Popayán “y, cuando expresa “Amo a Popayán”. Cuando su amor por la ciudad trasciende las palabras y se refleja en hechos, cuando participa activamente en la construcción de ciudad. Es aquel que se indigna cuando se le dan peyorativos a la ciudad con “grafitis”; aquel que se ofusca con el vandalismo. Patojo es aquel que siente en sus venas esa sangre procera –repito, no necesariamente azul- de dónde surgieron grandes pensadores y líderes del país. Es aquel al que le duelen los destrozos que dejan las manifestaciones que violan el código de ética aduciendo a la libertad de expresión. Es aquel que habla con orgullo de las paredes blancas, de los atardeceres crepusculares, del sol de los venados, del puente del humilladero… Es aquel que disfruta del pipián, el ají de maní, la carantanta y el champús. Es aquel que piensa en Popayán y escucha su silencio mudo.

En cambio, payanés, es ese ser que tuvo la fortuna de nacer en Popayán, y que, viviendo aquí, carga una cruz más pesada que la de El Cachorro. Es el criticón que no le duele la ciudad, que no le importa la devastación, al que la historia magna de la ciudad no le interesa. Es el que se vanagloria de vivir entre inmensas torres de concreto, el que se fue para no regresar jamás. Es el que siendo de Popayán, le da lo mismo serlo. Es aquel que ser payanés, es sólo un gentilicio.
Para mí, esa es la diferencia, entre payanés y patojo. Para los demás, puede ser distinta; para otros es la misma vaina. Yo, me enorgullezco de ser payanés -nacido aquí, donde igual quiero morir-, pero sobre cualquier otra cosa, a mucho honor, soy patojo.
Civilidad: Todos somos iguales en nuestros derechos, pero en nuestros deberes y obligaciones, todos debemos ser patojos.






