En este
mundo de cambios constantes, las ciudades medianas y pequeñas padecen, la lucha
de David contra Goliat, frente a las grandes metrópolis. Las ciudades como centro
del problema, son el eje de la solución. En este momento, lo primero
que hago es echar la vista atrás para mirar con melancolía los tiempos pasados.
Hay que hacer mucho al respecto. Lo normal es que nuestros pensamientos tiendan
a orbitar alrededor de nuestros errores y de nuestras caídas. Lo más
productivo, aunque también, lo más difícil, es recordar que Popayán, volvió a
levantarse después del 31 de marzo de 1983.
¡Todos deseamos una ciudad ideal! Un
lugar sin contaminación, donde predomine la paz, donde se conserven las esculturas
históricas con años de historia. Donde no haya robos, atracos, secuestros,
asesinatos. ¡Pero no se aterren amables lectores, esa ciudad
ideal, ingeniosa, accesible, compartida, segura y deseable, si existió y se
llamó, la Culta Popayán! Una ciudad que fue construida alrededor
de lugares sagrados; en donde detrás de cada ladrillo o piedra encontramos la
idea de compartir espacio, de la corresponsabilidad, de un sentimiento de
pertenencia colectiva.
La historia
de la ciudad siempre ha estado marcada por nuestro espíritu de superación ante
toda clase de adversidades, y de manera sorprendente, que, a pesar del sufrimiento,
siempre mantuvo valores cívicos. Nuestra mayor virtud, siempre ha sido la de
transformar cada desafío en una oportunidad para resolver, crecer y mejorar. De
allí que, en
la medida de los inmensos desafíos, es pertinente reexaminar los enfoques que los
ciudadanos hemos adoptado hasta ahora, con el fin de robustecer nuevas ideas
para replantear, creando espacios que apoyen el bienestar de los habitantes.
Hay que apoyar para moldear el futuro de una ciudad mejor. Una ciudad
ecológica, con espacios más verdes, más
saludables, más sostenibles e inclusivos. Popayán debe ser una ciudad atrayente,
como lo fue en el pasado con los estudiantes y que, desde luego, anhelamos
seguir siendo, el mejor vividero del mundo, que impulse la calidad de vida del
individuo y del colectivo, con mayores oportunidades para todos.
Aspiramos
a una ciudad ingeniosa, económicamente sostenible. Una ciudad ideal que sea
autosuficiente y circular. Que le dé la bienvenida no solo a los connacionales,
sino también a otros seres sensibles de nuestro planeta, con principios
circulares, circuitos de agua, nutrición, material y energías limpias, utilizando
los desechos como recurso. Una ciudad accesible para la diversidad, la
inclusión y la igualdad, independiente de la edad, la capacidad, la devoción,
la estabilidad financiera, el origen étnico, la orientación sexual, la identidad
de género, u opiniones políticas. En fin, con acceso justo y equitativo a los
servicios urbanos, el empleo, salud, educación, servicios, cultura, negocios,
el ocio, el patrimonio, el deporte y la naturaleza.
Estoy añorando una ciudad compartida con sentido
de comunidad, colaboración y unión. La Popayán deseable en la que sea un placer
estar en ella y con ella. De tal manera que, fomente el lado lúdico de sus
habitantes al promover la curiosidad, el asombro y el descubrimiento. Que fomente
una vida pública vibrante, con acceso a la cultura, el arte y las actividades,
así como espacios públicos atractivos para la relajación, el bienestar y el
aprendizaje. Pienso, en la ciudad soñada para quienes mientras leen estas
líneas, sacudan la cabeza en el convencimiento de que en realidad Popayán
siendo antigua, sigue siendo una ciudad de la actualidad.
Civilidad: Como habitantes somos parte
de la solución en el convencimiento de que frente al egoísmo debe primar la
convivencia y el bienestar de las de todas las personas.
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