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domingo, 26 de diciembre de 2021
La lucha de Lucía
domingo, 19 de diciembre de 2021
Estas dos
palabras, de tanto repetirlas, todos los años, durante nuestra existencia, quiero
creer que hacen parte integral de nuestro organismo mental, negándose a ser modificadas.
¡Feliz
Navidad! Hermosa expresión que encierra la intención, el deseo, y el afecto de
nuestros corazones hacia otras personas. Quienes celebramos en armonía con el significado
de la misma, sin meternos en el torbellino comercial de este tiempo, recordamos
que el Niño Jesús viene a decirnos a todos los hombres que hay esperanza y, que
podemos comenzar de nuevo. Él siempre está interesado en la humanidad, pues nació
como uno de nosotros, de los más pobres, para estar cerca de todos, y sentir lo
que sentimos. Es un dogma cierto, que
nos anima a meditar y a cambiar paradigmas.
Aproximándose el fin de año, fatigados por las
“duras y maduras” del 2021, debemos hacer un balance de nuestras vidas al
comenzar el 2022, renovando nuestros quehaceres con sentido propositivo y
proactivo para poder lograr un cambio,
empezando por nosotros mismos. Ser propositivo significa que no sólo piensa sus
deseos, sino que da todo de si para cumplirlos, evocando
todos esos bellos cuadros que nos inculcaron en nuestra niñez.
La “bajada” del Niño Dios, para la chiquillada de aquellos tiempos, era en reciprocidad
al buen comportamiento durante el año escolar, el manejo de las buenas
costumbres y la observancia de normas de Urbanidad y Civismo. En una cartica especial, empezábamos pidiendo
en forma colectiva. Garabateando nuestras primeras letras, pedíamos que, a
nuestros padres y familiares, el Niño Dios les concediera licencia para vivir
con salud, con oportunidades de trabajo y, para que no faltara nada en el
hogar.
En esta espantosa crisis de la sociedad, carente de unidad en el hogar y, de amor pleno, Jesús,
María y José, representan la Sagrada familia como un digno ejemplo. He allí, el
sentido y el momento propicio para que nuestros hijos y
nietos aprendan a vivir esta época, celebrando con auténtica fe, con valores, y
alegría en familia. Esa es la esencia de
la Navidad que está en
el compartir en familia, celebrando el nacimiento de Jesucristo. El paso de los
años y el avance tecnológico han hecho de esta fecha un momento para el
derroche. La verdadera festividad se ha ido perdiendo con el tiempo, por
ese modelo capitalista imperante en el mundo que ha transformado, lo religioso
y espiritual en una ocasión para que la vanidad salga a relucir.
El gasto de las familias
alrededor del mundo se dispara con la llegada de esta temporada navideña,
debido a que se ha creado en la mente de los consumidores la idea de que para celebrar
la Navidad es ineludible ir de compras. Todo el año,
quejándonos de los precios de los productos en el mercado, sin embargo, en
Navidad esos lamentos se dejan a un lado, atiborrando calles y centros
comerciales con gente ansiosa por comprar lo que "necesitan", sin importar
que en esta época las mercancías son más costosas. El
llamado a gastar, mediante el bombardeo de campañas publicitarias y la fiebre navideña
conlleva al endeudamiento, dejando de pagar las deudas pendientes, recurriendo
a tarjetas de crédito, imperando la decisión de gastar dinero, asociando de esta
manera, el amor hacia hijos, parejas, padres y madres.
¡Feliz Navidad dilectísimos lectores!
sábado, 11 de diciembre de 2021
sábado, 4 de diciembre de 2021
A ritmo de chirimía
En este mes de alegría de niños y adultos, era muy atractivo encontrarse recorriendo las calles coloniales la música andante. Se escuchaba el auténtico folclore colombiano, sonando en aquellos conjuntos musicales que son un legado de nuestros antepasados, los indios "pubenenses". Era pues, el anuncio, la publicidad de la Navidad, mediante la música andante, a ritmo de “chirimía”, abriéndose paso con el diablo, que talego en mano pedía monedas.
La chirimía estaba conformada por un grupo de música tradicional, interpretada por dos efectos musicales básicos: Uno, el instrumento que hoy llamamos flauta, de origen tan remoto que muchos descubrimientos arqueológicos dan fe de su antigüedad, cuando el hombre en su incesante descubrir el mundo que lo rodeaba, sopló por casualidad algún objeto y produjo el sonido, dando inicio a una variedad de tipos de flautas. El segundo instrumento esencial: la tambora de origen prehispánico, usado por los indígenas, una especie de tambor tubular construido con el tronco de un árbol ahuecado, taponado con dos parches a los lados. De generación en generación, ha sido mantenida por la tradición, este tipo de música que comprende, tanto la música folklórica como la aborigen. Esa es una característica por no recibir influencias externas, sino que es propia de su cultura nativa, como medio musical. En el sur del Cauca, aún acostumbran la música vernácula con areitos y bambucos; que, al llegar a Popayán, bajo órdenes de un director musical, aumentan su repertorio con villancicos y música tropical.
