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sábado, 27 de julio de 2024

Civilidad

 


Quien esto escribe, siempre utiliza, al final de la columna, la sigla: “Civilidad”, palabra que contiene dos sentidos: Civismo y Urbanidad. Expresión que puede ser más entendida si examinamos los elementos que la componen. Gracias a ese arreglo puedo expresar la conclusión de mis pensamientos. Generalmente se escucha la palabra “civilidad”, demasiadas veces, pero sin la idea de lo que ese vocablo significa. Así que afirmo que es un término resbaloso.

Al final de mis escritos, el acrónimo “Civilidad”, lo acomodo como algo positivo, entendido como una virtud deseable para que las personas, la consideren en todos los momentos y épocas. En mí pensar, se trata de poseer, conservar y aplicarla como una cualidad admirable, desde la óptica sociológica para definir a la persona como un ser sociable que vive y se desarrolla en sociedad. No tenerla es reprobable, porque con ella se califica los tipos de conducta personal. De allí que, cada persona elige tenerla o no tenerla, siendo una decisión individual para actuar de esa manera o no. Término que hace referencia al trato entre dos o más personas. De cómo actúan entre sí y cómo conviven. El diccionario de sinónimos contiene suficientes palabras para entender el significado de “Civilidad”, tales como, cortesía, amabilidad, urbanidad, cordialidad, buena educación, respeto etc. Las reglas existen para cumplir todos esos significados; pero las personas carecen de ellas. De allí el estado de desbarajuste, egocentrismo y soberbia en que vivimos. Presentándose, cuando alguien considera que todo debe girar en torno a sí mismo. De allí que, es inevitable que tienda a despreciar a los demás y, que no se nos trate con el respeto que merecemos.

Podría extenderme en otros preceptos innumerables que no se cumplen y que debían apuntar a lo que debe hacerse y no debe hacerse, por lo que las costumbres y la cultura local se ha perdido en nuestro medio. El sentido común indica que todos estamos afectados en la regla mínima del trato civilizado y educado para con la patria misma, y con nuestros semejantes.  Dos reglas de oro se han perdido: la educación cívica, que enseñaba los aspectos teóricos, políticos y prácticos de la ciudadanía, así como los derechos y deberes de los ciudadanos entre sí, como miembros de un cuerpo político y del gobierno. Y la segunda, ¿en que quedaron las normas de urbanidad para tener una buena actitud social? Pautas que ayudan a la convivencia social, comportamientos que regulan o establecen la correcta relación del hombre y su vida en relación con los demás.

De todo ese contexto, se deriva mi sigla, articulando dos palabras: “Civismo y “Urbanidad”, que originan una tercera palabra: “Civilidad”, Apuntando civismo al trato civilizado por la patria, opuesto a la rudeza, la brutalidad, fiereza, violencia y similares. Y el segundo componente: “Urbanidad”, ligada al concepto de educación, buenos modales y conocimiento, en contraposición de ignorancia, incultura y buenos modales de la gente.

Entonces, la invitación es, volver al pasado, ensamblando con razonamiento generalizado, “Civismo y la Urbanidad”. Uniendo las palabras y nuestra actitud para alcanzar la “Civilidad, no solo entre las aulas escolares, sino también, en el seno de las familias, las empresas, los sindicatos, en las comunidades vecinales haciendo entender que, Civismo y Urbanidad no significan lo mismo, pero que van de la mano del ciudadano de bien.  

Civilidad: Civismo es para amar a Popayán y Colombia. Y, Urbanidad, respeto por los demás. 

 

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