El título, es una frase popular muy cierta
que tomo para este escrito. Me valgo de ella para explicar el cambio de
actitud que experimentan las personas cuando ascienden a un cargo
gubernamental. Generalmente, ganan elecciones para obtener el cargo político,
mintiendo, haciendo promesas. Venden sueños y esperanzas… para luego,
incumplir. Porque una cosa es lo ideal y otra es lo posible, la realidad. Se
promete para llegar y, después de llegar, incumplir lo prometido. Entonces,
quedan debiendo a cada santo una vela.
En el caso que hoy nos ocupa, después de leer, la
cascada de dificultades y problemas que afectan a Popayán, que con retrovisor reveló
el alcalde Juan Carlos Muñoz Bravo, a quien respeto como persona y, por la
dignidad que representa. Pero, el respeto como valor moral, no me impide cantar
en voz baja las tristezas de mi ciudad. Opino que, si el alcalde no corrige el
rumbo, puede terminar estropeado. Quizás,
si se hubiera enterado de la situación del municipio, hubiera preferido seguir
administrando sus droguerías y no en la cosa pública, porque, una cosa es con
guitarra, y otra cosa es con violín.
Pasó la campaña
y, otra se avecina. Colombia, echando chispas en medio de escándalos. Y, Popayán,
saltando matojos con la cascada de notorios retos: las cuentas
por pagar del municipio, alcanzan el billón de pesos a punto de ser embargado o
amparado
en la Ley 550. Popayán es Popayán, lo demás son deudas. La inseguridad, la
problemática de las basuras. De 10 vehículos circulando en la ciudad, 8 tienen placas
de otras ciudades. Esta Villa, amante de los vehículos, con más coches que
habitantes; de allí la serie de circunstancias específicas que agravan la
congestión vial; el desequilibrio financiero, ingresos inferiores a los gastos;
nivel de desempleo 14.1 %; la mitad de los pobladores de la ciudad son
desplazados; Las vías de hecho en la Panamericana con 50 bloqueos hasta hoy,
afectan la inversión en la ciudad. Cada alcalde es dueño de su miedo. ¡Bienaventurados
los mansos, porque los capan parados!
Todas
estas dificultades afectan las gestiones y gobernabilidad del alcalde que solicita
parasol para la época ardiente y paraguas para la lluvia y la tormenta. Ante esto, debemos hacer un “compás de espera”
buscándole la comba al palo hasta conocer los resultados de las próximas
elecciones. Cada día
trae su afán y basta para cada día su propio mal. Por ahora y, para no dejar a
las huestes con los crespos hechos, usar el “zafacón”, zafándose de las
promesas, pues la política es el arte de la conveniencia con la catarata de
anuncios, nada más. Porque, en la vida como en un gobierno local, “una cosa es
con guitarra y otra, muy diferente, es con violín”.
La ciudad abandonada a su suerte. La desteñida bandera
aún ondea en algún edificio en Popayán. El parque central, otrora “sala de
recibo”, entregado al uso y el abuso con cortesía de sombrero. Con la ¿solución
salomónica poniéndose el delantal? hasta el Sabio Caldas desconfía. El sabio no
suda, piensa, dando rienda suelta a la imaginación ante el calor de las cocinas
de gas. Bellas joyas arquitectónicas, como en antaño (1930) ocultas con carpas.
Su entorno con el trajín de pesadas cargas se resquebraja. La arboleda
desvencijada, se resiste y muere de pie.
Civilidad: De corazón, queremos y deseamos, que al alcalde
Juan Carlos Muñoz, le vaya muy bien, porque a si mismo le va a Popayán.
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