Concurrí al salón de
los espejos de la gobernación del Cauca para presenciar la acción noble y justa
que lo hace justo y noble respectivamente, al gobernador Oscar Campo Hurtado al
imponerle la condecoración de la medalla José Hilario López al Senador Dr.
Temístocles Ortega Narváez. Mi escrito, encuadra, como no podía ser de otra
manera, en el contexto del afecto; y, al mismo tiempo, del rigor solemne propio
de un acto de esta naturaleza.
No me resulta fácil exponer mis ideas y sentimientos entremezclados, que
se resisten a seguir cualquier orden. Primero pensé, cuánto tiempo hace
que conozco al homenajeado, quien, a puro pulso, con inteligencia y su claridad
de juicio ha estado por encima de las divergencias que surgen siempre tras
muchos años de convivencia política. Lo cierto es que, en todos los
concurrentes al acto, se apreció, el pensamiento y hondo sentimiento de
gratitud hacia el agasajado Dr. Ortega Narváez. Entonces, viene a mi memoria el
filósofo Aristóteles cuando dice:
“La amistad
perfecta es la de los hombres buenos e iguales en virtud; pues en la medida en
que son buenos, de la misma manera quieren el bien el uno del otro, y tales
hombres son buenos en sí mismos; y los que quieren el bien de sus amigos, a
causa de éstos son los mejores amigos, y están así dispuestos a causa de lo que
son y no por accidente; de manera que su amistad permanece mientras son buenos,
y la virtud es algo estable “
Con el Senador Temístocles, la amistad es prolongada, que se convierte
en verdadera amistad. Lo conocí en plena juventud, cuando
se inició en la política haciendo parte del movimiento, izquierda liberal.
Luego en 1985 como Gerente de la Caja Previsión del Cauca y como Secretario de
Educación. Hace parte de los pocos alumnos de la Universidad del Cauca que han
llegado lejos. Graduado con los mejores méritos académicos como abogado en la Universidad del Cauca: Tesis de grado
honorífica, Medalla Sesquicentenario como Mejor Estudiante del Alma Máter y
Medalla Camilo Torres como Mejor Egresado. Se ha desempeñó como Viceministro de
Justicia en el gobierno de Virgilio Barco. Fue Magistrado de la Sala
Jurisdiccional Disciplinaria y Presidente del Consejo Superior de la
Judicatura, donde impulsó la tutela como herramienta para la defensa de
derechos los fundamentales. Es autor de la Ley 1123 o Estatuto Disciplinario
del Abogado y miembro de la comisión redactora del Código de Procedimiento
Penal. Sintetizando, ostenta
una hoja de vida cargada de méritos académicos y cualidades que hablan de su
talento exitoso en su recorrido de la cosa pública departamental y nacional.
Por
su estilo y modo de actuar el Dr. Temístocles Ortega, es de pensamiento humanista,
pues ha dado muestras de sociabilidad, de su capacidad transformadora y
positiva. Humanista porque lucha por la paz y la no violencia; reconoce la
diversidad y la ve como algo positivo; es un luchador contra toda forma de
discriminación económica, racial, étnica y cultural; apoya el desarrollo de la
ciencia y del conocimiento; defiende la libertad de creencias y de ideas y
trabaja por conseguir equidad e igualdad de oportunidades para todos. En fin, el Dr. Ortega
Narváez, es un humanista porque establece y sienta las bases del derecho,
políticas de derechos humanos que son parte de la
legislación de todas las naciones.
Del Dr. Tito, tengo el recuerdo vivo de arrojo y
valentía. En una época de agitación electoral, cuando se aproximaba el proceso
de votación para gobernadores por elección popular, fue un macabro 30 de
septiembre negro de 1991, cuando nuestro grupo político apoyaba de manera
integral la candidatura de Temístocles Ortega Narváez. Al llegar a un verde
bosque de pinos de la vereda de “la Primavera” (Cajibío), la guerrilla nos
recibió entre el humo del traqueteo indescriptible de una lluvia de balas. ¡Por
gracia de Dios, nos salvamos! Logramos pasar la plomiza para contar hoy este
fragmento de ese retorno sangriento, en la que perdieron la vida, dos
compañeros de gira: Jairo Valencia y Horacio Morcillo, y ocho humildes agentes
de seguridad (Das y Sijin).
Finalizo este escrito,
valiéndome de las palabras del clásico castellano, para expresar que: “Si no puedo pagar las buenas obras que me
hacen con otras obras. Pongo en su lugar los deseos de hacerlas, y cuando estos
no bastan, las publico; porque quien dice y publica las buenas obras que
recibe, también las recompensará con otras, si pudiera”.
Civilidad: Felicitar efusivamente, al ingeniero Oscar
Rodrigo Campo Hurtado como el mejor de los mejores Gobernantes de Colombia por
su gestión y compromiso y desarrollo de la región.
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