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sábado, 17 de agosto de 2024

Preservar el Parque de Caldas


 

"Una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa". Cada loco con su tema. Aquí voy con el mío, buscando amparo al patrimonio colectivo, opinando sobre este asunto que riega mucha tinta. Nadie ama a Popayán porque sea grande, sino porque es nuestra. Hermoso servirla con hechos, y no es absurdo servirla con palabras.

Ladran a la luna y se equivocan de cabo a rabo quienes insinúan que le tiran piedras o que se pretende bloquear el XXII Congreso Gastronómico. Cójanle dobladillo a la lengua, porque cada que amanece el número de bobos crece. No es contra el evento económico y cultural. Échenle carne y cebolla, pero también, échenle amor a la olla.

¡Cálmese ventarrón que llegó la brisa! Coman de su propio cocinado, porque con exceso de razón, salió un respetable grupo con conciencia ciudadana a defender el Parque de Caldas, pegando en la cabeza de la puntilla y en el clavo del esclavo, mediante una instancia judicial. Dando la cara, con puño y letra firman pidiendo protección del parque.  Razón tienen: otro año más entregando gratuito “el pulmón de la ciudad” para pisotearlo sin invertirle un solo peso, en tanto, las arcas municipales vacías. De buenas intenciones está empedrado el infierno. Después del gusto viene el disgusto. Hay que asumir la responsabilidad de lo que pasa en nuestra ciudad. Y si los que tenemos voz,  no la alzamos en contra del trato que recibe Popayán, luego lloraremos lástimas.

De la arboleda pública hacen leña, la municipalidad en la mala. Sin titubeos, atraviesa una crisis financiera. Don Sabio Caldas, abandonado, indolentes sin conciencia destrozan el patrimonio ambiental. Cualesquiera sean las condiciones externas actuales, el gobierno municipal debe seguir funcionando, debe tomar decisiones de gobierno. Amorosos con Popayán llenos de júbilo, celebraron la inicial determinación del timonel para que el parque Caldas, este año no fuera escenario del XXII Congreso Gastronómico. Incomprensible que la corporación, 22 años después, no haya conseguido otro lugar apropiado para sus eventos. Pero, ¡oh!  alcalde, truncó el regocijo reculando la justa decisión de proteger el parque, que como en todas las ciudades del mundo están dispuestos para ser espacios amables, limpios, destinados a la recreación y el esparcimiento de la ciudadanía. Es decir, sitios públicos por excelencia, en donde sea posible acercarse a la naturaleza y con las demás personas (niños, ancianos, mujeres) que demandan posibilidades de entretenimiento sano que permita renovar energías y disipar el agobio del trabajo o del encierro hogareño.  Sin embargo, Popayán debe extender su generosa mano al encuentro de cocinas de sabores y saberes, en otros sitios, como las amplias plazoletas en cemento: Tomás Cipriano de Mosquera y Carlos Alban.

Largo sería contar las válidas razones luchando por la preservación del parque Caldas donde se dan muchas garantías para fines económicos brindados en toda su dimensión. Por ello, alabo el valor y la conciencia cívica de los firmantes, al suplicar una acción judicial que se ocupe de manera prioritaria de la recuperación del parque, hoy al garete, al cambiarle el uso a la “sala de recibo”, convirtiéndola   en la cocina de Popayán.  

Amantes de la ciudad, no pueden sellar sus labios desconociendo que el Consejo de Estado tiene varias sentencias en donde hace llamados muy concretos para que las autoridades garanticen esos derechos de los ciudadanos en los sitios que son patrimonio de la comunidad en general.

Civilidad: Cada cosa en su lugar. Y un sitio para cada cosa.

 

 

1 comentario:

  1. Excelente reflexión. Totalmente de acuerdo..Cuidemos nuestra sala. Los invito igualmente a luchar por el espacio público de nuestra amada ciudad, calle 6 , carrera 5 y demás circundantes, se perdieron los andenes y no se hizo nada...

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