Para los caucanos, la chirimía es una marca
indeleble. Y lo es, porque el sonido de la flauta, la tambora, acompañado de charrascas,
el triángulo, los mates (maracas) sirven para alegrar especialmente las fiestas
navideñas. La pieza musical, “El Sotareño”, bambuco cuyo autor es Francisco
Diago, que bien entonado, por ese tesoro cultural llamado chirimía en agasajos sociales:
bautizos, matrimonios, campañas políticas y, por supuesto, en las alboradas
navideñas, bañadas de guarapo, chicha de maíz, aguardiente, hacían poner de pie
y, con la “piel de gallina” a patojos de pura cepa.
Hoy evidenciamos la riqueza musical que
encierra la chirimía en armoniosos conjuntos o chirimías integradas en formatos
musicales de campesinos, indígenas, comunidades negras y desde luego, por
virtuosos mestizos, particularmente en Popayán que con considerable esfuerzo
pulmonar y la garganta del músico melodioso soplan notas musicales a través de ese
instrumento de viento llamado, flauta. Es
un instrumento ancestral, fabricado de carrizo principalmente, pero
elaborado también, en diferentes materiales y medidas. Su sonido varía de
acuerdo al tamaño. Otro instrumento musical, son las maracas, elaboradas en dos
mates, en cuyo interior lleva granos de maíz seco, envueltos en un dulce
abrigo. Y cierra el instrumento
denominado triángulo, construido con una varilla de metal cilíndrica doblada en
forma de triángulo, que, al golpearla con otra varilla de metal, emite un sonoro
sonido agudo, haciendo parte del grupo de instrumentos de percusión.
Entonces, entusiasmados esperamos que la
tradición de las fiestas decembrinas continúe para oír los golpes de tambora y el
sonar de las flautas en grupos de “chirimeros” recorriendo las solariegas
calles, brindando recitales musicales que identifican a nuestra bella Popayán.
Civilidad: Realizar
concursos para que esos grupos musicales, adquieran relevancia como “Chirimías
Patrimonio inmaterial del Cauca”, reconocido por el Ministerio de Cultura.
domingo, 28 de noviembre de 2021
Pesebre en Navidad
Escribo
evocando lo que representan las tradiciones más arraigadas en los católicos. Empiezo
por decir que, el pesebre era un recipiente grande y alargado, un comedero para
el ganado doméstico, colocado en los establos donde descansaban los animales. Ese
fue el único albergue que les ofrecieron a José y María,
cuando buscaban espacio para el nacimiento del Niño Jesús. Entonces, el pesebre
representa la humildad del Niño Jesús, que, aunque era la encarnación de Dios
en la Tierra, tuvo que hospedarse en un modesto recinto, siendo su primera
cama, un comedero para animales y no una cuna para humanos, claro indicativo de
su naturaleza y propósito. Pues, en lugar de venir a la tierra en medio de
fiestas y alrededores lujosos, el Rey de la Creación, el propio Hijo de Dios,
nació en el pesebre, en medio
de la Virgen, San José y junto a ellos la vaca, el buey y las ovejas. Conjunto
este que se conoce como "el Santo Misterio". Y significa
el nacimiento de
un Dios-hombre, una persona maravillosa, que era tanto divina como humana. Una
persona preciosa y única; Jesús, que vino al mundo a salvar a su pueblo de
sus pecados.
Otra
tradición mercantilizada de esta época decembrina, con que disfrutamos en
familia, es que, en cada diciembre, para el Día de la Inmaculada Concepción de María,
se debe tener armado el arbolito, decorando la casa para recibir la Navidad,
dejándolo hasta el 6 de enero, el Día de Reyes, cuando todo "vuelve a la
normalidad". Pero,
alguna vez se han preguntado qué significa esta tradición y ¿cuál es
su origen? Independiente del costo comercial que se le imprime con el cambio
anual, de estilos, esferas y guirnaldas de colores, es un hábito también ligado
a la religión, a la esperanza y a la bonanza.
Antiguamente, los germanos estaban
convencidos de que tanto la Tierra como los Astros pendían de un árbol
gigantesco, el Divino Iggdrasil o Árbol del Universo,
cuyas raíces estaban en el inframundo y su copa, en el cielo. Por eso se dice
que ellos, para celebrar el solsticio de invierno, - que se da en esta época en
el hemisferio norte- decoraban un roble con antorchas y bailaban a su
alrededor. Y que, en el año 740, fue
San
Bonifacio, quien derribó ese roble que representaba al Dios Odín, reemplazándolo
por un pino, símbolo de la vida y el amor eterno de Dios. Árbol que adornaron con
manzanas, que para los cristianos representaba, las tentaciones, y las velas
que simbolizaban la luz del mundo y la gracia divina, además, su forma de
triángulo representaba a la Santísima Trinidad.
Civilidad: La
Navidad y sus costumbres, simbolizan la unidad familiar
con la presencia de nuestros seres queridos alrededor de todos estos ritos
navideños.
sábado, 20 de noviembre de 2021
S.O.S. por el Nuevo Liberal
El diario más antiguo de la ciudad sufre con virulencia los efectos de la crisis publicitaria. La posibilidad de su desaparición, pone en peligro la libertad de información y empobrece la democracia. Así que, el director del Nuevo Liberal, acosado por el desplome de las ventas y de los ingresos publicitarios, decidió poner al corriente a sus columnistas.
