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domingo, 26 de junio de 2022

Amo a mi ciudad

 


El amor vive en mí por tener el privilegio de haber nacido y pasado toda mi vida en esta amada ciudad, reconocida por la calidez de sus gentes. Esta blanca villa de puertas abiertas reconocida como noble y culta ciudad, donde es frecuente y común para quienes vivimos en esta parte del país, saludar y despedirse con familiaridad: “Cuándo llegaste, cuándo te vas”. Su clima envidiable, El clima es generalmente tan suave (a excepción de este invierno que ha sido muy frío). Sus mujeres, sencillamente divinas. Su entorno, sus ríos, sus montañas. La alegría de sus gentes. La comida, sus sabores y exquisiteces. En fin, muchas cosas que hacen la ciudad encantadora.

No obstante, me detengo a pensar en ¿Qué tanto lo que puede ser un comportamiento cultural positivo, se ha convertido simplemente en un acto automático y carente de su verdadera esencia? En nuestro actuar diario, alrededor del 97% de nuestras ejecuciones se dan en el plano de la metaconsciencia, que, por definición, sería la “conciencia más allá de la conciencia” y dentro de este porcentaje, cada vez con mayor frecuencia se encuentra la palabra gracias y la acción de valor que le antecede. Dar las gracias es la manera en la que los seres humanos manifestamos de manera abierta y sincera nuestra gratitud, esa formidable emoción que implica tomar consciencia de las cosas buenas que recibimos, apreciarlas dándoles valor y, por lo tanto, reconocerlas a quien nos las brinda, ¡ciertamente la gratitud nos hace más humanos! La gratitud entonces, beneficia tanto a quien la recibe, como a quien la manifiesta. A diferencia de otras emociones, la gratitud a Popayán, no aparece como un impulso simplemente. La gratitud que se deriva del amor como emoción primaria, exige que la persona cuente con un fuerte sistema de valores éticos, en donde los conceptos de dar y recibir desinteresadamente estén plenamente desarrollados, además de una renuncia a la postura egocéntrica frente a la vida, en la que algunos creen merecerlo todo por el simple hecho de existir. La gratitud no es propia de jóvenes y adultos que han vivido en el exceso de gratificaciones, razón por la cual, no han aprendido a valorar lo que otros les aportan y menos aún, valorar las pequeñas grandes cosas de la vida, como un amanecer, el saludo amoroso y desinteresado de una mascota o un abrazo entre miles más.

Las personas que practican la gratitud se tornan más optimistas y se sienten más complacidas con su vida, logrando una mayor conexión afectiva con otros; en los adolescentes está vinculada al sentirse a gusto con la vida, ser más optimistas y tener la capacidad de establecer mejores redes sociales.

Hay muchas herramientas disponibles para expresar la gratitud a la ciudad, como estar atento a los pequeños detalles cotidianos y, ser más proclives a evidenciar lo bueno de lo malo, y claro, pronunciar con mayor frecuencia la palabra gracias. Como amo a mi ciudad, acostumbro al finalizar cada día, para de manera consciente, identificar y anotar las cosas por las que podría dar gracias ese día. Identifico momentos, eventos, personas o experiencias que fueron positivas y valiosas que voy anotando en mi “Diario de la gratitud”. Ello me ayuda a enfocar la atención en los eventos positivos y situaciones amables y no en los negativos. Este simple acto, incrementa de manera drástica la producción de serotonina un poderoso neurotransmisor asociado a la felicidad y el bienestar. A partir de allí, incremento mi nivel de gratitud con pequeños detalles en el día, la palabra gracias, lo hago de manera consciente dándole el valor que esta se merece. Definitivamente ser grato, es una de las emociones más poderosas que podemos poner en práctica a diario. Desde luego, hay cosas que me molestan: La gente que no respeta. Mucha rumba y mucho ruido en las noches. La falta de educación en muchos aspectos, especialmente el relacionado con el tránsito. Es un caos. La inseguridad ciudadana. Lamentablemente existe mucha pobreza y donde hay pobreza hay inseguridad.

Civilidad: El concepto de ciudadano, en la actualidad, esta relación se encuentra en erosión.

 

 

 

 


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