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sábado, 31 de agosto de 2024

Y de los andenes qué...

 


Antiguamente en Popayán sus calles eran empedradas, pero tenían una franja pavimentada y elevada a ambos lados, junto al paramento de las casas para el uso de las personas que andaban de a píe, de allí su nombre “andén”.  Hoy, no existe regulación que estipule unas características mínimas con la finalidad de reservar el acceso y uso seguro para el “respetable público”.  La consecuencia de excluir al peatón del andén, al no tener un recorrido continuo y seguro para caminar, es terminar usando la calle, con serios riesgos para la vida.

¡Cultura ciudadana, cosa del pasado! El corazón de la ciudad, invadido de actividades que impiden el paso.   No hay por donde caminar, no hay defensores de la norma cívica para la senda peatonal.  Los derechos y obligaciones, para peatones y, conductores no aplican. La norma indica, que si un peatón cruza por el paso (cebras) de peatones, tiene la preferencia y, en el caso de que haya atropello, la culpa es del vehículo. Autoridad y señalética inexistentes.  

 

Quienes se aprovechan de los andenes, en virtud de la norma del respeto al trabajo, son otros. Protegidos a más no decir; para ellos, la autoridad es competente. No existen políticas innovadoras, buscando la posibilidad de integrar actividades diversas. La “actividad de subsistencia”, se tomó andenes, calles y lugares públicos ofreciendo y vendiendo mercaderías, ubicados en cualquier lugar. Popayán podría ser más hermosa, amable, organizada y respetada por todos los que vivimos en ella. ¡Lástima, no es así!  Las malas rutinas se volvieron ley. Por eso, “a pan duro, diente duro”, aforismo que indica la determinación que hay optar para superar las causas difíciles.

 

Estamos fregados con “J” con los bloqueos de la Panamericana, pero en la ciudad sucede lo mismo. No hay libertad de locomoción. La informalidad de usos múltiples, gira en torno a los comerciantes estacionarios, presumiendo la legitimidad. Ante la necesidad sentida del trabajo, hace que se apropien en forma activa de los andenes o aceras para revender baratijas o artículos. Ofrecen, venden, funcionan, llevando a cabo negocios, vendiendo comidas o chucherías, en carruajes de empuje, estantes, mostradores, mesas, carros, vitrinas, u otro transporte no motorizado. Colocan hasta parasoles, en los andenes que son de uso público para transeúntes.  Los andenes, además del uso indebido, son trampas mortales. Hay que abrir bien los ojos para no caer de bruces por las tapas y tapotas salientes que obstaculizan el andar.  Ante semejante desorden, la administración municipal, está obligada a diseñar planes, proyectos y programas destinados a mejorar la calidad de vida de los vendedores informales y también, a la recuperación del espacio público.  

Señor alcalde, Juan Carlos Muñoz, la lucha social y política sobre el uso de andenes, debe ser resuelta, sin la excusa del difícil intento por prohibir actividades controversiales, confundiendo la concepción del espacio público.  Existen normas precisas que explican que aceras o andenes son el espacio público destinado al tránsito de peatones y que, su usurpación, es una infracción que conlleva multas. Señor alcalde, que suene su voz haciéndolas cumplir. No puede ser letra muerta, el artículo 82 de la Constitución Política, que dice: … “corresponde al Estado, velar por la integridad del espacio público y por su destinación al uso común, el cual prevalece sobre el interés particular". Señor alcalde, usted ofreció: “Rescatar a Popayán”.

Civilidad: Defender el estilo de Popayán, con verdadero amor, que no sea solo palabras elusivas. Recuperar también, la cultura ciudadana, antigua e insobornable.

 

 

sábado, 24 de agosto de 2024

Una cosa es con guitarra, y otra con violín


 

El título, es una frase popular muy cierta que tomo para este escrito. Me valgo de ella para explicar el cambio de actitud que experimentan las personas cuando ascienden a un cargo gubernamental. Generalmente, ganan elecciones para obtener el cargo político, mintiendo, haciendo promesas. Venden sueños y esperanzas… para luego, incumplir. Porque una cosa es lo ideal y otra es lo posible, la realidad. Se promete para llegar y, después de llegar, incumplir lo prometido. Entonces, quedan debiendo a cada santo una vela.

En el caso que hoy nos ocupa, después de leer, la cascada de dificultades y problemas que afectan a Popayán, que con retrovisor reveló el alcalde Juan Carlos Muñoz Bravo, a quien respeto como persona y, por la dignidad que representa. Pero, el respeto como valor moral, no me impide cantar en voz baja las tristezas de mi ciudad. Opino que, si el alcalde no corrige el rumbo, puede terminar estropeado.  Quizás, si se hubiera enterado de la situación del municipio, hubiera preferido seguir administrando sus droguerías y no en la cosa pública, porque, una cosa es con guitarra, y otra cosa es con violín.

Pasó la campaña y, otra se avecina. Colombia, echando chispas en medio de escándalos. Y, Popayán, saltando matojos con la cascada de notorios retos: las cuentas por pagar del municipio, alcanzan el billón de pesos a punto de ser embargado o amparado en la Ley 550. Popayán es Popayán, lo demás son deudas. La inseguridad, la problemática de las basuras. De 10 vehículos circulando en la ciudad, 8 tienen placas de otras ciudades. Esta Villa, amante de los vehículos, con más coches que habitantes; de allí la serie de circunstancias específicas que agravan la congestión vial; el desequilibrio financiero, ingresos inferiores a los gastos; nivel de desempleo 14.1 %; la mitad de los pobladores de la ciudad son desplazados; Las vías de hecho en la Panamericana con 50 bloqueos hasta hoy, afectan la inversión en la ciudad. Cada alcalde es dueño de su miedo. ¡Bienaventurados los mansos, porque los capan parados!

Todas estas dificultades afectan las gestiones y gobernabilidad del alcalde que solicita parasol para la época ardiente y paraguas para la lluvia y la tormenta.  Ante esto, debemos hacer un “compás de espera” buscándole la comba al palo hasta conocer los resultados de las próximas elecciones. Cada día trae su afán y basta para cada día su propio mal. Por ahora y, para no dejar a las huestes con los crespos hechos, usar el “zafacón”, zafándose de las promesas, pues la política es el arte de la conveniencia con la catarata de anuncios, nada más. Porque, en la vida como en un gobierno local, “una cosa es con guitarra y otra, muy diferente, es con violín”.

La ciudad abandonada a su suerte. La desteñida bandera aún ondea en algún edificio en Popayán. El parque central, otrora “sala de recibo”, entregado al uso y el abuso con cortesía de sombrero. Con la ¿solución salomónica poniéndose el delantal? hasta el Sabio Caldas desconfía. El sabio no suda, piensa, dando rienda suelta a la imaginación ante el calor de las cocinas de gas. Bellas joyas arquitectónicas, como en antaño (1930) ocultas con carpas. Su entorno con el trajín de pesadas cargas se resquebraja. La arboleda desvencijada, se resiste y muere de pie.

Civilidad: De corazón, queremos y deseamos, que al alcalde Juan Carlos Muñoz, le vaya muy bien, porque a si mismo le va a Popayán.  

 

 

 

 

 

sábado, 17 de agosto de 2024

Preservar el Parque de Caldas


 

"Una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa". Cada loco con su tema. Aquí voy con el mío, buscando amparo al patrimonio colectivo, opinando sobre este asunto que riega mucha tinta. Nadie ama a Popayán porque sea grande, sino porque es nuestra. Hermoso servirla con hechos, y no es absurdo servirla con palabras.

Ladran a la luna y se equivocan de cabo a rabo quienes insinúan que le tiran piedras o que se pretende bloquear el XXII Congreso Gastronómico. Cójanle dobladillo a la lengua, porque cada que amanece el número de bobos crece. No es contra el evento económico y cultural. Échenle carne y cebolla, pero también, échenle amor a la olla.

¡Cálmese ventarrón que llegó la brisa! Coman de su propio cocinado, porque con exceso de razón, salió un respetable grupo con conciencia ciudadana a defender el Parque de Caldas, pegando en la cabeza de la puntilla y en el clavo del esclavo, mediante una instancia judicial. Dando la cara, con puño y letra firman pidiendo protección del parque.  Razón tienen: otro año más entregando gratuito “el pulmón de la ciudad” para pisotearlo sin invertirle un solo peso, en tanto, las arcas municipales vacías. De buenas intenciones está empedrado el infierno. Después del gusto viene el disgusto. Hay que asumir la responsabilidad de lo que pasa en nuestra ciudad. Y si los que tenemos voz,  no la alzamos en contra del trato que recibe Popayán, luego lloraremos lástimas.

De la arboleda pública hacen leña, la municipalidad en la mala. Sin titubeos, atraviesa una crisis financiera. Don Sabio Caldas, abandonado, indolentes sin conciencia destrozan el patrimonio ambiental. Cualesquiera sean las condiciones externas actuales, el gobierno municipal debe seguir funcionando, debe tomar decisiones de gobierno. Amorosos con Popayán llenos de júbilo, celebraron la inicial determinación del timonel para que el parque Caldas, este año no fuera escenario del XXII Congreso Gastronómico. Incomprensible que la corporación, 22 años después, no haya conseguido otro lugar apropiado para sus eventos. Pero, ¡oh!  alcalde, truncó el regocijo reculando la justa decisión de proteger el parque, que como en todas las ciudades del mundo están dispuestos para ser espacios amables, limpios, destinados a la recreación y el esparcimiento de la ciudadanía. Es decir, sitios públicos por excelencia, en donde sea posible acercarse a la naturaleza y con las demás personas (niños, ancianos, mujeres) que demandan posibilidades de entretenimiento sano que permita renovar energías y disipar el agobio del trabajo o del encierro hogareño.  Sin embargo, Popayán debe extender su generosa mano al encuentro de cocinas de sabores y saberes, en otros sitios, como las amplias plazoletas en cemento: Tomás Cipriano de Mosquera y Carlos Alban.

Largo sería contar las válidas razones luchando por la preservación del parque Caldas donde se dan muchas garantías para fines económicos brindados en toda su dimensión. Por ello, alabo el valor y la conciencia cívica de los firmantes, al suplicar una acción judicial que se ocupe de manera prioritaria de la recuperación del parque, hoy al garete, al cambiarle el uso a la “sala de recibo”, convirtiéndola   en la cocina de Popayán.  

Amantes de la ciudad, no pueden sellar sus labios desconociendo que el Consejo de Estado tiene varias sentencias en donde hace llamados muy concretos para que las autoridades garanticen esos derechos de los ciudadanos en los sitios que son patrimonio de la comunidad en general.

Civilidad: Cada cosa en su lugar. Y un sitio para cada cosa.

 

 

sábado, 10 de agosto de 2024

Las mentiras de siempre

 


La mentira es tan vieja como el hombre mismo. Habita en su naturaleza. Ha existido siempre y, obedece a la tentación de persuadir o manipular a otros con un fin. En principio, digamos en favor de los intereses particulares del mentiroso o del grupo al que pertenece. A continuación, comparto algunas frases sobre la mentira, invitando a reflexionar sobre ello.

Solo un rato más… y nos vamos en 10 minutos; ¡No me vuelvo a tomar un trago en la vida!; Es que el ‘profe´ me la tiene montada; Perdimos por culpa del árbitro; Pero, si cuando pasé el semáforo estaba en amarillo; Paga tú que mañana te devuelvo; Cuando yo quiera, puedo dejar de fumar; No sé… se cayó sólo y se rompió; ¡Pero si yo estudié esta vez!; Tranquila, no se lo voy a contar a nadie; El lunes empiezo la dieta; No me estrellé, me estrellaron… la culpa la tuvo el otro; Llámame por favor en cinco minutos, es que estoy en una reunión; Yo tengo un amigo al que también le pasó; Si mamá, es que me voy a quedar a dormir en casa de una amiga; Vete tranquilo que yo te la cuido; Me gustaste desde la primera vez que te vi; ¡Nunca te voy a olvidar! ; Dame tiempo.. es que tengo que aclarar mis ideas; ¡Siempre te voy a querer!; Igual, podemos seguir siendo amigos, ¿no?; A ella la veo como una amiga, nada más; ¡Qué coincidencia!, en este instante te iba a llamar; Te juro, se me perdió tu teléfono; No me lo vas a creer, pero justo en este instante estaba pensando en ti; Te estaba llamando, pero tu teléfono sonaba ocupado; ¡No escuché cuando sonó el celular!; No te respondí a tiempo porque tenía el celular en modo de avión; 

Se me perdió tu e-mail ¿me lo das de nuevo, porfis?

La mentira es una forma de “escapar” de algún modo de la realidad. Llamamos mentiras piadosas a la afirmación falsa dicha con la intención de favorecer.  Es posible, con el objetivo de tratar de hacer más digerible una verdad para causar el menor daño posible. La utilizamos simplemente para evitar disgustos innecesarios o actitudes que pueden ser desagradables para alguien. En política, se dice que es noble porque es asociada con la falsedad de los gobernantes destinada a preservar la armonía social. 