Una treintena de columnistas escuchamos
al director, Danilo Reynaldo Vivas Ramos, quien contó las dolencias del
octogenario periódico, el más cercano a la ciudadanía y arraigado a Popayán. Se centró en un mosaico de temas y problemas con las posibles
variables y soluciones de éxito con inserciones publicitarias. Como lo que es
hoy, un periódico digital, al menos hasta el primer semestre del año 2022,
frente a la progresiva caída de ingresos de las mismas, en el periódico
impreso. Su propósito, era informar, si como medio digital de comunicación
emergente, podía llegar a tener una vía de financiación efectiva para transformarse,
gracias a la venta de publicidad. Desde
el inicio del conversatorio, el director Vivas Ramos, dejó la sensación de que este
medio de comunicación en sus manos, no iba a poner en peligro su tradición y,
que pudiera desaparecer. La consigna, era no distraerse frente a todos los
sufrimientos que vengan o se interpongan, luchando hasta conseguir los objetivos,
sin aplicar la eutanasia. Padeciendo con entereza, porque nada es gratis en
esta vida. Si mueren las noticias locales, sucumbe la democracia.
A través de sus largos
años de existencia, el periódico ha jugado un papel fundamental, como defensor
del ciudadano, aportando opinión, análisis y crítica para una sociedad libre,
por lo que, sería muy peligroso que desapareciera. El periódico es una
necesidad sentida en Popayán, para defender los principios democráticos, apoyar
al buen gobierno y mejorar la calidad de vida de los popayanejos a través de la
transparencia; bajo la ética y la moral, de tal manera que, incorpore la
pluralidad, veracidad, equidad e independencia, entre otros elementos. A veces,
en la misión de defender la democracia y el buen gobierno, ha llevado al
periódico a criticar acciones negativas y denunciar las delictivas. Es decir, cumpliendo
la misión orientadora de los ciudadanos, por ende, prioritaria para la Popayán
y el Cauca.
Por eso, hay que apoyar sin reserva, al Nuevo Liberal y, para que la
gente bajo principios iguales pueda participar en forma adecuada en la
política, para que decida con bases razonables, escoger a sus gobernantes,
debatir y discutir en forma libre, con el indio, el campesino, el obrero, el
pobre, la analfabeta en igualdad de condiciones con los demás, teniendo a la
mano, una información disponible para todos sin restricciones irracionales. Todas
estas libertades las requiere la sociedad para poder funcionar como una
democracia, manifestando sus opiniones libremente, en forma oral y por escrito.
Es el derecho correlativo a recibir información, y la razón elemental, del
orden democrático.
Es por eso que, escribo esta columna a
manera de S.0.S., ante la crisis financiera aportada por la reducción drástica
de la pauta oficial de la Gobernación del Cauca y la Alcaldía de Popayán. Tengo
la convicción de que el gobernador Elías Larrahondo y el alcalde de Popayán, Juan
Carlos López, no firmarán el acta de defunción, porque como demócratas que son,
no cejarán en su empeño de lanzar un salvavidas contribuyendo a paliar el
déficit económico del Nuevo Liberal.
Algo similar, le incumbe a la clase
política, para evitar el fin del periódico local, lo que equivaldría a privarse
de un importante altavoz de la acción de Gobierno (o de la oposición) Pues, los
políticos de cualquier color, se verían sumidos en la desolación ante la falta
de información para sus correligionarios. Constituye también, pieza fundamental, las entidades
públicas y privadas como usuarios, y anunciantes para programar y publicar su
pauta publicitaria, sin olvidar que el Nuevo Liberal es patrimonio de los
caucanos.
Civilidad: Con la reciprocidad de
todos, no naufraga el Nuevo Liberal.
domingo, 14 de noviembre de 2021
El saludo y su evolución
El Covid, por obvias razones, alteró
las costumbres en nuestra vida cotidiana. Dicen que el primer saludo
de la humanidad, empezó en son de paz, estrechando las muñecas, para demostrar
que no se sostenía un arma. Hoy, desaconsejan, saludarse de besos,
abrazos o
apretón
de manos. Como obligan a renunciar a esa costumbre
milenaria, escribo recordando que, saludar y agradecer, era parte de la educación
básica, que toda persona debía corresponder de igual manera.
De
un tiempo para acá, en los cruces callejeros nos encontramos, rostros
parapetados detrás de la antiestética mascarilla. Y, como no sabemos
cuánto más va a perdurar esa protección, debemos acostumbrar al cerebro a
rellenar lo que no vemos. Cuando observamos a la
gente con tres cuartos de la cara tapada, debemos esforzarnos para reconocerla.
Y aunque, la mente siempre se encarga de
rellenar ese hueco, necesitamos darles un sentido a las imágenes.
Así que, esos rostros cubiertos con mascarillas quirúrgicas, podemos
juzgarlos como atractivos, más que aquellos que no lo están. Pero, cuando se quitan su bozal recapacitamos: “Uyuyuy…, que
confundido estaba. La mascarilla, oculta las asimetrías, en
nariz, boca, mentón, haciendo que ese rostro nos parezca, por así decirlo,
menos imperfecto de lo que en realidad podría ser. Finalmente, todos terminaremos
con la nariz achatada, por el uso del tapabocas.
Oímos
hablar sobre la importancia de aprender el lenguaje no verbal para identificar
lo que el
área ocular vincula. Los ojos no engañan, aunque no veamos la boca, para saber,
si está articulando una sonrisa, de
una emoción espontánea y genuina; para saber, si es una sonrisa sincera o
hipócrita. La sicología ilustra esos curiosos
efectos ópticos, de cosas que no son, pero parecen ser. Las mascarillas solo dejan ver los ojos, que más allá de ser bonitos
o feos, tienen una fuerza expresiva brutal. La mirada refleja nuestro estado de
ánimo. El contacto visual es el principal elemento de conexión con el oyente,
permitiéndonos sospechar cuando nos están metiendo “gato por liebre”.
Los ojos, son parte del lenguaje facial, que expresan lo que el mensaje
muchas veces calla. Desconfiamos de quien no nos mira, al contarnos algo importante o no,
porque desvía su mirada, pues, todo lo que pensamos se refleja, incluyendo la forma
de saludar.
Ahora
mismo, los saludos se enfrían, siendo la gestualidad suficiente para el saludo. El ser humano es un ser social que necesita interactuar. Ahora con saludos
a puñetazos, cobra mayor protagonismo la mirada porque toda la gestualidad
se centra en los ojos y en las cejas. Es el nuevo saludo, que va en
contra de nuestra cultura del contacto. Nos cuesta mucho no tocarnos y,
abrazarnos, porque somos sumamente emotivos. Pues, el saludo es más que un
gesto de cortesía.
En 1929, una enfermera
llamada Leila, Given escribió
un artículo lamentando la pérdida de algunos saludos tradicionales en contra del
apretón de manos. Diciendo que las manos eran "agentes de transferencia
bacteriana" y que darse la mano, era un gesto lleno de
gérmenes.
En la sociedad payanesa del siglo XIX,
una breve inclinación de cabeza era lo frecuente en salones, visitas y lugares
cerrados. Y, en la añeja galantería del Popayán que se nos fue, en la calle se
saludaba con el sombrero en señal de respeto. En las escuelas públicas, los alumnos
usaban el saludo verbal y gestual, tan pronto ingresara al salón de clase el
profesor, rector o cualquier persona, debían ponerse de pie, saludando al
unísono con un “buenos días” o “buenas tardes”, según la hora.
Hasta hace poco, acompañábamos
el saludo con presteza verbal, diciendo: “me encantó saludarlo”, “mucho gusto
en saludarlo”. Y a las damas, en gesto protocolario, se les estampaba un beso
cariñoso en la mejilla. Ahora el veto al contacto físico es obligante porque, el coronavirus forma parte de la vida diaria. Entonces, nos tocó adoptar otras costumbres porque,
la forma de saludar seguirá siendo una gran incógnita.
Civilidad: Conformarse con la gestualidad, popularizando el agite de mano en alto o inclinando
levemente la cabeza, en señal de salud y afabilidad.
domingo, 7 de noviembre de 2021
Se acerca la Navidad
Dentro de un mes, exactamente, estaremos bajando el
telón de la Navidad, dándole la bienvenida a las festividades, época esperada
por niños y adultos, durante un año. Las ondas hertzianas tocarán los
villancicos que originariamente eran canciones profanas con estribillo de origen popular
y a varias voces. El declive de la antigua forma del villancico, ahora se
conoce más, como un género de canción. Es evidente que no tocan ni de cerca el
tema religioso. no hablan de María, ni de José, ni de Belén o del niño al que
la noche del 24, vio nacer en un pesebre.
La Navidad no es lo que era. Se trata de una simple
perturbación en el largo río del tiempo. Pocas celebraciones han evolucionado
tanto como la Navidad, por ello, trataré de sumergirme en la historia de estos
festejos para lectores mayores de treinta años, antes de que sean sustituidas
por otras.
Vamos
puntualizando de a poco. Con la llegada de diciembre,
doceavo mes del calendario, llega también, una de las tradiciones más antiguas
y más queridas por todos. Las velitas y
faroles de todos los colores, llenan de magia la noche del 7 de diciembre con
la que inicia oficialmente la Navidad. Esa noche conmemoramos el momento en que
el Arcángel Gabriel anuncia a María que fue la elegida, desde antes del
nacimiento, que será la madre de Jesús.
En las cocinas payanesas de vieja tradición
desempolvarán la infaltable, paila de cobre y la cagüinga para la preparación
de natilla, rosquillas y buñuelos. En algunas familias se darán a la ardua
tarea de elaborar los dulces calados, el dulce manjarblanco, manjarillo y, el
dulce cortado.
El término “
aguinaldo” conocido gracias a la antigua tradición consistente en realizar pequeños juegos para dar y recibir regalos, que se entregan el 24 de diciembre. Es parte de una tradición que tiene orígenes muchísimo antes de la era cristiana para dar y recibir propiciando la abundancia. Realizar juegos y departir en familia o con amigos se volvió una constante; siendo uno de los más populares, “al preguntar y no contestar el sí y el no”, ya que es muy difícil resistirse o no responder
También, se acostumbraba a
jugar al “beso robado”, durante la época de las novenas que van del 16 al 24 de
diciembre y que consistía en robarle un beso a la pareja, pero sin dejar que
ella se lo diera a uno. Tenía sus variaciones, dependiendo de la creatividad y
las condiciones de las parejas, pudiéndose jugar solo a un beso en un solo día
y quien lograra robarlo, se ganaba el aguinaldo. Otra, era poner un límite de
besos. Por ejemplo, quien llegara primero a los diez besos, se haría ganador
del premio del perdedor.
