El centenario
ciudadano de cemento de esta narración ha sido un recinto hotelero de mucho
prestigio. Fue en su momento de esplendor, el conjunto conventual más exclusivo
de toda la región. Desde cuando se levantó en el año de 1570, ha tenido una
historia callada, no contada hasta ahora. En su enfoque histórico, hacia 1864, la edificación sufrió
los efectos de la ley de enajenación de bienes de manos muertas y pasó a formar
parte del patrimonio del Estado. Por sus anchos corredores se pasearon juzgados
y todos los archivos de la asamblea departamental hasta el año 1945. Esta joya
histórica y arquitectónica que se encuentra incrustada en el corazón de la
ciudad, fue escenario de un crimen pasional que conmovió a la sociedad.
En la memoria de la infancia, los recuerdos
suelen ser borrosos e inconexos, porque antes de esa edad no tenemos los conocimientos
necesarios para categorizar lo que vivimos y, por ende, no es nada fácil acumular
nuestros recuerdos. Pero el mundo social en que nos movemos, nos otorga el
significado de los actos violentos, de tal forma que el escritor repasa no sólo en
términos de expresión, compartiendo sus pensamientos, sino en términos de
exposición, planteando sus creaciones literarias. Es decir, tratando de hacer
una representación aproximada sobre el papel de los sentimientos y de la
razón. La narración de este caso, es algo que está encerrado en mi interior,
aislado del mundo exterior y de los demás seres humanos por un muro invisible.
Por eso, en esta concepción se emplea como metáfora de la personalidad, la caja
negra, una caja cerrada, en cuyo "interior" se reproducen ciertos
procesos de vida y muerte en la ciudad.
Como este, existen varias historias amorosas pasadas y recientes sobre
la vida sentimental de un pueblo y sobre el carácter de las expresiones emocionales,
muchas de ellas no se cuentan. Acudo entonces, a las narrativas personales para
identificar aquí con nombres supuestos de un acto violento, describiendo su
contexto sociocultural.
Jorge en ese momento tenía 33 años, era de
aspecto juvenil y triste, pero de buena presencia. Era un hombre bien
intencionado, se leía en su rostro una tranquilidad aparente. De su boca tuvimos
la oportunidad de escuchar la historia de su vida, en varias ocasiones, durante
su estadía en la cárcel donde purgaba su condena, sin la presencia de guardias
y durante varias horas. Él pertenecía a una familia de clase media de las capas
sociales rurales, proveniente de algún pueblo del sur. Según registraba su
cédula de identidad, su piel era de color pardo. Relataba que tenía una
condición innata de comerciante, la cual floreció, vendiendo cortes de tela en
una carreta empujada por un ayudante. Bien trajeado, de vestido de paño y
corbata, golpeaba puertas desde muy tempranas horas hasta cuando caía la tarde
para proveer a domicilio telas importadas de fina calidad a domicilio. En
largas jornadas vendía y cobraba hasta llegar a convertirse en un próspero
comerciante ubicado en un céntrico local de la ciudad. Jorge recordaba que, en
la interrelación con la clientela, desde allí, pudo adquirir roce social con miembros de esa clase social
que son distinguibles, por su mayor influencia, poder y riqueza.
Siempre, antes de empezar a describir sus
penas, exclamaba: “cómo puedo mentir sin soy evangélico”. Le temblaba la
barbilla sin retener su emoción, contando que entre sus anhelos primaba tener
solidez económica antes que enfrascarse en una relación sentimental.
Sin
embargo, el destino quiso que, en el umbral de la puerta de sus clientes,
descubriera a su esposa, una señora muy aseñorada, quién ya tenía una pequeña
hija. Carlota se llamaba la señora con
quien arregló su vida. Era elegante de buen vestir con su propio estilo para no
dejarse atropellar por la moda. Era pues, una mujer que se vestía para los
demás; seguramente por eso, el prestigioso almacén que, como producto del
trabajo adquirido en su relación matrimonial, habían logrado convertirlo en el
centro de atracción. La moda era el objetivo para empoderar a
las personas para expresar su identidad a través de la ropa, independientemente
de su género y las marcas. Por aquellos tiempos, corría la voz en la ciudad
para anunciar la exclusividad de ropa fina.
Así que, Jorge y Carlota, como pareja de esposos, que en
los comienzos habían sido humildes, habían logrado crear el almacén emblemático
de la moda. ¡Continuará…!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario