Siempre,
se ha dicho que el cambio de miembros del gabinete nacional, departamental o
municipal, es una acción normal. Propia del mandante de turno, de acuerdo a la
autonomía que tienen para poner o quitar funcionarios. Nombrar o des nombrar.
Entonces,
así como se designa, se remueve a estos
empleados y, procede cuando la persona que posee autoridad dispone prescindir
del funcionario, pues, el nominador posee facultad discrecional, permitiéndole dictaminar
libremente sobre el cargo, ya sea confirmando o removiendo al encargado.
Donde cabe la misma razón, cabe la misma disposición. Es decir, que a través de
un acto administrativo se nombra y con otro acto administrativo se releva el
funcionario. Los mandatarios tienen la facultad de quitar o poner a sus
ministros o secretarios. De allí que no cabe la palabra “crisis” del gabinete,
porque el DRA define este vocablo como: “situación difícil de una persona o una cosa”. Y, generalmente a la gente le gusta ver caras
nuevas en los vehículos oficiales.
Dentro
de la organización administrativa de Colombia se consideran los actos
administrativos como decisiones que crean modifican o extinguen situaciones
jurídicas particulares o generales. Así las cosas, hay que recordar que los
actos administrativos son la expresión de la voluntad de la administración, la
cual, produce efectos jurídicos; que en particular cuando son expedidos por la
rama ejecutiva se encuentran en cabeza del presidente, del gobernador o del
alcalde, y, en un segundo lugar siguen los ministros del Despacho, quienes
también, emiten estos actos con el fin de crear, modificar o suprimir
situaciones jurídicas dentro del ámbito de aplicación de cada Ministerio. La experiencia muestra que, en un país como Colombia, los
cambios son indispensables cuando el equipo gubernamental se encuentra en
problemas y necesita ganar el partido porque tiene el marcador en contra.
Los
cambios en el gabinete se pueden dar, porque hay momentos en que las encuestas no
favorecen al mandatario (cuando se tiene una desaprobación alta) y es necesario
dar un giro. Llamémoslo entonces, un “remezón”, cuando se
presentan los primeros cambios en el gabinete
ministerial al poco tiempo del gobierno. Bien podría ser porque el
funcionario no encaja dentro de las políticas del gobierno; porque “no cumple
con los objetivos”; por falta de idoneidad, o por diferencias políticas. Esta última
razón, válida también, para ganar mayor gobernabilidad porque los que salen no
representan cuotas burocráticas. El reacomodo podría ser, ante la cercanía de la temporada electoral, siendo
aconsejable mover varias fichas del ajedrez político. Cualquiera que haya sido el motivo y, si el funcionario
es apartado por alguna de estas razones, poco interesa, pues simplemente el
mandatario determina los cambios según su criterio. Y punto. En todo caso, no
es una novedad que haya cambios en los ministerios o en las secretarías cuando
el mandatario así lo dispone. La novedad sería para los practicantes del
deporte llamado ´gabinetología’ a quienes no se les dio el chance de jugarlo. Así
que, por cuenta de esa realidad, el
mandatario decidió aplicar aquella máxima que dice que: “los ministros son
fusibles a los que hay que reemplazar cuando se queman”.
Civilidad: No se necesita ser un
experto en materia política para comprender que el clima social seguirá
agitado, por cuenta de las reformas consideradas necesarias y desde luego, por
la campaña política que se avecina, que será intensa.
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