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sábado, 22 de mayo de 2021

Ocaso de la historia mal contada

 


En este criollo continente, la historia ha sido más, una descripción de hechos mal contados, por mercaderes de la pluma, que, acomodados ideológicamente, niegan nuestra identidad cultural y sentimientos de pertenencia. Por eso, he creído que, es el momento de comenzar a pensar, reflexionar y escribir desde la corriente historiográfica criollista.

En honor a la verdad, la “Villa de Ampudia”, en los dominios del Cacique Pubén, fue fundada el 30 de noviembre de 1535 por el teniente Juan de Ampudia, quien pisó por primera vez estas tierras, siendo su primer alcalde. Tanto es así, que, llevando adelante la cruz, edificó la iglesia mayor denominada “Nuestra señora del reposo” para que protegiera la recién fundada ciudad.

Se equivocan entonces, quienes narran e interpretan la historia bifurcada, porque el primer genocida fue Ampudia y no Sebastián de Belalcázar cuyo apellido original era, Moyano ý Cabrera, quien había nacido en el año1480 en la localidad de Benalcázar valle de los Pedroches, perteneciente a la provincia española de Córdoba, por ende, a la Corona de Castilla. De su población natal Benalcázar, tomó su apellido con “N”. Llegó a estas tierras embarcado en el tercer viaje de Cristóbal Colón. Las crónicas más literarias narran que decidió huir a corta edad, por haber matado de un garrotazo un mulo en el año 1507. Huía de España hacia las Indias Occidentales por temor al consiguiente castigo de su padre, además, para poder escapar de la pobreza en que vivía.

Fue famoso por haber fundado hasta una veintena de ciudades, pero ensombrecido por otras figuras de la talla de Francisco Pizarro. Recorrió la ruta conquistadora entre, Perú, Ecuador y Colombia. Gracias a sus proezas sanguinarias, impulsó las luchas territoriales con el gobernador Pascual de Andagoya, algo que era habitual en los primeros años de la conquista. Sin embargo, Belalcázar pudo parar las pretensiones territoriales de su vecino, ocupando a su vez varias tierras de su rival. En virtud de sus hazañas, fue reconocido por el rey de España, siendo nombrado como el adelantado, gobernador propietario vitalicio de la muy noble y leal ciudad de Popayán en 1540, así como de un amplio territorio ubicado entre Ecuador y Colombia.

Así que, habría sido una descortesía con la madre naturaleza, dejarle el nombre inicial de: “Villa de Ampudia”, porque la bella palabra Popayán, en lengua quechua, significa pampa (sitio, paso) y, yan (Río) o sea “Paso del Río”, pues por Popayán   pasa el río Cauca. Juan de Ampudia, siguió por la margen izquierda de este rio; continuó su marcha hacia el norte para fundar, un año después, a Santiago de Cali, el 25 de julio de 1536, repitiendo el mismo nombre de “Villa de Ampudia”.

Recordemos que Juan de Ampudia había sido enviado por el capitán Sebastián de Belalcázar desde Quito para precederlo en el descubrimiento, conquista y para poblar este país a mediados de 1535. Lo nombró por ser persona de calidad, méritos y servicios. Con tal propósito partió desde la ciudad de Quito descubriendo todas las tierras que hay hasta esta ciudad.

Fue dos años después, en 1537, que Belalcázar trasladó esta Villa al sitio escogido por él y, fue precisamente en el abandonado pueblo de Pubén de los aborígenes, en que, con su presencia, oficializó la fundación el 13 de enero de 1537 de la ciudad de Popayán, poniéndola de nuevo, bajo la protección de Nuestra Señora del Reposo o del Tránsito. Esta es la historia oficial que cuenta que el fundador de la ciudad, es Sebastián de Belalcázar, sin comentar que, como iletrado que era, no sabía firmar, por lo que, debió colocar una equis (X) al pie del acta de fundación.  La primera etapa de la fundación de Popayán, él la había ordenado, al darle a su teniente Juan de Ampudia, instrucciones terminantes de ocupar estas tierras de un modo permanente. Cabe destacar que Ampudia hasta su muerte, siempre fue tenido en esta ciudad y en toda la Gobernación como el primero y principal de sus fundadores después de Belalcázar, bajo cuyas órdenes obró.

Civilidad: El pasado es una construcción y una reinterpretación constante.

 

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