Buscar en El Viejo Farol

sábado, 18 de febrero de 2023

Muérganos, sinvergüenzas, granujas, y cínicos

 


Aquellos conductores de cualquier vehículo a sabiendas de que existen normas de tránsito y no las cumplen, se merecen los epítetos del título y diagnóstico de esta columna.  Tiemblo escribiendo estas líneas, pero no de miedo ni de frio, sino de rabia por tanto desamor a Popayán. Además, muy preocupado por la incivilidad en la ciudad.

Muérganos porque al contravenir las normas de tránsito, saben, las consecuencias de pasarse un semáforo en rojo; saben que las cebras y andenes son para uso exclusivo de los peatones: niños, mujeres embarazadas y ancianos.  Están obligados a actualizar el Seguro Obligatorio de Accidentes de Tránsito. Entonces, muérganos porque no cumplen estas normas. La descomposición social no es por desconocimiento, sino por incumplimiento.

Sinvergüenzas quienes en lugares prohibidos y, por largas horas dejan su vehículo mal estacionado. Contravienen el Pico y Placa. Desobedecen a la autoridad de tránsito y, la policía. Sinvergüenzas porque no acatan las leyes de tránsito. Sinvergüenzas porque son causantes del caos vial en Popayán.

Granujas, porque generan desorden en las vías, no porque las normas no existan, pues ellas están escritas y las conocen. Conductores de vehículos motorizados y ciclistas miran hacia otro lado desde el punto de vista legal y, práctico para ellos.

Cínicos al cometer infracciones de tránsito, llevando implícito un significado que trasciende el ámbito de lo social. Pareciera que, aquellos que no respetan la normatividad sienten sensaciones de libertad, creyéndose de una determinada clase especial, ¡atrevidos!

Cínicos, porque se convierten en admiradores de conductores aventureros, apostándole al que más se pasa semáforos en rojo y el que más elude a la autoridad. Todas esas malas actitudes son el común denominador, por cuenta del pésimo servicio público del transporte en la bien amada Popayán. Ese es el estilo de vida, que asumen a cada instante, contra la vida propia y la de los demás. Hemos visto también, señoras muy aseñoradas, utilizando zonas exclusivas para peatones, cumpliéndose aquello del “vivo bobo”. Así mismo, todos los días de Dios, observamos ciclistas y motociclistas sin placas, circulando en contravía, sobre los andenes hechos para los peatones. Taxistas y conductores de busetas parándose en cualquier sitio para alzar o dejar pasajeros, generando trancones y, causando accidentes.

Muérganos, sinvergüenzas, granujas y cínicos, gentes en cadena, que, sin cultura vial, en todas sus formas desacatan las disposiciones legales. Claro, mucho de esta problemática radica en la mala educación proporcionada por los padres, pues, un niño copia lo que ve en su casa. Muérganos desconocedores del peligro, porque quien está al frente de un volante no solo tiene la responsabilidad de movilizar su vehículo automotor para proteger su vida y la de los demás. La actitud personal, para acatar las reglas jurídicas, es una responsabilidad de vida. El conductor respetuoso debe mirar hacia delante y en todas las direcciones, para percatarse del riesgo. Usar las luces direccionales como señales de giro evitando los accidentes de tránsito. Quien conduce un vehículo sabe que, en manos de él, está su seguridad y la de los demás, entre los que podrían estar sus familiares.

Esta no es una crítica a los habitantes de Popayán, sino un trabajo de conciencia sobre cómo podríamos recuperar el sentido de pertenencia para mejorar nuestra convivencia sin tener detrás un guarda o policía de tránsito para que nos sancione.

Civilidad:  Urge en Popayán, campañas de civismo, porque sus habitantes extraviaron la Urbanidad, los buenos modales y la educación cívica.

 

.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario