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sábado, 25 de mayo de 2024

Las maldiciones de Popayán

 


Invadido de curiosidad por saber qué futuro le depara a mi amada Popayán, me hizo leer sobre la brujería y las maldiciones. En mi infancia conocí a las gitanas de largos vestidos, pañoletas y, raro dialecto, leyendo la mano, adivinándole la vida a incautos. Vi en un canal de TV a Walter Mercado, personaje bastante excéntrico, enviando energía positiva a todo el mundo. También, conocí la “casa de la bruja”, en la carrera 11, una cuadra abajo, a orillas del rio Molino, donde sin indicios de brujería, leían el naipe y la tabaquera adivinando la suerte. Así que, curar mal de ojo, atraer el amor; mito, leyenda o hechicería se daba en Popayán, que no pasaba de ser un "negocio lucrativo" más que fenómeno ancestral.   

Hace poco, se desató una polémica, por cuenta de un ritual en la “Casa de la Moneda”, calificado de “brujería contemporánea”. Allí la vicepresidenta Francia Márquez, hizo un ceremonial, frente a un círculo de flores; prendiendo velas, Mario Campo, a quien, por su efímero paso por el gobierno departamental, parece que no le fue nada bien con esas interpretaciones rituales, derivándose consecuencias negativas por las complicadas realidades políticas.

Averiguar lo que depara el futuro es un antiguo deseo humano. El punto de partida de la brujería, es, una creencia supersticiosa de seres dotados de cualidades mágicas y capaces de realizar hechicerías. Creencia que se remonta a la prehistoria, encontrándose en el Antiguo Testamento pasajes que hacen referencia a estos misteriosos seres, con temor a lo inexplicable. Así que, la maldición se convertía en hechos raros, deseando el mal a alguien, extendiéndose en la naturaleza humana. Existen varios tipos de maldiciones, desde el verbal hasta el que se hace a través del conjuro, mediante simples avisos, hasta las que implican un hecho grave. Y pueden tener un carácter permanente, casi eterno, hacia una persona, un bien u objeto.

En Colombia son varias las ciudades que han sido destruidas por fenómenos naturales, El terremoto de 1983 no destruyó íntegramente a Popayán porque la Cruz de Belén, no se cayó totalmente, se partió en dos. Pero, quedó en el imaginario, lo que se lee en un costado de la Cruz de Belén: “Una Ave María a la madre de Misericordia para que no sea total la ruina de Popayán” 

Otro hecho legendario ocurrió en Popayán, durante el gobierno de Tomas Cipriano de Mosquera, cuando cerró conventos y claustros religiosos, por la “ley de tuición de cultos”. El clero abandonó la ciudad, quedando pocos sacerdotes y un obispo que por salud o avanzada edad no pudieron salir. Así que, en altas horas de la noche, el 7 de febrero de 1875, el coronel del ejército, Aníbal Micolta, con varios hombres, capturaron al obispo Carlos Bermúdez Pinzón, lo ultrajaron y lo arrastraron hasta las afueras de la ciudad. Allí, delante de algunas damas de Popayán, les gritó: “Maldigo a esta ciudad, cuna de masones y enemigos de Dios… El día que la cruz de la iglesia de Belén caiga, los muertos saldrán de sus tumbas y Popayán se acabará”. Y, sacudiendo sus sandalias, exclamó: "De Popayán ni el polvo". Desde entonces, se rumora que esta escueta frase recorre las calles con alguna lentitud. La mente poderosa y la memoria prodigiosa, considera superchería, lo que otros toman muy en serio: la maldición acumulada en larga la lista de acontecimientos y hechos ocurrentes en la amada ciudad.

Civilidad: Santo Eccehomo de Popayán, protégenos para que las maldiciones no se hagan realidad.  

 

 

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