Después
de cuarenta años, Oliva Esperanza Polanco Flórez, cierra su taller frente al
Hotel Monasterio. Nos tenía acostumbrados a ese referente tan importante de admirar
la producción de objetos de cerámica de sus laboriosas manos, utilizando el
barro que marcó etapas históricas en Popayán. Varios motivos obligaron a la
ceramista a tomar la decisión de trasladar el taller a su apartamento para
continuar elaborando y comercializando sus bellísimas creaciones. Desde allí
continúa construyendo piezas a través del estirado de la pasta en rollos,
placas o bolas de arcilla.
No es fácil hacerse
ceramista en Popayán, pues implica asumir ciertas prácticas cotidianas que son
diferentes a los caminos convencionales de otras profesiones. Ejercer la
artesanía obliga a tener una economía más humana, razonable y mucho más
respetuosa con la vida misma. Pero ello, ha beneficiado la salud física y
mental de Oliva Esperanza Polanco Flórez.
Los
procesos de trabajo para transformar el barro en cerámicas se dan gracias a la
arcilla que se consigue en el entorno (Pueblillo, Yanaconas). El modelado, siendo
una técnica
muy básica, necesita de cierta
experimentación inicial para diseñar
objetos y figuras de cierto
tamaño.
Esperanza, cuenta que su conocimiento está ligado mucho al vínculo
con la cultura europea. “El arte siempre estuvo presente, desde mi infancia. Estudié
diseño y me di cuenta de que todos mis proyectos siempre llegaban a este
material, así que decidí estudiarla”. Motivada por la curiosidad y la pasión,
estudió las técnicas de la cerámica viajando por distintos lugares, entre
ellos: El país vasco, Alemania, Paris. En su mágico recorrido
por los principales lugares del mundo en los que artesanos transformaban el
barro con sus manos imprimiéndoles toda su creatividad, logró incrementar no
solo sus conocimientos sino descubrir, su eterno y apasionado oficio en su
forma de concebir lo que es la cerámica.
En 1983 época del
terremoto, dijo: “yo quiero hacer algo por Popayán y, mi amor por esta tierra,
me hizo regresar para estar cerca de los míos y para montar mi taller. Aprendí que una cosa es saber de manera científica y otra, es
saber a partir de la experiencia real. Después de estudiar la cerámica desde
diversos enfoques, recordé que, en Popayán, se encontraban muchos materiales y
todo lo necesario para trabajarla, así que abrí mi taller”
Con
su experiencia en talleres europeos y, utilizando la materia prima de esta
actividad: barro/arcilla y con la principal herramienta de sus benditas manos como
auténtica artesana, le imprimió la marca propia en una placa en cerámica
gravada con un sol para las casas reconstruidas con créditos del Banco Central
Hipotecario.
Sin duda, la arcilla en
manos de Esperanza se vuelve arte. Es una artista, con mucho talento y dedicación. Requiere de mucha
consagración, tiempo y paciencia, y eso la mantiene activa. Pero, lo que más le
preocupa, “es que el taller no siga después de mí”.
Cuánta razón
tiene, Popayán, tuvo excelentes alfareros ceramistas, uno de ellos, el señor
Villota, apodado “barba roja”, ni qué decir de la fábrica Alcora, bajo la
dirección del español Fructuoso del Rio, convirtiendo diferentes arcillas: roja, terracota, loza y porcelana, en fabricación
de hermosas vajillas sin nada que envidiarles a piezas de porcelana China, ¡lástima
grande que todo ello, se quedó en el recuerdo!
Ojalá que, el
Ministerio de Cultura y las oficinas de cultura departamental y municipal, le
devolvieran el lugar que tenía hace algún tiempo la cerámica en la cultura
popular tradicional payanesa; sin duda todo un patrimonio de la amada Popayán.
Y que, a Esperanza Polanco, le llovieran las ofertas de trabajo como docente de
una asignatura relacionada con la cerámica, porque ella, le ha dedicado toda su
vida a la
artesanía y, para proyectar sus conocimientos a las nuevas generaciones.
Civilidad: Los saberes ausentes no se
pueden ignorar en la vida presente de la comunidad payanesa.
Esperanza es hermana de Margarita Polanco ?
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