El estilo de las
anécdotas históricas, no es un genero menor. En mi caso, que no soy
historiador, como aficcionado, me propongo acercar la historia. Por ello, en
pequeñas pildoras en este escrito, concentro una información sobre hechos y
personajes como coleccionista de anécdotas históricas de hace muchas décadas. Como
columnista cuento a la gente cosas que
le pasa a la gente; lo que me lleva a narrar estos hechos de mucho tiempo
atrás.
Mi relato se inicia un
día cualquiera de 1949, época de la violencia política que estremecia a Colombia. Período que se dio durante el siglo XX, en que hubo
confrontaciones entre seguidores del Partido Liberal y el Partido Conservador que, sin haberse declarado una guerra civil, se caracterizó por ser extremadamente violento, incluyendo
asesinatos, agresiones, persecuciones, destrucción de la propiedad privada y
terrorismo por la afiliación política.
En esos aciagos días, viajaban el doctor Francisco José Chaux
Ferrer, su esposa Leonor Villamil de Chaux, y un niño de apenas seis años, en el
automovil, conducido por Leonel Guzmán.
Habían salido de regreso de su finca “Elechaux” hacia la ciudad de
Popayán. Al pasar un poco más adelante del “paso a nivel” que en
aquella época era el cruce o intersección al mismo nivel de la vía férrea
(ferrocarril del Pacífico) y la carretera (donde hoy desemboca la calle de la
iglesia la “Milagrosa”, frente al Hospital San José) Allí en ese lugar, donde
tenía prioridad el tren, apareció embistiendo
con la fuerza de inercia al automovil, una enorme volqueta de color amarillo, marcadas
las puertas con las siglas MOP, abreviando
Ministerio de Obras Publicas y no Mariano Ospina Pérez, que era el presidente
de Colombia de aquel entonces.
La ferocidad y altanería del conductor oficial, de apellido
Palta, quedaron marcados en la arrugada memoria, de manera irrevocable como un
atentado contra la figura más destacada durante muchos años. Era, contra el
jefe, no solo regional sino nacional del partido liberal. Gozaba el Dr.
Francisco José Chaux Ferrer, de una figura imponente, don de gente, con una
vida muy activa en la política, acompañado en todo momento de gran señorío;
gestor de leyes que dieron paso al periodo progresista a Colombia. Se trataba
de un intelectual, instruido no solo en temas de la política, sino en
literatura e historia universal. En síntesis, un hombre de talla presidencial.
Por eso en esa maldita hora, veo a los personajes del
accidente automovilistico. Al agresor blandiendo un puñal, desenfrenado, en estado
de ebriedad y, perdida la conciencia, ofendiendo con expresiones de alto
calibre al Dr. Francisco José Chaux, quien con coraje y sin ausencia de miedo; como
todo un señor, sin perder la calma, mantuvo pie firme, sin caer en el insulto.
Fue tal la agresión, que hizo descender del vehículo a la respetable
señora Leonor Villamil de Chaux, quien armada de valor, arriesgando su propia
vida, retó al provocador, disuadiéndolo de amenazar a su esposo para que el
daño fuera para ella.
Civilidad: Toda historia de manera personal, se convierte en una
experiencia compartida.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario