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viernes, 5 de noviembre de 2021

50 años del fallecimiento del Dr. Guillermo León Valencia.

 

Hago uso de la palabra escrita, hoy 4 de noviembre para conmemorar 50 años del fallecimiento del doctor Guillermo León Valencia Muñoz, acaecida en la ciudad de Nueva York (Estados Unidos) Complacido agradecí ayer, la designación de su familia y de amistades muy cercanas, al estadista Valencia, para enaltecer la memoria de ese hombre quien fuera un gran constructor de la paz ¡Hablar de Valencia es hablar de Popayán!

Sin duda alguna, fue un mandatario firme, pero tolerante. De allí que sea imperioso hacer esta evocación para las nuevas generaciones y, para quienes la historia pasa veloz. En estos momentos difíciles que vive la patria, hay que decir que el presidente valencia siempre tuvo en su imaginario la pacificación del país, con la esperanza de la armonía entre los colombianos. Y a fe que la construyó y la obtuvo, pues, en medio de los días sin tregua de la violencia, la alcanzó, por lo cual la historia lo consagra como el “presidente de la Paz”. Rememoremos la historia de Colombia, porque al terminar su periodo presidencial, la gente despidió con aplausos en las calles a Valencia el 7 de agosto de 1966, y hoy más que nunca, lo recordamos como «el presidente de la paz».

Empero, hablar de los males presentes, de la violencia de nuestros días, no solo incumbe al gobierno en su conjunto, sino a todo el pueblo, de manera especial a los gremios, tanto de trabajadores como de empresarios, a los partidos políticos, a los medios de comunicación, como a los mismos alzados en armas.  Son entonces, los sectores dirigentes de la sociedad colombiana quienes deben asumir su cuota de responsabilidad por su inacción ante las posibilidades de desarrollo socioeconómico de nuestro país, la cual ha influido en la situación de pobreza y violencia que padecen amplios sectores de la población. Capítulo aparte merece examinar en detalle los distintos aspectos que configuraron el proceso político colombiano en aquella etapa y, específicamente, el arduo, complejo y sinuoso camino de construcción del Pacto frente nacionalista para combatir las repúblicas independientes, cambiándoles de metal a los combatientes. En esta corta disertación, me atrevo a contarle al auditorio, que Valencia enfrentó esa tarea a nombre de las libertades, pero, que, jamás apeló a suspender las libertades, para que tuviera eficacia su propósito de reconstruir la seguridad ciudadana.

Y si las nuevas generaciones me preguntan por el pensamiento de Valencia Muñoz, frente a la Universidad del Cauca, les diré, que enfrentó el movimiento estudiantil de 1965, sosteniendo la nítida expresión de que la universidad, debía ser un recinto de masas, un recinto de ciencia, un recinto de debate, pero nunca un escenario de violencia.

El presidente Valencia Muñoz fue el presidente de la fraternidad, ilustre por dinastía, pero también, ilustre en humanismo e ilustre en sentido común. Se supo rodear de las mejores personalidades para el manejo de la economía, en momentos difíciles del país, pero siempre, manteniendo los preceptos de la doctrina social de la Iglesia. Su intuición y agilidad mental le permitieron sortear las dificultades y conseguir los asesores apropiados. Se hizo célebre con su visión "milimétrica” para ocupar los puestos públicos llamando, tanto a conservadores como liberales, actitud que provocó el agradecimiento de unos y el desconcierto de otros.

Creó la Junta monetaria en la dirección correcta para construir el entendimiento entre empresas y trabajadores. Durante su administración hubo una interesante reforma laboral. Se aumentó a casi un 20 por ciento del presupuesto el rubro correspondiente a la educación. En síntesis, era un hombre firme contra los violentos, pero un transformador imborrable de la vida nacional. Cómo olvidar, que algunas de las llamadas drogas genéricas se rebajaron a cerca del 60 por ciento de su valor comercial para favorecer a las gentes de menores recursos, lo que motivó también, a que, lo llamaran el “presidente de los pobres”. Durante su cuatrienio estimuló la vivienda social, inaugurando ciudad Kennedy en Bogotá y, se me preguntan por el Cauca, les diré que allí están los bastos planes de vivienda popular de Popayán: Pandiguando y la Esmeralda; pero también, déjenme recordarles, que designó como ministro de obras públicas al caucano Tomás Castrillón Muñoz para que terminara la obra de infraestructura pavimentada y tan anhelada como lo es la vía Cali Popayán. Además, adecuó y entregó, el aeropuerto que hoy, lleva su nombre en Popayán.

Desde luego, durante su gobierno, también sufrió percances y contratiempos. La devaluación del peso, la caída del precio interno del café, las huelgas estudiantiles lo obligaron a decretar el Estado de Sitio, y ante los ruidos de sables y, continuos rumores de golpe militar, el presidente Valencia con arrojo y con valor, destituyó a su ministro de Guerra, general Alberto Ruiz Novoa.

Era un idealista, un sencillo ciudadano que entró y salió pobre de la presidencia de Colombia. Salió del cargo, sin cargos, pues siempre estuvo acompañado de la honestidad que es una de las mayores cualidades de carácter que puede poseer un ser humano. Era pues, un romántico de la vida que, por amor y valor patriótico, siempre defendió sus tesis.   Así era Guillermo León Valencia.

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