Uno de los juegos más populares era,
“palito en boca”, que consistía en mantener durante el juego, siempre algo en
la boca. Una pajita, un palillo, lo que fuera, siempre y cuando permaneciera en
la boca, enseñándoselo cuando alguien del grupo exclamara la frase: “¡pajita en
boca!”, ante lo cual debía abril la boca y mostrar lo que tenía allí oculto.
Luego entonces, si no tenía nada, perdía y el ganador del regalo era de la
persona que había logrado descubrir que tenía la boca vacía.
En
esta temporada decembrina, lo importante es disfrutar y recuperar o mantener las
tradiciones de nuestros antepasados, que precisamente por curiosas y
simpáticas, se resisten a desaparecer.
Civilidad: La Navidad y el Año Nuevo están a la
vuelta de la esquina. Transmitamos buenos deseos en estas fiestas, augurando un
excelente porvenir para Colombia.
viernes, 5 de noviembre de 2021
50 años del fallecimiento del Dr. Guillermo León Valencia.
Hago
uso de la palabra escrita, hoy 4 de noviembre para conmemorar 50 años del fallecimiento
del doctor Guillermo León Valencia Muñoz, acaecida en la ciudad de Nueva York
(Estados Unidos) Complacido agradecí ayer, la designación de su familia y de
amistades muy cercanas, al estadista Valencia, para enaltecer la memoria de ese
hombre quien fuera un gran constructor de la paz ¡Hablar de Valencia es hablar
de Popayán!
Sin
duda alguna, fue un mandatario firme, pero tolerante. De allí que sea imperioso
hacer esta evocación para las nuevas generaciones y, para quienes la historia
pasa veloz. En estos momentos difíciles que vive la patria, hay que decir que
el presidente valencia siempre tuvo en su imaginario la pacificación del país,
con la esperanza de la armonía entre los colombianos. Y a fe que la construyó y
la obtuvo, pues, en medio de los días sin tregua de la violencia, la alcanzó, por lo cual
la historia lo consagra como el “presidente de la Paz”. Rememoremos la historia
de Colombia, porque al terminar su periodo presidencial, la gente despidió con
aplausos en las calles a Valencia el 7 de agosto de 1966, y hoy más que nunca, lo
recordamos como «el presidente de la paz».
Empero, hablar de los
males presentes, de la violencia de nuestros días, no solo incumbe al gobierno
en su conjunto, sino a todo el pueblo, de manera especial a los gremios, tanto
de trabajadores como de empresarios, a los partidos políticos, a los medios de
comunicación, como a los mismos alzados en armas. Son entonces, los sectores dirigentes de la
sociedad colombiana quienes deben asumir su cuota de responsabilidad por su
inacción ante las posibilidades de desarrollo socioeconómico de nuestro país,
la cual ha influido en la situación de pobreza y violencia que padecen amplios
sectores de la población. Capítulo aparte merece examinar en detalle los
distintos aspectos que configuraron el proceso político colombiano en aquella
etapa y, específicamente, el arduo, complejo y sinuoso camino de construcción
del Pacto frente nacionalista para combatir las repúblicas independientes,
cambiándoles de metal a los combatientes. En esta corta disertación, me atrevo
a contarle al auditorio, que Valencia enfrentó esa tarea a nombre de las libertades,
pero, que, jamás apeló a suspender las libertades, para que tuviera eficacia su
propósito de reconstruir la seguridad ciudadana.
Y
si las nuevas generaciones me preguntan por el pensamiento de Valencia Muñoz,
frente a la Universidad del Cauca, les diré, que enfrentó el movimiento
estudiantil de 1965, sosteniendo la nítida expresión de que la universidad,
debía ser un recinto de masas, un recinto de ciencia, un recinto de debate,
pero nunca un escenario de violencia.
El
presidente Valencia Muñoz fue el presidente de la fraternidad, ilustre por
dinastía, pero también, ilustre en humanismo e ilustre en sentido común. Se
supo rodear de las mejores personalidades para
el manejo de la economía, en momentos difíciles del país, pero siempre, manteniendo
los preceptos de la doctrina social de la Iglesia. Su intuición y agilidad
mental le permitieron sortear las dificultades y conseguir los asesores
apropiados. Se hizo célebre con su visión "milimétrica” para ocupar los
puestos públicos llamando, tanto a conservadores como liberales, actitud que
provocó el agradecimiento de unos y el desconcierto de otros.
Creó la Junta monetaria en la dirección correcta para construir
el entendimiento entre empresas y trabajadores. Durante su administración hubo
una interesante reforma laboral. Se aumentó a casi un 20 por ciento del
presupuesto el rubro correspondiente a la educación. En síntesis, era un hombre
firme contra los violentos, pero un transformador imborrable de la vida nacional. Cómo olvidar, que algunas de las llamadas drogas genéricas se
rebajaron a cerca del 60 por ciento de su valor comercial para favorecer a las
gentes de menores recursos, lo que motivó también, a que, lo llamaran el
“presidente de los pobres”. Durante su cuatrienio estimuló la vivienda social,
inaugurando ciudad Kennedy en Bogotá y, se me preguntan por el Cauca, les diré
que allí están los bastos planes de vivienda popular de Popayán: Pandiguando y
la Esmeralda; pero también, déjenme recordarles, que designó como ministro de
obras públicas al caucano Tomás Castrillón Muñoz para que terminara la obra de
infraestructura pavimentada y tan anhelada como lo es la vía Cali Popayán. Además, adecuó
y entregó, el aeropuerto que hoy, lleva su nombre en Popayán.
Desde luego, durante su gobierno, también sufrió percances y
contratiempos. La devaluación del peso, la caída del precio interno del café,
las huelgas estudiantiles lo obligaron a decretar el Estado de Sitio, y ante
los ruidos de sables y, continuos rumores de golpe militar, el presidente
Valencia con arrojo y con valor, destituyó a su ministro de Guerra, general
Alberto Ruiz Novoa.
Era un idealista, un sencillo ciudadano que entró y salió
pobre de la presidencia de Colombia. Salió del cargo, sin cargos, pues siempre
estuvo acompañado de la honestidad que es una de las mayores cualidades de
carácter que puede poseer un ser humano. Era pues, un romántico de la vida que,
por amor y valor patriótico, siempre defendió sus tesis. Así era Guillermo León Valencia.
sábado, 30 de octubre de 2021
Mirando al pasado
Como siempre escribo sobre las vejeces de mi Popayán, hoy desentierro
este recuerdo a mis
lectores. La iglesia catedralicia dedicada a la Virgen María, bajo la advocación
de Nuestra Señora de la Asunción, fue construida sobre la calle quinta,
antiguamente conocida como la calle de las catedrales porque las iglesias
ubicadas sobre esta calle, algún día sirvieron como catedrales provisionales. Cuentan
los historiadores, que fue la primera edificación y que, alrededor de ella, se
levantaron 12 casas, siendo así como nació “Popayán, la ciudad blanca y culta
de Colombia”. Su estilo neoclásico y gran parte de su edificación fue
restaurada a raíz del terremoto de 1983, incluida la gran cúpula de 40 metros
de altura.
Entrando
a considerar lo que significa la Torre provista de la voz excelsa de sus
bronces y el acompasado martilleo de su vetusto reloj, estimaremos que sus
campanas son una verdadera reliquia que data de mediados del siglo XVI. De allí que, las campanas son parte de una estructura,
patrimonio de la Catedral y que su repicar, es una insignia de nuestra fe y la caracterización
de que somos un pueblo cristiano.
El
historiador Diego Castrillón Arboleda, narra que la campana de San Francisco, por
ser la más grande -mide 1,70 metros de altura y pesa 3,5 toneladas,
aproximadamente- sus repiques se escuchaban hasta en las zonas rurales de
Popayán, unos 20 kilómetros a la redonda.
Hace mucho tiempo, silenciaron
las campanas, por lo que nos
preguntamos cual es la razón, realmente valedera, que justifique su mudez. No
sabemos cuáles serían los motivos que tuvo la iglesia católica; pero he
encontrado algunos, aunque no sean muy convincentes, para haberlas silenciado.
Las últimas dos veces que sonaron las
campanas de Popayán fue en señal de duelo. En 1943 lo hicieron durante el
sepelio del poeta Guillermo Valencia. Cuarenta años después, volvieron a sonar
por los más de 300 muertos que dejó el terremoto del Jueves Santo de 1983.
Se cree que el silencio obedeció a una beligerante
campaña en su contra, incluida la campana de San Francisco, la segunda más
grande del mundo. Y que, uno de los motivos de su silenciamiento, se debió a
que los repiques entristecían a las gentes y, porque recordaban el dominio de
los curas y religiosos, impidiendo que la ciudad progresara, pues las campanas
de La Ermita, Santo Domingo y La Catedral doblaban cuando había un muerto.
¡Hace
falta el tañido! Las campanas de
las iglesias crearon gran interés y fuertes expectativas, pues eran un medio público de rápida
comunicación. En
tiempos idos, el toque lento, era el tañido fúnebre, invitando a la misa de
alguien que partía al infinito. Importante, porque nos recordaba que algún día,
también doblarían por nosotros. El triple tañido, nos enteraba de una buena
noticia, señalando alegría; como también fueron útiles avisando en caso de
alguna emergencia, de la que no estamos exentos, y que requería de la atención
y participación de las gentes.
Entonces, si no volvimos a escuchar el lenguaje de las campanas por evitar el ruido, para conservar el medio ambiente, digamos que su repicar no era contaminante; lo, es más, una quema de pólvora en víspera de fiesta religiosa o popular. Ojalá más tarde que nunca, volvamos a escuchar esos toques, sin que tengamos que preguntar por quién doblan las campanas. Esperamos pronto ese día, que estén listas para echarlas al viento, anunciando que ya no hay más violencia, que ya no hay más paros y que la Paz llegó porque de verdad, la necesitamos.
