De las páginas de mi libro “Personajes Típicos de
Popayán”, extraigo lo que escribí sobre Jorge Eduardo Artunduaga Jordán, quien
era último de los personajes típicos que quedaban en esta bien amada villa. Nació
en Popayán en el año de 1932, en la vieja ciudad que se nos fue. Antes tuvimos
otros célebres protagonistas que provenían de prestantes familias, al igual que
“Timbilimbo”, lo comprueban sus apellidos. Era una persona de excelentes
calidades morales, de buena formación, decente y con disposición para el
trabajo, aunque con limitaciones físicas y, mentales que, desde luego, no eran impedimento
alguno para relacionarse con los demás y vivir en comunidad. Desde mi niñez, lo vi cruzando las hidalgas
calles llamando la atención. Se detenía en la puerta de cafés o cafeterías,
saludando gozoso a los forasteros y los lugareños a quienes conocía muy bien
para estirarles la mano diciendo:” dame una moneda”.
Vestía bien, aunque la correa y sus pantalones fueran
más arriba de la cintura y, más grandes que “el muerto que le había regalado”
(gente buena que donaba ropa que había dejado de usar, haciéndola acomodar en
hogares tradicionales del pueblo. No tenía tics o ningún gesto extraño. Carecía
de comportamientos indebidos, pues nunca se le escuchó decir “palabrotas”; su
jerigonza era inolvidable para los transeúntes. No era un ciudadano con
quien se pudiera tertuliar, era parco en el hablar. Su familia, se vanagloriaba
de que fuera tratado como un personaje típico de la ciudad, pero no como un “bobo”,
ni “persona inoportuna”, ni tampoco, un “tarado mental”, “de aquellos que
siempre llegan a incomodar a los visitantes, a mirarlos y sonreírles sin
motivo, para exigirles una moneda o mendigarles un pan.
Este era uno
de los casos que valía la pena referir para la historia humana colectiva de la
ciudad. Era conocido comúnmente como “Timbilimbo”, hombre apreciado por toda la
ciudadanía payanesa. No era indelicado, ni cansón, ni insoportable. Ahora agobiado por los 88 años y una dolencia
congénita de la cadera, que molestaba su caminar, partió hacia el infinito. Aún
en la memoria de la patojada, lo evocamos recorriendo las coloniales calles. Fue
una persona servicial desde que lo conocimos cuando niños. Era pues, poseedor
de una mente ingenua. A pesar de los años, se comportaba como un niño. Siempre
se ganaba “una moneda” distribuyendo los populares “volantes”, desde lejanos
tiempos, de los teatros: Municipal, Valencia, Popayán, Anarcos, Palacé y
Bolívar, salas de cine a las que promocionaba las películas. Los volantes eran
pequeños papelitos, rosados, azules, blancos o verdes, anunciando las “cintas”
que “daban” en matiné, social, vespertina o nocturna. “Timbilimbo” era el
encargado de llamar la atención a los amantes del séptimo arte para que
acudieran a esos teatros de la ciudad. Era el publicista personalizado y barato
de aquellos tiempos. También nos acostumbró a verlo escalera al hombro, un tarro
de engrudo y brocha, pegando los carteles mortuorios en los que se invitaba a
las exequias y que “Timbilimbo”, fijaba en determinadas esquinas de la ciudad,
invitando a los funerales del día.
Una anécdota
simpática y muy respetuosa de este típico personaje a quien se conocía por su buen
trato con los demás, al dar y recibir el sobrenombre popular de “Timbilimbo”,
sin importar a quien o donde, con la condición de que fuera reconocido; un día,
se encontró al doctor Luís Fernando Velasco, quien caminaba con unos senadores
a quienes había invitado a visitar a Popayán. Abordándolo Eduardo Artunduaga
Jordán, le pidió con su acostumbrada frase: “Timbilimbo dame una moneda”. Al
oír esto, los acompañantes senadores, y creyendo que así apodaban los
coterráneos al senador, lo promulgaron entre el Congreso de la república,
llamándolo por aquel entonces, al Senador Luis Fernando Velasco, “Timbilimbo”.
Otra
anécdota, tras larga ausencia de la ciudad, el Dr. Andrés Arroyo Cajiao,
regresó a Popayán ya con el cargo de Gobernador del Cauca. Un día cualquiera, “Timbilimbo” con el mayor
desenfado por haber sido su condiscípulo, lo abordó en la calle para decirle: “Hola
Andrés, siquiera volviste a Popayán, aunque fuera de Gobernador”. Comparto
este escrito con la gente corriente, apegada a
este terruño para rendir homenaje a Jorge Eduardo Artunduaga Jordán, alias
“Timbilimbo”, porque este personaje típico
hizo parte de aquellas facetas culturales que identificaban al conglomerado
humano del Popayán que se nos fue.
Civilidad: “Timbilimbo” hizo parte del patrimonio cultural de Popayán, descanse
en paz.
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