Jorge y Carlota, como pareja de esposos, que en los
comienzos habían sido humildes, habían logrado crear el almacén emblemático de
la moda. Era un local de enormes cristales en cuyos estantes exponían muchos
artículos de fina confección de mediados del siglo XX. La ciudadanía se
asombraba de su poder de atracción, de su diversidad. Las gentes admiraban las
vitrinas con pánico en ese palacio del consumo que amenazaba con arrebatarles
su identidad, su estilo de vida y hasta la pasión de sus mujeres. Con
afabilidad les decían: “pasen y vean”.
Bastantes personajes de la vida
social de la ciudad y prósperos protagonistas, iban o enviaban a otros, muchas
veces sus mujeres, a comprar lo que necesitaban. Allí se congregaban, para
adquirir algunos de los mejores perfumes, telas y moda del extranjero. Las
telas, encajes, y todos los artículos para mujer y para hombre ocupaban un
lugar de privilegio. En ese contexto, manipulaban su placer
para arrebatarles su dinero, las tentaban hasta provocarles un furor erótico y
consumista incontrolable y después se deshacían de ellas como de un juguete
roto. Así hasta que tuvieran dinero otra vez y sintiesen la ilusión, y la
necesidad, de caer en la tentación. Dicho esto, ellas no eran las únicas
explotadas, a los padres y maridos les daba
escalofríos un ambiente extraordinario y emocionante que, si les tentaba a
ellos, cómo no iba a tentar a sus hijas y esposas.
En el interior de cada humano, habitan las fuerzas
oscuras del miedo, la cólera y la pasión. Y entre la fuerza incontenible de
estas emociones acontece el crimen. En este contexto, la emoción es entendida
como el lado oscuro de todo ser humano, como oscuridades en el corazón. Un
efecto de esta categorización cultural es que, dado que la fuerza tenebrosa de
nuestras emociones se concibe como un atributo de la condición humana,
cualquiera puede ser asaltado por ellas y merece una comprensión particular de
parte de la sociedad.
De allí que, todo el que haya pasado por un desamor o en palabras
coloquiales "una tusa" sabe que la conciencia y el control mental se
pierden y, dependiendo de la fuerza moral, una persona en ese estado puede
llegar a cometer actos aberrantes contra sí mismo o contra otra persona. El
homicidio es uno de los delitos o crímenes pasionales que ocurren a diario en
todo el mundo. Colombia tiene uno de las tasas de criminalidad más altas, es un
claro ejemplo de cómo el desamor o la tusa puede llegar a los extremos.
Según
cuentan los testigos, Jorge no era un hombre obsesivo con su esposa, hasta el
punto de tener muchas amistades, adquiridas a través del almacén o los
clubes sociales a los que frecuentaban siempre. Los celos nunca fueron la causa de la más
mínima agresión entre la pareja para presumir que pudiera dudar de la fidelidad de su esposa. Los
profesionales en psicología, afirman que los celos son creados por la capacidad
de la misma persona de ser infiel a su pareja, es decir, quien tiene celos es porque sabe
que él ha sido o es o será infiel y esta debilidad la traspasa a su pareja. Eso
no fue nunca un motivo que pudiera sospechar por parte de ninguno de los dos,
ni siquiera como un simple rumor o cotilleo.
La noche estrellada del 20 de
julio, día de la concurrida inauguración del hotel, se presentaba en todo su
esplendor con cumbias, porros y fandangos que constituían
el repertorio de la Orquesta del Caribe, dirigida por Lucho Bermúdez, la más sobresaliente de
la época. Era la edad de oro de la música bailable en Colombia. La inauguración
se vio estremecida por la muerte de un joven médico.
Parecía normal que en semejante
fiestononón se intercambiaran las parejas, absolutamente estaba bien y comprensible que
la esposa de Jorge bailara con otra persona. Al fin y al cabo, bailar es una
actividad divertida que debe compartirse con personas con las que disfrutas
pasando el tiempo. Esa noche era una expresión de alegría y libertad que permitía
a ambos expresarse de forma positiva.
Pero, bailar con otra persona de seguido, pudo haber tenido
repercusiones de largo alcance más allá de los sentimientos inmediatos de
traición que siente la pareja traicionada. Seguramente se desarrolló un patrón
de deshonestidad debido a los continuos incidentes en los que un miembro de la
pareja baila con otra persona; puedo crearse una falta de confianza entre los
miembros de la pareja. Puede significar que ambas partes lucharan con problemas
de comunicación, sentimientos de desconfianza e inseguridad, lo que finalmente
pudo llevar a tomar tan descabellada decisión.
Sin embargo, las investigaciones
judiciales no llegaron al esclarecimiento de la verdad ni pudieron determinar
las razones que dieron lugar al trágico hecho, cuando al son de la “Cumbia
Cienaguera” se puso en contexto la cultura del honor el crimen pasional. Matar
al seductor de las esposas o de las hijas no puede ser una obligación ni una
opción. Finalmente, el arma homicida, una barbera (navaja de afeitar)
ensangrentada apareció encima del brocal de la pila de agua que adornaba el
patio principal.
Un certero navajazo, disección aórtica, produjo
en la victima una hemorragia masiva que acabó con la vida en fracción de
segundos.
Fue uno de los más sonados casos de la mitad del siglo XX que los
periódicos nacional y regional informaron los pormenores de ese escandaloso
crimen pasional. Tanto por la importancia de los implicados y el oscuro asunto
que los motivaba, así como los pergaminos de los juristas que llevaron a cabo
la defensa del acusado. Era como una verdadera obra de teatro, con el desenlace
fatal, envuelto en un evento social con cátedra de derecho penal.
El juicio de Jorge, quedó inscrito
en el derecho penal colombiano, apoyado en el inesperado y exótico razonamiento
de los galenos que reconocieron la inevitabilidad del resultado sangriento en
los agravios al honor masculino.
Civilidad: Cuando bailes con alguien que no es tu pareja, es importante
que respetes su espacio y sus límites.
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