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domingo, 16 de mayo de 2021

Revisionismo histórico

 


 


Ojalá el término utilizado como título de esta columna, no moleste a nadie. Se requiere muchas páginas para replantear las ideas del revisionismo. Hago una síntesis de mis lecturas para mis lectores bien informados.  Trataré de contar en forma razonable, el conocimiento científico del pasado, en lo académico y, para la convivencia ciudadana sobre la imbecilidad de la demolición de las estatuas.

En Popayán, Cali y Bogotá indígenas Misak en “juicio simbólico”, por demás trasnochado derribaron las estatuas de Sebastián de Belalcázar y de Gonzalo Jiménez de Quesada por apropiación de tierras y, genocidas. ¡Fue un acto de salvajismo! Una desfachatez, dizque para reescribir la historia de nuestro país.  

Ignorantes, desconocen que la corriente del ‘revisionismo histórico’ aporta una alternativa a la visión tradicionalmente aceptada y estudiada por la comunidad de historiadores en torno a un hecho o personaje relevante.

 Jorge Luis Borges, afirma que el revisionismo surgió en los años treinta como un movimiento de la historiografía argentina que rechazaba aquello que le enseñaron como la “historia oficial” y a las figuras fun­dadoras como agentes del imperialismo británico. El historia­dor José Carlos Chiaramonte, reafirma que uno de los elementos claves de la primera ola revisionista se debió a un sentimiento antibritánico, generado por las restricciones comer­ciales impuestas por el Reino Unido tras la crisis de 1929 que afectaba, en es­pecial, a los ganaderos y a los expor­tadores de carne. Luego, resurgió una nueva ola de revisionismo en Argentina –auspiciada con dineros oficiales del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner.

En la década de 1930, sostuvieron que todo revisionismo era “social fascismo”, porque se decía que, con su praxis reformista obstaculizaba la auténtica revolución. El uso extremista de la palabra revisionista, hizo recurso de la ortodoxia marxista contra los supuestos renegados del correcto camino revolucionario. Durante el mando de Stalin, ser acusado de revisionista suponía la exclusión social y política, hasta la pena máxima. El partido comunista usó en forma persistente la acusación de revisionismo para desacreditar la política de reconciliación. En Popayán, 92 años después, sin análisis historiográfico, un grupillo de indígenas Misak hacen vandalismo tratando de destrozar la esencia metodológica de toda ciencia, pues los que se dicen antirrevisionistas creen poseer la única verdad posible sobre el pasado. Además, una juventud irresponsable y mal avenida, protagonizan eventos vandálicos contra la “Ciudad de Paredes Blancas” ¡Hasta cuando!

¡Y que tal! Monseñor Darío de Jesús Monsalve como abogado del diablo, desde la retaguardia firmando delirantes cartas de perdón a los indígenas en lugar de estar rezando y rechazando el bloqueo al Cauca. ¿Acaso no son los indígenas quienes nos han declarado la guerra? ¡Qué desubicado está el apóstol de Cristo!

En la mitad del siglo XX, el concepto de revisionismo se utilizó, también con contenidos políticos y morales. Consideraron como revisionismo histórico a las obras y autores que negaban o limitaban la entidad, la etiología o la intención del Holocausto, de forma que el término revisionista desbordó el ámbito de las pugnas por la ortodoxia marxista y se convirtió en el apelativo para cuantos negasen no solo el genocidio judío, sino también otros genocidios como el colonialista europeo sobre otros continentes. Tal revisionismo era propiamente un negacionismo de hechos, que al cuestionar su verdad histórica implicaba posiciones políticas contrarias a los derechos humanos defendidos por los sistemas democráticos.

En democracias como las de Alemania, Francia, Austria o España, entre otras, es delito la negación del Holocausto, mientras se plantean exigencias de condenas similares para el negacionismo de otros genocidios. Aquellos que niegan verdades históricas demostradas y sufridas por pueblos enteros se mueven en ámbitos políticos de la extrema derecha; pero, de hecho, ese negacionismo innegable, se manifiesta en ciertos ámbitos de ideología comunista, que niegan o atenúan las interpretaciones históricas que subrayan el peso de las muertes acumuladas en determinados momentos de la historia de los partidos comunistas, en épocas de Stalin, el Gran Salto Adelante de Mao, Sendero Luminoso en Perú, etc.

Ambos usos políticos del calificativo de revisionista, tienen en común, el rechazo de interpretaciones y análisis considerados erróneos, aunque con contenidos y fines totalmente antagónicos. Ignoran el significado etimológico del verbo revisar, que según el diccionario de la Real Academia Española consiste en “ver con atención y cuidado”, para, “someter algo a nuevo examen para corregirlo, enmendarlo o repararlo”. El DRA define el término revisionismo ante todo como la “tendencia a someter a revisión metódica doctrinas, interpretaciones o prácticas establecidas con el propósito de actualizarlas y a veces negarlas”.

En conclusión, compartimos la pasión por conocer la realidad con la razón como soporte del conocimiento, con inclusión de aquellos que piensan distinto a nosotros. Hay que imponer el diálogo razonable y paciente para descubrir las distintas facetas de una realidad, admitiendo las diferentes interpretaciones de ese contexto.

Civilidad: Derruir las estatuas y arruinar la ciudad es, borrar el pasado, sin conocer la historia.


 

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