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martes, 18 de junio de 2019

Desde las alturas de la Corte





Desde las alturas de la Corte


Colombia ya no es oficialmente el país del Sagrado Corazón de Jesús, porque la Honorable Corte Constitucional precisó que iba contra de la libertad de cultos y la igualdad, fallando en contra de las mayorías innegables de la fe católica.  Colombia hoy tiene más de 3.600 iglesias explotando la fe.

 Es la misma Corte que acaba de fallar en contra del artículo 33 y 140 de la ley 1801 de 2016 del Código de Policía Nacional, que establece la prohibición de consumo de alcohol o sustancias psicoactivas en espacio público, normativa con la que el presidente Iván Duque pretendía acabar el consumo de droga en el territorio nacional y que en su momento fue criticado. Respetamos las decisiones de las altas Cortes, gústenos o no, porque aprendimos en la juventud a respetar las instituciones y las ramas del poder: ejecutivo, legislativo y judicial, y en la vejez a defenderlas. Pero, ello no me impide como ciudadano crítico, registrar mi punto de vista.  
El cargo principal de la demandante, consiste en que hay una vulneración de los derechos constitucionales previstos en la Constitución Nacional en los artículos 16, que prevé en libre desarrollo de la personalidad, que dispone el derecho colectivo al uso común del espacio público. Esta absurda hipótesis, no fue descabellada para los magistrados del alto tribunal, decidiendo tumbar tales normativas, afirmando: “La Corte encuentra que esta prohibición del Código Nacional de Policía no es razonable (…) invierte el principio de libertad e incluye en la prohibición casos para los que no es idóneo, puesto que no hay ni siquiera riesgo de que se afecte los bienes protegidos, porque existen otros medios de la policía para lograr los mismos fines”.
Así que, la Corte Constitucional no le dio un golpe a la política del Gobierno, que buscaba ponerle freno al consumo de drogas en las calles. A quien le propinó un duro tiestazo fue a la sociedad civil. Sociedad civil que incluye a niños, jóvenes, mujeres, tercera edad, periodistas, deportistas, amas de casa, obreros, empresarios, campesinos, maestros, estudiantes, académicos, cooperativistas, o sea, comunidad en general. La Corte se salió de madre, al fallar a favor de las minorías y en contra de las mayorías.
Afectaron a quienes nos sometemos al imperio de la Constitución y la ley, a quienes todavía creemos que uno de los pilares de la democracia constitucional moderna es la independencia judicial. Le dieron la espalda a la sociedad, desviando a los usuarios de las canchas sintéticas, a los niños y jóvenes que no pueden utilizarlas, porque desde sus alturas, no alcanzan a divisar que, en escenarios deportivos y, en el parque de Caldas, -sala de recibo de Popayán- ahora son templos para drogadictos. Tampoco, vecinos de otros parques de Popayán no podrán congregarse en las noches a charlar por temor a ser atracados y ver a los malos referentes, a los consumidores de alucinógenos. Y, el puente del “Humilladero” continuará convertido en el club del incienso exclusivo para viciosos autorizados por la Corte.   
Civilidad: Constitución colombiana, colcha de retazos convertida en un “código funesto” con fallos “progresistas” que descuadernan al país ¿Hacia dónde vamos?

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