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domingo, 20 de septiembre de 2020

Incitación al odio, una copia

 


Estatuas de Cristóbal Colón y efigies de padres fundadores de EE. UU, como George Washington y Thomas Jefferson fueron derribadas durante las protestas contra la brutalidad policial y el racismo que se desató tras la muerte del afro-estadounidense George Floyd. Así mismo, en Reino Unido, manifestantes derribaron la estatua del esclavista británico Edward Colston en la ciudad inglesa de Bristol, y en Bélgica dañaron y removieron monumentos a Leopoldo II, el rey del siglo XIX. Dentro de una agenda, impusieron la moda que, de alguna manera, los símbolos del pasado, representan la esclavitud y el racismo en EE.UU., y deben derribarse.

De tiempo en tiempo, el pueblo suele irritarse con los símbolos del poder. En 1956, a una imagen icónica del levantamiento anticomunista de Hungría, le cortaron la cabeza a una imponente estatua de Stalin, derribándola ante cien mil exaltados habitantes de Budapest.

En esa tendencia, en el 2003, en vivo y en directo, difundieron al mundo lo que significó el triunfo de Estados Unidos, después de la conquista norteamericana de Bagdad, en la que la población de Irak era chiita y había soportado el dominio de la minoría sunita, a la que pertenecía Sadam. Esa la razón para tumbar la estatua de Sadam Hussein en la que no faltaron voluntarios. En todos los casos históricos citados sin lugar a dudas, había un odio justificado hacia sus tiranos que hacía entendible el vandalismo.

Como siempre, es un efecto global que sólo se está dando en el momento actual. A Popayán, todo nos llega tardíamente. Hasta la muerte. Fatalmente se han sumado a la moda, derribando la estatua del analfabeto, sanguinario a más no decir; que huyó al castigo de su padre por matar de un garrotazo a un caballo. Que, como responsable del genocidio, por su crueldad al matar indígenas por la conquista de estas tierras, recibió el título de “adelantado” y gobernador de la provincia.   Que, -por no saber firmar, en 1537 debió poner una equis en el acta de fundación de ´Popaiam´- ciudad, que su teniente Juan de Ampudia ya había fundado el 1° de noviembre de 1535. Que se impuso contra los naturales del país, cometiendo toda clase de crueldades sin mirar la justicia al emprender la conquista. Que los indios realmente fueron arrollados. Que nos enseñaron un recuerdo falso del “conquistador”.  Todo eso, es totalmente verídico, Pero, inventarle un enemigo ensañándose contra la ciudad después de 485 años, dañando la escultura del “descubridor” Sebastián Moyano, es una estupidez.

Así, sin más ni menos, los famosos corifeos evocan ese pasado tenebroso hablando de libertades y derechos del pueblo de que se aclaman defensores. Siempre hubo y siempre habrá cabecillas para leer la historia de siglos pasados aprovechando los parámetros culturales de la actualidad como una prueba de su pereza intelectual. Los incitadores hacen recopilación de datos para copiar los delitos de odio, con todas las formas de expresión que extienden, incitan, promueven o justifican el odio racial, la xenofobia, el fanatismo y cualquier otra forma de rencor basada en la intolerancia. Pero, ¿por qué pasa esto? Pues, porque el objetivo es obtener réditos políticos. Aunque haya quien diga que es para protestar contra causas injustas porque así se solucionan.

Entonces, que destruyan a Popayán, porque con el derribo, destrucción, daño a monumentos, casonas, iglesias, cúpulas, techumbres, y efigies que nos recuerdan que toda la ciudad está relacionada con la colonización y el esclavismo. 

Civilidad: El día que Popayán no tenga su atractivo colonial para que vienen los turistas.

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