Civilidad: Añorar los repiques de campanas y el olor a incienso porque pertenecen a la imagen de la ciudad.
sábado, 23 de octubre de 2021
¡Ya no hay por donde!
Estamos
atorados. Hay días en que son terriblemente insoportables en Popayán. Y todo
por la cantidad de vehículos rodantes que hacen fastidiosas las calles y
avenidas. Los trancones tienen enloquecido a más de uno. Los vehículos se han
multiplicado por tres o por cuatro. La ciudad no estaba preparada para ocuparse
de tantos vehículos y, a diario, pierde muchos recursos, al tiempo, que asume la
carga de los trancones, la accidentalidad y el deterioro de las vías. Aunque las
obras viales, están quedando muy bien, tampoco es que solucionen el problema. No
importa cuánta infraestructura se haga, porque no le hace ni cosquillas al
embotellamiento. Desentonan los insensatos conductores parqueando a lado y lado
de las calles; buses, busetas y taxis que se estacionan en cualquier sitio para
subir o bajar pasajeros.
La
solución es declararle la guerra al carro. El problema es que para que esa
batalla se gane, será necesario tener un excelente sistema de transporte
público y un eficiente secretario de Tránsito; lastimosamente Popayán, carece
de ambos. El remedo de sistema de transporte público que tenemos, es pésimo. Por
las calles circula el mismo parque automotor, viejo, sucio, destartalado que, como
cafeteras ambulantes contaminan el ambiente. Además del mal servicio, ruedan con
licencias -técnico mecánica- ilegalmente obtenidas. Sumado a lo anterior, causa
vergüenza ajena que particulares, por unas monedas, trapo rojo en mano, hagan
de controladores de tráfico.
Así que una buena autoridad de tránsito, debería abandonar las
medidas tibias como el pico y placa, adoptando: la peatonalización, carriles
exclusivos para busetas y taxis, hasta cobros por congestión. Hoy por hoy, es
casi imposible entrar o salir del centro en carro. Expertos en el tema
argumentan que la solución definitiva, es acabar con el carro. Declararle la
guerra al carro, significa subirle los impuestos, especialmente a los de placas
de otras ciudades; pues, por cada diez vehículos que ruedan en las angostas calles
de Popayán, siete están matriculados en otras ciudades. Hay días terribles en que la movilidad
colapsa por causa de: atascos, aumento del parque automotor, semáforos mal
sincronizados y, carencia de vías para desembotellar la ciudad. Desde luego, son
problemas heredados ¡Innegable también!
Entonces, convendría una económica campaña
para desmotivar el uso del carro en ciertas zonas, impidiendo circular por el centro
histórico y, hasta elevar el precio de los parqueaderos. La ciudad ya no
soporta los trancones, pitos y, accidentes. Para evitarlo, toca apretar, mano
dura para hacer que la ciudad se mueva más, pero usando menos el carro. Usar
más el cuerpo, emplear más la bicicleta, utilizar la red de ciclo-rutas, desde
luego, mejorando el transporte público. Porque, en ciertos momentos,
los 30 minutos de recorrido que podría haber entre algunos puntos de
Popayán, se convierten en hora y media de desplazamiento, recorriendo 15.5
kilómetros entre el centro y las goteras de la ciudad, avanzando a 5 km por
hora.
¡Ya no hay por dónde! Porque,
como “Pedro por su casa”, camiones de alto tonelaje, circulan por el centro
histórico; taxis en zig, zag, o en reversa; además, vehículos particulares en
horas pico, violan todas las normas. Tedioso, trancones por doquier. En fin, es
un cúmulo violatorio de leyes de tránsito vehicular que afectan la calidad de
vida. La ciudadanía abriga la esperanza de que el alcalde Juan Carlos López, paralelamente
al desarrollo de las obras viales, las haga cumplir.
Civilidad: Una ciudad se juzga por la capacidad de una oferta de calidad, eficiente y segura para
la movilidad de los ciudadanos.
sábado, 16 de octubre de 2021
Apodos o sobrenombres en Popayán
En la ciudad moderna, tanto los valores como los
apodos se perdieron. Cuando sabíamos vivir, en mi Pam-payán, más que ahora, a
las personas se las llamaba más que por el nombre propio de cada uno, por un sobrenombre,
que se ponían unos a otros. En mi olvidado pueblo, se hacía gala de la chispa
patoja y del buen humor. Había ingenio para ponerlos y, buen humor para
aceptarlos.
Algunas personas podrían entrar en cólera; pero nunca
se supo que hubiera corrido sangre por un mote malintencionado. Los
sobrenombres o alias, se relacionaban con algún rasgo de la persona. Podía ser
positivo o negativo, dependiendo del tono en que se dijeran, interpretando
afecto o burla. Hoy, a duras penas, simplifican
el nombre; así que a Francisco lo llaman “Pacho” a Enrique “Kike” a Antonio
“Toño” y a Pedro “Pepe o Perucho”.
Con este escrito pretendo visibilizar esa parte
desconocida de mi amada ciudad, en que las familias ostentaban -con orgullo y
honor- un apodo, considerado un patrimonio heredado. Tema sobre el cual, poco
se ha escrito. De allí que, en un entrañable paseo por el pasado, vale la pena
dejarlo consignado para las generaciones futuras. La lista es larga, de tal modo que, evocando el pasado, exploremos una
pequeña pincelada:
Empiezo por los apodos de familias que no recuerdo sus apellidos: Los pandeleches, Pan crudo.
Alacrán: Médico famoso, pero malgeniado.
Achichuy : Bermudez
Alicate: Dueño de
la Viña, (apodo heredado a su hijo Alirio López)
Autogol: Porque lo hicieron Asin querer.
Agüita de Coco:
Carrillo, por su calva, quien trajo la primera guitarra eléctrica a Popayán.
Batallón: Los
Bonilla
Biombo: Solo
servía de estorbo a la familia.
Bombero: Borracho
cansón que apagaba cualquier fiesta, por prendida que estuviera.
Bombillo flojo:
Tenía un "tic" en los ojos que lo hacía parpadear.
Búho: Porque solo
salía de noche
Care buque:
Mosquera
Care-choclo: Por
su cara con acné.
Care-reloj: Ramírez,
conductor de la licorera.
Care-
jigra: Por su cara arrugada.
Care-tigre:
Guardián de la antigua “cárcel del proceso” con vitíligo
Care-tu mama: Un
decir del apreciado ingeniero agrónomo Paz.
Care- moneda: Por
su cara redonda.
Care-pellizco:
Por su nariz y boca fruncidas.
Care-puño: Porque
tener la nariz achatada.
Carisucios: Los Medina
Carpa de circo:
la clavaban en cualquier parte
Cárcel: Porque
no tiene barros sino "barrotes"
Carramplón:
Collazos
Calzoncillos:
Hermanos que andaban siempre juntos
Casquifloja: Mujer
fácil.
Comidota: Tragaldabas (tragón)
Chorro de
humo: Fumador empedernido.
Escalera: Próculo
González, fundador del bailadero “El Bambú”.
Estribo: Solo
metía la pata.
El pollo López:
Padre del actual alcalde de Popayán, quien heredó el sobrenombre.
Espanta la
virgen: Por feo
El ovejo:
Fernando I. C.
El mocho: Isacc Valverde
El matador: Jairo
Navia
El panadero:
Collazos
El ñato: José Bolívar Muñoz
El pichoso Humberto
El ronco: López
El Timbiano: Mario A. Vidal
Fiambre:
Comidilla de todos los paseos.
El jetón: Luis
Bermúdez
Jeta de colada:
Zúñiga, por su hablar enredado.
Jueves santo: vigilante
del banco del Estado, siempre en corbata.
Garulla: Fotógrafo
bullanguero
La machaca: Una
mujer ardiente.
Las cagadas: La
embarraban en todas partes.
Las bastantes: una numerosa familia, las
Bastidas.
Las fieras: Las Guevaras
Las Gatas: Las Guevaras
Lengua de vaca:
Marino Arboleda
Los calagüingos: Alegrías
Los cocorotes: Idrobos
Maní: Juan Carlos Bolaños
Matapalos: Negret Velasco
Mejoral: Porque
se creía que servía para todo.
Milloncito: No
hablaba sino de dinero.
Mariposa: Copera
de bar que volaba de mesa en mesa.
Mueble fino: Viejo
y bien acabado.
Morrocoy: Solo salía
de noche, o porque con él, siempre se perdía.
Niño Sano:
Conductor camionero obeso.
Oblea: Dama
grande o alta.
Orinal: Por tener
salida la mandíbula inferior.
Panelita:
No por dulce, sino por la boca cuadrada.
Papaya
verde: porque la tocan, pero nadie se la come.
Pambazo: Rafael
García compañero de pupitre en la escuela.
Polo
norte: Estudiante, con todo bajo cero.
Picuechucha: Muñoz
Ringlete: Porque
no hace sino voltear.
Rendija: Por
tener la mirada como cuando se mira por el ojo de una llave antigua
Ratón de Iglesia:
Gerardo Delgado, andaba de iglesia en iglesia
Saco: Carlos
Hidalgo
Sal de frutas: Se
sulfuraba con facilidad.
San
Andresito: Por la cantidad y variedad de collares, cadenas, pulseras y
anillos que se ponía.
Seis y
cinco: Por un tic, inclinando la cabeza sobre el hombro izquierdo.
Sobrado de tigre:
Le faltaba un brazo.
Sol: Sinvergüenza
se iba al atardecer y regresaba con la salida del sol
Submarino: Más
bruto que su hermano Marino.
Supermercado: Por
tener toda clase de granos.
Tonelada: El
gordo Muñoz.
Torre de Pisa: Solterona
que siempre tuvo inclinación, pero nunca cayó.
Trofeo: Por
orejón.
Trombón:
Ingeniero conservador de prestigio político.
Trompe- buque:
Por lo jetón
Ventarrón: Empresario
de apellido Mosquera
Visitica: Porque
preciso, llegaba a la hora de las comidas.
Kumis: Basquetbolista
por la blancura de su piel.
Como dije arriba, según parece, ésta es otra
costumbre tradicional que se ha perdido con el tiempo. Es una parte pequeña de Popayán,
de un individuo o de una familia, que pasará a ser Historia con mayúscula.
Civilidad: ¡Hasta cuando! Con
tapabocas como autómatas, caminaremos sin mirar siquiera a aquellos con quienes
nos cruzamos.