Sin duda alguna, el 7 de agosto,
es una fecha para rememorar el poder de un ideal, de una convicción, del coraje
y la lucha de esos los hombres y mujeres que pelearon entregando sus vidas por
la independencia de Colombia. Por esos valientes guerreros, hoy podemos gritar
a los cuatro vientos que orgullosamente por tradición, somos colombianos y libres.
El 7 de agosto, evocamos la
Batalla de Boyacá, honrando la rica historia y la valiosa comunidad
afrocolombiana en la lucha por la independencia y la construcción de Colombia
como nación. Cómo no reconocer a la raza afrocolombiana, reafirmando la
gratitud por su participación en el campo de batalla y, como no celebrar las
hazañas de lideres y combatientes (criollos, mulatos, mestizos, zambos,
indígenas y negros) que contribuyeron en ese suceso histórico en la búsqueda de
la libertad y la igualdad en nuestro país. Su participación no solo fue fundamental
en el campo de batalla, sino que también sirvió para que la sociedad en
general, batallara por la abolición de la esclavitud en una Colombia más
inclusiva y equitativa.
Esta nueva conmemoración sirve
para reflexionar sobre el hecho de que nuestra historia no habría sido posible sin
la valentía y la dedicación de los combatientes que participaron en la lucha
por la independencia. La Batalla de Boyacá fue una victoria colectiva, en la
que hombres y mujeres de diversas etnias y culturas se unieron para forjar un
camino hacia la libertad. La victoria
contundente se consiguió, bajo el mando de Simón Bolívar en el Puente de
Boyacá. En ese monumento representativo de los héroes, se marcó no solo el
punto final de las disputas guerreristas, sino que fijó el triunfo
independentista de Colombia. Esa batalla en el puente Boyacá, es de gran
importancia histórica porque confirmó el rumbo trazado el día 20 de julio de
1810 para liberarnos del imperio español con la caída del Virreinato de la
Nueva Granada.
Fueron varios días de conformación
de la Campaña Libertadora, trazando la estrategia de Bolívar, determinando
que debían tomar por sorpresa al ejército realista al momento de pasar por el
río Teatinos para dirigirse a Santafé, donde estaría a salvo de los ataques
patriotas. Así que, bajo el mando de Simón Bolívar, Francisco de Paula
Santander y José Antonio Anzoátegui y, la tropa patriota conformada por 2.850
combatientes atacó con fiereza al ejército realista que contaba con
2.670 soldados al mando del coronel José María Barreiro. El combate duró más de
seis horas, en la que la tropa libertadora se llevó la victoria,
logrando la rendición de los españoles, que fueron tomados como
prisioneros. Allí al ser prisionero, el
español coronel Barreiro trató de sobornar al soldado preadolescente neogranadino de 15 años, con una bolsa con
monedas de oro para que lo dejara huir. Pero el leal y patriota soldado,
llamado Pedro Pascacio Martínez, se negó y junto a otro soldado conocido
como Negro José, no solo capturaron al
comandante del ejército enemigo José María Barreiro, sino que entregaron el
prisionero al propio Simón Bolívar. Al tener conocimiento de semejante derrota
realista, el virrey Juan Sámano huyó de Santafé, ciudad que quedó bajo el mando
de los criollos. Así fue que esa gesta libertadora en el Puente de Boyacá, marcó
el paso definitivo a nuestra independencia.
Civilidad: Por semejante lucha libertaria, los
colombianos orgullosos revivimos la ruta libertadora izando el pabellón
tricolor el 7 de agosto de cada año.
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