En fin, todos mentimos en más de una ocasión, aunque no lo reconozcamos. Para bien o para mal, cada día decimos alguna mentira que, si bien puede que sea piadosa, blanca o bien intencionada, no deja de ser para comunicar una información que no es real. Las mentiras de los políticos no son un error, es su método. Lingüísticamente hablando, mentir es una transgresión de la comunicación, puesto que decimos una información que no se corresponde a la realidad. Cuesta trabajo reconocerlo, pero mentir es parte de la condición humana. No reconocerlo es de por sí, una mentira. Poseemos el don de comunicarnos mediante palabras y, sirven para engañar a través de ellas. Mentir consiste en transmitir informaciones no ciertas.  Pero, no todos mentimos de la misma manera, ni lo hacemos con la misma intención. Ello depende del contexto, puede que digamos una mentira de forma deliberada, con malas intenciones, o sin siquiera darnos cuenta de que hemos dicho una.

Civilidad: De vez en cuando hay que decir la verdad para que cuando mintamos nos crean.

 

 

sábado, 3 de agosto de 2024

Reviviendo la historia

 



Sin duda alguna, el 7 de agosto, es una fecha para rememorar el poder de un ideal, de una convicción, del coraje y la lucha de esos los hombres y mujeres que pelearon entregando sus vidas por la independencia de Colombia. Por esos valientes guerreros, hoy podemos gritar a los cuatro vientos que orgullosamente por tradición,  somos colombianos y libres.

El 7 de agosto, evocamos la Batalla de Boyacá, honrando la rica historia y la valiosa comunidad afrocolombiana en la lucha por la independencia y la construcción de Colombia como nación. Cómo no reconocer a la raza afrocolombiana, reafirmando la gratitud por su participación en el campo de batalla y, como no celebrar las hazañas de lideres y combatientes (criollos, mulatos, mestizos, zambos, indígenas y negros) que contribuyeron en ese suceso histórico en la búsqueda de la libertad y la igualdad en nuestro país. Su participación no solo fue fundamental en el campo de batalla, sino que también sirvió para que la sociedad en general, batallara por la abolición de la esclavitud en una Colombia más inclusiva y equitativa.

Esta nueva conmemoración sirve para reflexionar sobre el hecho de que nuestra historia no habría sido posible sin la valentía y la dedicación de los combatientes que participaron en la lucha por la independencia. La Batalla de Boyacá fue una victoria colectiva, en la que hombres y mujeres de diversas etnias y culturas se unieron para forjar un camino hacia la libertad.  La victoria contundente se consiguió, bajo el mando de Simón Bolívar en el Puente de Boyacá. En ese monumento representativo de los héroes, se marcó no solo el punto final de las disputas guerreristas, sino que fijó el triunfo independentista de Colombia. Esa batalla en el puente Boyacá, es de gran importancia histórica porque confirmó el rumbo trazado el día 20 de julio de 1810 para liberarnos del imperio español con la caída del Virreinato de la Nueva Granada.

Fueron varios días de conformación de la Campaña Libertadora, trazando la estrategia de Bolívar, determinando que debían tomar por sorpresa al ejército realista al momento de pasar por el río Teatinos para dirigirse a Santafé, donde estaría a salvo de los ataques patriotas. Así que, bajo el mando de Simón Bolívar, Francisco de Paula Santander y José Antonio Anzoátegui y, la tropa patriota conformada por 2.850 combatientes atacó con fiereza al ejército realista que contaba con 2.670 soldados al mando del coronel José María Barreiro. El combate duró más de seis horas, en la que la tropa libertadora se llevó la victoria, logrando la rendición de los españoles, que fueron tomados como prisioneros.  Allí al ser prisionero, el español coronel Barreiro trató de sobornar al soldado preadolescente neogranadino de 15 años, con una bolsa con monedas de oro para que lo dejara huir. Pero el leal y patriota soldado, llamado Pedro Pascacio Martínez, se negó y junto a otro soldado conocido como Negro José, no solo capturaron al comandante del ejército enemigo José María Barreiro, sino que entregaron el prisionero al propio Simón Bolívar. Al tener conocimiento de semejante derrota realista, el virrey Juan Sámano huyó de Santafé, ciudad que quedó bajo el mando de los criollos. Así fue que esa gesta libertadora en el Puente de Boyacá, marcó el paso definitivo a nuestra independencia.   

Civilidad:  Por semejante lucha libertaria, los colombianos orgullosos revivimos la ruta libertadora izando el pabellón tricolor el 7 de agosto de cada año.