Buscar en El Viejo Farol

sábado, 18 de marzo de 2023

Popayán, ciudad inconclusa

 


En el mundo ninguna ciudad, puede decir que ha quedado terminada. Siempre habrá modificaciones, mejoras que hacerle. Popayán no es la excepción, está en reconstrucción, continúa su desarrollo vial con éxito con obras bien ejecutadas. Desde la administración pasada, avanzan las obras, entre ellas, la doble calzada de Bella Vista, reflejando una ciudad más avispada. No cabe duda, el alcalde Juan Carlos López Castrillón, indudablemente, le ha puesto perseverancia, recorriendo los tramos para impulsar el cumplimiento de obras viales por toda la ciudad. Agrada a la población ver los Impuestos convertidos en obras con un interesante modelo de relacionamiento gana-gana entre nación-municipio que alienta la relación con los gobernados.

No es una exageración idealista la ciudad, en las afueras, tiene otro color. Pienso que el blanco de sus paredes nos sitúa en ámbitos de calma, soledad e incertidumbre. Algunas veces, también juzgo que la ausencia del blanco nos trae a colación el vigor y la energía de escenarios populares, la decoración de fachadas, discotecas, los campos deportivos, centros comerciales, restaurantes, bares, entre otros.

Para algunos como yo, es necesario mantener contacto permanente con la ciudad, ya sea recorriéndola, observándola, dejándose permear por la experiencia de sentirla con el cuerpo; captando fragmentos de las múltiples realidades que se encuentran en constante evolución. La ciudad creció, es otra hacia el norte. Circula en mi retina que, ya no se elige como domicilio el centro de la ciudad; que lo ideal es conservar su propio estilo, su identidad de ciudad colonial, de lo que vive Popayán. No es ficción, la ciudad saturada con la disposición de ventorrillos, chucherías, avisos, grafitis y publicidad en sus calles; una vez terminadas las obras,  desaparecerán del núcleo urbano más antiguo de la ciudad.

Todos somos prescindibles y la ciudad seguirá moviéndose con o sin nosotros. Pero, la Ciudad Colonial, no debe desvirtuarse como destino turístico de Colombia. El sino trágico de esos inarmónicos “adefesios” que no edificios, que atentan contra la historia de la ciudad, no debe ser una constante. Quienes amamos la ciudad nos aferramos a las fachadas de valores históricos. Si los dueños del dinero derruyeran las fachadas; si desbastaran las techumbres dando paso a los altos edificios en su afán de “desarrollar” la ciudad. Tal vez, los turistas no volverían a Popayán, por haber perdido su originalidad, su entorno, los bellos portalones con sus antiguos aldabones. No podemos aceptar que las viejas casonas de legendarias historias, pierdan su encanto arquitectónico.

No es tanto la analogía amorosa lo que interesa, sino más bien cómo se compaginan las dos maneras de enfocar la conciencia histórica respecto a la fisonomía arquitectónica de Popayán “santuario de la patria”. Pienso la ciudad desde dos posiciones distintas. La optimista, conservando su belleza diseñada, su vida cultural y su incomparable marco antiguo.  Con un poco de ficción, a modo particular de entender la realidad y de escribir sobre ella: contemplo la nueva Popayán, nerviosa con una tendencia alarmante a sentirse eternamente insatisfecha de sí misma. La ciudad de nuevos habitantes, atractiva, dinámica, enormemente mutante, bajo múltiples máscaras, que alimentan tantas versiones sobre ella misma, surgidas de la propia experiencia de quienes la habitan.  

Civilidad: Ciudad híbrida, género que las grandes ciudades inventaron para narrarse y explicarse a sí mismas.

 

 

  

No hay comentarios.:

Publicar un comentario