sábado, 12 de octubre de 2019

Jorge Bastidas Rosero, en la lucha


HD. 52 años viviendo en Popayán y un año por fuera ¿Suficientes para amar a Popayán?
JB Si, aquí nacieron mis hermanos porque soy el mayor de tres. Aquí hice todos mis estudios: en el Bienestar Social de la Policía, en el San Francisco de Asís y me hice profesional como abogado en la Universidad del Cauca. Aquí he enterrado a mis abuelos. En esta ciudad me casé y, aquí nacieron mis dos hijos. Todo lo que tengo y lo que soy se lo debo a esta ciudad. Es nuestro hogar y puede ser un mejor hogar para los payaneses. 
HD. ¿Que lo hace diferente a los otros candidatos?
JB Que no hacemos parte del mundo de las maquinarias; no vivimos de la política, ni pensamos hacerlo. Provengo del mundo de la acción humanitaria. Este proceso político nace de una iniciativa ciudadana que se abre paso a partir de la recolección de firmas y de la construcción de un programa con amplia participación de diversos sectores de la ciudad, motivados por superar la improvisación y la corrupción en la política.
HD. ¿Existe democracia en Colombia?
JB. Si, pero el país necesita más y mejor democracia.
HD. ¿Lleva usted ventaja a los otros candidatos por sus dos campañas: la Colombia Humana y la recolección de 57 mil firmas para su inscripción como alcalde?
JB En realidad representamos otras opciones y trabajamos para lograr que este proceso se pueda materializar en un apoyo concreto para un proyecto de ciudad moderno, que proyecte a Popayán como la gran ciudad región.
HD. ¿“Popayán Humana” surge como una propuesta alternativa, igual a la “Colombia Humana”?  
JB. La Colombia Humana fue una gran convergencia de hecho, con la suma de esfuerzos de una cantidad de demócratas en Popayán, provenientes de todas las orillas políticas. Hoy, en el marco de este debate electoral, una parte importante de estos sectores promovemos un proyecto ciudadano congregado sobre la fuerza de las buenas razones para abordar los problemas específicos de Popayán, como, por ejemplo: el déficit de la vivienda popular, la falta de empleo, la debilidad de la economía, el urbanismo caótico, problemas de movilidad, de convivencia y de seguridad ciudadana.    
HD. ¿Desde cuándo Popayán perdió el rumbo?
JB. La verdad es que, para muchos, Popayán ni siquiera ha tenido rumbo.
HD. ¿Qué es lo que más le atrae de Popayán?
JB La resiliencia, o sea, la capacidad de resistir a las dificultades. Me anima fundamentalmente, la participación cada vez más numerosa de la gente joven en los asuntos públicos, son nuevas ciudadanías que no se cruzan de brazos a esperar que la clase política defina el futuro de su ciudad 
HD. ¿Desde la oposición cree que es posible desarrollar un programa de gobierno?
JB. La circunstancia de que todos los gobiernos municipales precedentes hayan sido parte de los sectores políticos del gobierno nacional, jamás fue obstáculo para que vendieran o entregaran en concesión, por ejemplo: todos los servicios públicos domiciliarios a grupos empresariales no caucanos, empobreciendo la ciudad. Así que, este aspecto nunca ha determinado la calidad de los gobiernos locales ni su contribución a la mejora de las condiciones de vida de los payaneses.
 HD. El papel aguanta todo; su plegable resume un buen programa ¿Es consciente de la situación financiera de Popayán?
JB. Sí, somos conscientes. Pero el que crea que los temas de Popayán solo se pueden abordar desde la precariedad del presupuesto municipal, de entrada, está perdido. Hay muchos asuntos que son determinados por la alcaldía y que no necesariamente pasan por el tema presupuestal. Aparte de ello, es fundamental superar el cortoplacismo y lograr construir un consenso ciudadano que permita planear y proyectar a mediano y largo plazo el desarrollo de la ciudad y la región. En esto, es vital, la capacidad para moverse en el mundo de los proyectos y de los fondos de financiación, tanto públicos como privados, nacionales e internacionales. En esto he trabajado durante los últimos 15 años.    
HD. ¿cómo cambiaría las estructuras formales de empleo en Popayán?
JB. El tema del empleo pasa por el fortalecimiento de la economía local y éste no es un tema de decreto. Hay que promover políticas y dinámicas que contribuyan a la reactivación económica de la región. 
HD. Han modificado la Constitución ¿Por qué no desenredar la concesión de Serviaseo?
JB. ¡De acuerdo!, tenemos la decisión de retirar el municipio de la sociedad de Serviaseo. 
 HD. Va de la mano con la comunidad construyendo una agenda programática, mientras tanto, ¿gobernaría sobre los proyectos en marcha?
JB. Daremos continuidad a las obras inconclusas, especialmente en vías. 
HD. Hable de su programa del deporte.
JB. En la secretaria de cultura y deporte actual no se hace ni cultura ni deporte. Promoveremos la creación de la Secretaría de Cultura y Patrimonio, reactivaremos el Instituto Municipal del Deporte. El deporte se financiará con los recursos municipales, apoyado por los programas de prevención y promoción de la salud, vinculando al sector privado con cargo a los beneficios tributarios de Ley y con la gestión de programas y proyectos específicos de la nueva política nacional del Ministerio del Deporte. Nuestra prioridad, serán los modelos de sostenibilidad financiera de los escenarios deportivos; gratuidad, regulación tarifaria, escuelas, torneos, eventos, deporte asociado y algunos proyectos estratégicos.    
HD ¿Cómo limpiaría la política de la corrupción?
Haré un ejercicio de gobierno abierto; en línea, con la gestión de los presupuestos a la vista; sin contratos amañados y con apoyo al ejercicio independiente de las veedurías.
HD ¿Le alcanza la financiación para el día “D”?
JB Tenemos los recursos necesarios para concluir una campaña digna
HD. ¿Está en su mejor momento de la campaña?
JB. Vienen los mejores.
HD. Como creyente, todos los días pido ayuda de lo alto ¿usted lo hace?
Soy una persona espiritual, encomendándome siempre para hacer las cosas bien, para hacer lo que se debe.