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sábado, 1 de mayo de 2021

El Amo



 

“Vino de la esperanza que alienta en todos los pechos y llegó por medio de la fe que nos trajera España. Como a colonial se le llama El Amo, pero no es, como lo fueron los amos blancos, ni déspota, ni rico, ni aristócrata, ni explotador. No es tampoco el jefe en lo político pues si los liberales lo llaman suyo, los conservadores dicen otro tanto. Su morada no se alza en calles orgullosas, sino se emplaza en los suburbios. Su actitud es humilde, cuasi doblada, igual ante el que siente descender de amarillos pergaminos que ante el labriego: frente a la ilustre dama o a la mujer del pueblo: al sacerdote o al soldado: al turista protestante o al viajero católico.

Más a pesar de tan extrañas cualidades, o a causa de ellas mismas, es El Amo, tan poderoso que así lo llaman todos. Es la protección, es la ternura, es el pasado, sostiene el presente, trama el porvenir, da la alegría, alivia el peso de las conciencias y hace menor el daño de los corazones. Pero si es el mismo corazón de este grupo que lo tiene por jefe.

Amo Jesús al que el amor del pueblo levantó un palio, cambió la caña infamante por cetro de oro, la truncada columna por escabel de plata repujada, el burdo manto esclavina de rica tela bordada y la soga en cordón de hilos de oro.

El Amo sin el cual las procesiones célebres de la Semana Santa no tendrían brillo. El Amo que baja de su iglesia-castillo a hombros de sus seguidores por las curvas y gradas de los empedrados “quingos” de Belén y se mezcla con su pueblo en un lento desfile que enmarcan las ofrendas de llamas, cuando amenaza la calamidad o se rememora la pasión.  

Es El Amo, que se va entre el amor de los estudiantes y forasteros de tantos sitios de Colombia identificándose en el recuerdo con su ciudad acogedora, como entre aquellos que nacieron aquí, a la vista del Puracé humeante, está identificado con sus vidas que acompaña y preside. Amo de la democracia, de la esperanza y del amor. Amo del pueblo”.

 

La manifestación del Primero de Mayo celebra desde finales de la década de los años 40, la fiesta Internacional del  trabajo, que según parece es única en el mundo, con la  procesión multitudinaria al Amo Ecce Homo, que si bien es cierto a primera vista, podría interpretarse como una típica ceremonia religiosa; entre la congregación de fieles, constituye una inequívoca expresión de clase y una contundente expresión de fuerza social, surgida en los años de represión y de violencia política que rodearon el asesinato del líder Jorge Eliecer Gaitán.

Desde entonces, este desfile popular nunca ha tenido interrupciones. Este año, como el anterior, han sido la excepción, en virtud de la pandemia Covid-19 que devasta a la humanidad. Como creyentes, desde nuestro confinamiento elevemos la Plegaria al Santo Ecce Homo, que inicia diciendo: “Detén ¡Oh Dios benigno! Tu azote poderoso y calma bondadoso tu justa indignación/ Perdónanos y olvida que te hemos ofendido y que hemos afligido tu amante corazón/

Tomé de mi biblioteca, la parte del escrito en comillas, editado hace 68 años por Gregorio Hernández de Alba. 

Civilidad: Una Rogativa (oración pública) al Santo Ecce Homo por la disminución de la pobreza y por la salud del mundo.

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