No sabemos cuántos taxis, buses,
busetas, camiones de servicio público, ni cuántos vehículos particulares, hay
en promedio por habitante, para saber de buena tinta el despelote del flujo
automotor en esta Bella Villa de Don Sebastián de Belalcázar. Pero,
se nota, que hay exceso vehículos para tan angostas calles. La ciudad no fue
ideada para el tráfico vehicular que hoy circula. Hay descompensación entre el espacio dedicado a los vehículos y
el número de usuarios de vehículos. Los carros aumentaron
rápidamente, en tanto que la las vías son las mismas. Además, las estrecharon, para
beneficio de los de a pié, pero insensatos conductores sin control, aparcan donde
les da la real…
La situación se agrava por la irresponsable
actitud de conductores de servicio público, particular y de camionetas
blindadas oficiales que, en contorno al parque de Caldas, se estacionan durante
horas y horas.
Capítulo aparte merecen las motocicletas que se han convertido en la
mayor causa de accidentes de tránsito y de muertos en la vía. En Popayán, la muerte viaja en moto y, lo más preocupante es que cada día se
incrementa sin que las autoridades hayan podido reglamentar este medio de
transporte. El crecimiento casi exponencial de las motos, nace de los pocos
requisitos y controles a la hora de montarse en un aparato de esos. Además, se disparó la demanda de motos que amenaza la seguridad y
la salud de los payaneses por la falta de controles y, porque el servicio de taxis
y colectivos, es pésimo. El ingrediente que
saca de quicio a los usuarios es que, los taxistas se
“pinchan”, haciéndose rogar cuando llueve, volviéndose inconseguibles. Y, en buen
tiempo, ruedan, voltean, estorbando por doquier; en ocasiones se niegan a
prestar el servicio para los habitantes residentes en barrios periféricos.
Grave el problema del mal parqueo de
vehículos en las calles de la ciudad. Es un “mal” que no tiene cura. A
cualquier hora y en toda la ciudad, perturban a los transeúntes al tener que
bajarse del andén arriesgando sus vidas. Estacionan vehículos al lado y lado de
la vía y en zonas peatonales, porque teniendo dinero para comprar sus vehículos,
no tienen para pagar parqueaderos públicos.
Popayán se convirtió en el más grande
parqueadero de Colombia. Por ello, la “Ciudad Blanca”, es un despelote, no solo
en el centro histórico. Por todas partes, calles y avenidas, hay inconformidad
entre la ciudadanía. Es tanto el estrés
y la angustia para circular que, ya empiezan a ver con buenos ojos la medida de
peatonalizar la ciudad, a fin de aliviar la triste realidad. En Popayán se vive el problema común de:
congestión, contaminación, pérdida de identidad del marco histórico, ruido,
problemas de seguridad vial y costos de congestión, que se traducen en tiempo y
dinero. Lo anterior, obliga a realizar intervenciones de peatonalización
permanentes o temporales, permitiendo que el espacio ocupado por los vehículos
sea habilitado para el paso de peatones.
Por último, como los
comportamientos de las personas tienen una base cultural, es necesario realizar
cruzadas para enseñar que, dentro de la corresponsabilidad, el comportamiento
personal se identifica como parte de la solución.
Civilidad: Peatonalizar, es motivo de reacciones,
desde la aceptación absoluta hasta el rechazo, pero explicando y aplicando
medidas que conduzcan a una movilidad sostenible, será posible.
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