La
crisis climática ya no es una amenaza inminente. Ya estamos viviendo las
consecuencias de años de emisiones de gases de efecto invernadero. Aunque, todavía
podemos luchar para combatirla. ¡Mitigar la crisis! Todo depende de las
decisiones del mundo, de lo contrario habrá enormes repercusiones para las
generaciones que aún no han nacido.
En
el libro “Cómo
salvar nuestro planeta”, se exponen dos visiones diferentes del futuro.
Una en la que hacemos muy poco para afrontar el cambio climático, y otra en la
que hacemos todo lo posible. Al ser un tema de actualidad, transcribo apartes a
fin de tomar conciencia de esta triste pesadilla.
No
hay que dejar que el siglo XXI llegue a su fin sin que se hayan tomado medidas
para aminorar el cambio climático. Las temperaturas globales han aumentado más
de 4°C. En muchos países, las temperaturas estivales se
mantienen por encima de los 40°C. Las olas de calor con temperaturas de hasta 50°C se han vuelto comunes en los países tropicales. En Colombia, por
estos días, la temperatura más alta se dio en el municipio de Jerusalén,
Cundinamarca con un registro superior de 40.4° C.
Cada verano, los incendios forestales hacen estragos en todos los continentes excepto en la
Antártida, generando columnas de humo acre que hacen insoportable
respirar al aire libre,
provocando una crisis sanitaria anual. Las temperaturas de los océanos han aumentado drásticamente. Las sequías frecuentes y prolongadas asolan
vastas regiones de la tierra. Los desiertos del mundo se han expandido, desplazando a muchos millones de personas.
Alrededor de 3.500 millones viven en zonas donde la demanda de agua es
superior a la disponible. La contaminación del aire tiene una nueva causa
importante fuera de las ciudades atestadas de tráfico: el polvo que se levanta de las tierras de cultivo,
ahora estériles. El océano Ártico está libre de hielo cada verano. Como resultado, las temperaturas medias en el
extremo norte han
aumentado más de 8°C. Las capas de
hielo de Groenlandia y de la Antártida Occidental han comenzado a derretirse, liberando una
enorme cantidad de agua dulce en los océanos. La mayoría de los glaciares
de montaña se han derretido completamente. El esquí es ahora un deporte de interior que
tiene lugar en enormes pistas artificiales. La mayor parte del hielo de la meseta del
Himalaya ha desaparecido, lo que ha reducido los caudales de los ríos Indo,
Ganges, Brahmaputra y Yamuna, de los que dependen más de 600 millones de personas para obtener agua. Los
glaciares tropicales, también conocidos como ecuatoriales por su ubicación
geográfica, son muy raros y especiales. En el mundo solo se encuentran en
Suramérica: en Ecuador, Venezuela y, en
Colombia el monstruo de la cabeza brillante, volcán de Puracé como glaciar fue
el primero en desaparecer.
Según investigadores, gracias a
los glaciares, los científicos han podido monitorear e identificar de manera
más clara el avance del calentamiento global. Sin embargo, la noticia es triste
porque eso ha podido saberse por el derretimiento de las masas de hielo que los
conforman. En el caso de los glaciares ecuatoriales, esto ha sucedido a una
velocidad mucho más rápida. Y es preocupante, porque ellos tienen un papel muy
importante en la regulación del clima, pero también y, sobre todo, son
fundamentales en su aporte hídrico a los ríos que nacen en la alta montaña.
El
océano se ha expandido debido al calor. En combinación con el agua procedente
del deshielo, el nivel del mar ha subido más de un metro.
Muchas ciudades importantes, como Hong Kong, Río de Janeiro y Miami ya están
inundadas y son inhabitables. Las Maldivas, las islas Marshall, Tuvalu y muchas
otras pequeñas naciones insulares han sido
abandonadas.
Civilidad: ¡El planeta
está en riesgo! Aumentan con los incendios forestales que afecta la salud, la
disponibilidad de agua para el consumo, la producción, la generación de energía,
se deteriora el aire y el sustento vital de miles de especies de la fauna
silvestre.
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