Expresión burlona
utilizada para presentar a Jesús ante la muchedumbre enfurecida diciendo:
"Ecce Homo", latinajo que traduce 'He aquí el hombre' con la que Poncio Pilato, se
desentendió de la decisión popular de crucificarlo.
“Se lavó las manos”, permitiendo
humillarlo, torturarlo, vilipendiarlo, con las manos atadas, coronándolo de
espinas. Hoy no se escuchan literalmente aquellas palabras «aquí
tenéis al hombre», pero sí otras, que las suponen, y les conceden deshonra,
calumnia y ofensa. Así que, “lavarse las manos”, pasó a la historia como símbolo de
conveniencia personal, frase que se repite millones de veces, en el entendido
que no se asume responsabilidad por lo que está por suceder. Igual la frase, "el
beso de Judas" que encarna traición, símbolo de deslealtad.
Pero, Jesús no sólo
fue mártir antes de morir, pues tuvo que cargar con una pesada cruz de madera
hasta el lugar llamado Gólgota, donde fue crucificado. De allí la frase que también
escuchamos en muchos contextos, cuando la gente, se refiere a esa
"carga" que tiene que sobrellevar, usando decir: "esa es mi
cruz".
Hoy
recapacito sobre estas palabras, porque sin darnos cuenta determinamos qué es
humano y qué no. Defendemos causas o criticamos conductas, sin reflexionar
antes los motivos por qué lo hacemos. ¿Es humana la pobreza, la eutanasia y el
aborto? ¿Es humano el desempleo, la carencia de vivienda, la corrupción
galopante? ¿la violencia intrafamiliar? En fin, hablamos y tomamos decisiones,
llevados solo por lo que oyen o suena sin fundamento en las redes sociales. Repetimos
palabras ya dichas, escuchadas en el ambiente, pero no pensadas en profundidad.
La palabra
juzgar, usada en dos sentidos: «Dejemos de juzgarnos mutuamente. Procurad más
bien no provocar el tropiezo o la caída del hermano», no pone fin a los juicios
mutuos ni conduce a la pasividad. Jesús no invita a cerrar los ojos y dejar que
las cosas sigan su curso. Porque después de decirnos que no juzguemos continúa
diciendo: «¿Podrá un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán ambos en un hoyo?»
Jesús desea que se ayude a los ciegos a que encuentren el camino. Pero denuncia
a los guías incapaces. Esos guías son un poco ridículos, pues, según el contexto
juzgan y condenan, resultando imposible llevar a otros por buen camino.
“Al que está
quieto se deja quieto”, suele ser también otra forma sutil de juzgar. ¿Significa que no consideramos a los demás
como dignos de atención? «No juzgues ni condenes a nadie, pero adviérteles como
verdaderos hermanos». «No juzguéis antes de tiempo: esperad a que venga el
Señor» (1 Corintios 4,5). San Pablo recomienda la mayor moderación en el
juicio. Al mismo tiempo, exhorta con insistencia a preocuparse por los demás:
«A los insumisos amonestadlos, a los deprimidos animadlos, a los débiles
socorredlos, con todos sed pacientes» (1 Tesalonicenses 5,14).
A medida que avanzamos de generación en generación, notamos la
crisis de valores dentro de la sociedad. Los jóvenes perdieron el respeto a sus
mayores y valoran temas tan superfluos como la moda, la vanidad, la
superioridad, el dinero. Y las conductas llenas de odio, egoísmo, violencia e
indiferencia ante el prójimo, son pan de cada día.
Lo que está sucediendo a ojos vista, es el
mundo al revés: el mundo tal cual es,
con la izquierda a la derecha, el ombligo en la espalda y la cabeza en los
pies. El desconcierto es total, el mundo está patas arriba. El espejo de la guerra entre provincias rusas,
se refleja en el mundo. Todo ello juega un papel
protagónico en la crisis social por la que atraviesa el mundo entero y en
especial nuestro país. Colombia
no escapa a ese espejo, recorre temas como la demencial violencia, el sistema
electoral enrarecido, impunidad, la lucha por el poder, el clima planetario enloquecido,
la injusticia, el racismo y el machismo y la miseria en la sociedad
contemporánea...
No estoy desfasado, ni vivo en el pasado; al contrario, guardo
la ilusión de la paz del mundo, donde no se divida a la sociedad, donde no se
impongan ideologías políticas, donde haya respeto a los mayores, justicia sea igualitaria
y donde los políticos actúen con vocación de servicio. Al llegar
la desesperanza al punto en que ya no alcancen nuestras fuerzas, imploremos al Amo
Ecce Homo, único líder capaz de salvarnos, pidiéndole: “Detén ¡Oh Dios benigno!
Tu azote poderoso y calma bondadoso tu justa indignación/ Perdónanos y olvida
que te hemos ofendido y que hemos afligido tu amante corazón/
Civilidad:
En
momentos críticos y amenazantes, es conveniente acercarnos
a Dios.
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